Blog de Justo Navarro desde Málaga
05/05/07
Llegué anoche al aeropuerto de Málaga y el primer taxi que vi llevaba un cartel con publicidad de la candidata del Partido Popular a la alcaldía de Marbella. Pensé que el taxista sería un seguidor del partido, un fan fatal que arriesgaba la clientela por devoción política, pero no: es lo normal en esta campaña o precampaña.
Me lo cuentan desde Fuengirola, desde Almería. Allí también hay publicidad electoral en los taxis, que son rápidos y empiezan la campaña antes de que la campaña empiece.
No sé si lo han pensado los taxistas, pero este nuevo uso del taxi puede ser incómodo para el viajero. Uno va en el asiento de atrás y su cabeza, a través de la ventanilla, aparece sobre la cabeza del candidato, si el cartel va pegado a la puerta del coche. El viajero se convierte así en hombre anuncio involuntario, publicidad móvil, compañero de cartel de la candidata marbellí, de la alcaldesa de Fuengirola o del alcalde de Almería.
Coger un taxi se convierte de pronto en un dilema ético-político. ¿Quiero anunciar al candidato del cartel? ¿Quiero ser su compañero publicitario y transitorio?
Los ayuntamientos manejan las licencias de taxi. ¿Presionan los políticos municipales sobre los taxistas y sus asociaciones para convertirlos en agentes publicitario-electorales? Es una cuestión interesante, de novela negra americana.
Comentarios
Podría ser peor, don Justo. Además de las fotos, podrían llevar megafonía externa con la musiquilla del partido correspondiente. El ruido de afuera se cruzaría con el de adentro; los exabruptos de la emisora de Radiotaxi, el rumor de la Cope, o los pasodobles, o lo que quiera que fuera escuchando el taxista, más los politonos del móvil...
Publicado por: María 06/05/2007 3:43:20
Qué alegría, admirado Justo, verte blogueando por aquí. Añado anécdota a tu post: hace ya unos 15 años, cuando en Marbella acababa de arrasar Gil e iban los policías montados a caballo como en el oeste (más ficción yanqui), me subí una vez en un taxi. Suelo hablar bastante con los taxistas proque no tengo vehículo propio, así que ya conocemos los trucos para entablar conversación con un chófer desconocido. Su taxi -concedido dedocráticamente por Jesús Gil después de haberse postulado con algún promotor en su etapa anterior de obrero- era todo un stand de propaganda electoral del GIL, rebosante de publicidad dentro y fuera del vehículo. Le fui tirando de la lengua para ver hasta que punto lo suyo era consentido, soportado o celebrado. Sin duda alguna: el conductor creía que JG era su ángel salvador, el hombre que iba a hacer de Marbella lo que todos habían soñado. Me puso un ejemplo: al pasar delante de una urbanización de ésas con aires de decorado egipcio de Intolerancia, me dice: "fíjese usted qué maravilla de urbanización. Qué cos amás fina! ¿Qué le parece? ¿Pues sabe usted qué había antes aquí? ¡Pinos! ¡Sí, árboles! Y ha tenido que venir Jesús Gil para quitar esa mierda de árboles feísimos y enseñarnos esta maravilla. ¿Cómo quiere usted que no lo vote?".No cabe duda que entre el dictador y sus acólitos, aparte de miedo, engaños y regalías, existe una coincidencia estética. ¿Basada en el mal gusto y el exceso? Seguramente. Pero existe. Y es desde ahí que empiezan a ganar sus batallas. Los actuales sólo intentan seguir los caminos de los pioneros. Un abrazo, Justo. Felicidades por tu novela.
Publicado por: hector 06/05/2007 17:28:22
Un poco tontería esto ¿no? ¿Acaso si adoras los coches de Renault y odias los FIAT y el taxi es un FIAT no te montas? ¿Te peleas si la tapicería es de cuero y eres un defensor de los animales? ¿Te bajas del taxi si lleva una emisora de radio que no te gusta?
Publicado por: Pepe 07/05/2007 11:04:15
Creo que hay una diferencia: un Fiat no habla. La emisora de radio suena dentro del coche. Pero los partidos hablan, y quizá el viajero no esté exactamente de acuerdo con lo que diga el partido que se anuncia en la carrocería del taxi. Y puede que no le guste darse un paseo, que además paga, en un coche-anuncio del partido cuyas ideas no comparte. J.N.
Publicado por: J.N 08/05/2007 0:00:52
Llegué anoche al aeropuerto de Málaga y el primer taxi que vi llevaba un cartel con publicidad de la candidata del Partido Popular a la alcaldía de Marbella. Pensé que el taxista sería un seguidor del partido, un fan fatal que arriesgaba la clientela por devoción política, pero no: es lo normal en esta campaña o precampaña.
Me lo cuentan desde Fuengirola, desde Almería. Allí también hay publicidad electoral en los taxis, que son rápidos y empiezan la campaña antes de que la campaña empiece.
No sé si lo han pensado los taxistas, pero este nuevo uso del taxi puede ser incómodo para el viajero. Uno va en el asiento de atrás y su cabeza, a través de la ventanilla, aparece sobre la cabeza del candidato, si el cartel va pegado a la puerta del coche. El viajero se convierte así en hombre anuncio involuntario, publicidad móvil, compañero de cartel de la candidata marbellí, de la alcaldesa de Fuengirola o del alcalde de Almería.
Coger un taxi se convierte de pronto en un dilema ético-político. ¿Quiero anunciar al candidato del cartel? ¿Quiero ser su compañero publicitario y transitorio?
Los ayuntamientos manejan las licencias de taxi. ¿Presionan los políticos municipales sobre los taxistas y sus asociaciones para convertirlos en agentes publicitario-electorales? Es una cuestión interesante, de novela negra americana.
Comentarios
Podría ser peor, don Justo. Además de las fotos, podrían llevar megafonía externa con la musiquilla del partido correspondiente. El ruido de afuera se cruzaría con el de adentro; los exabruptos de la emisora de Radiotaxi, el rumor de la Cope, o los pasodobles, o lo que quiera que fuera escuchando el taxista, más los politonos del móvil...
Publicado por: María 06/05/2007 3:43:20
Qué alegría, admirado Justo, verte blogueando por aquí. Añado anécdota a tu post: hace ya unos 15 años, cuando en Marbella acababa de arrasar Gil e iban los policías montados a caballo como en el oeste (más ficción yanqui), me subí una vez en un taxi. Suelo hablar bastante con los taxistas proque no tengo vehículo propio, así que ya conocemos los trucos para entablar conversación con un chófer desconocido. Su taxi -concedido dedocráticamente por Jesús Gil después de haberse postulado con algún promotor en su etapa anterior de obrero- era todo un stand de propaganda electoral del GIL, rebosante de publicidad dentro y fuera del vehículo. Le fui tirando de la lengua para ver hasta que punto lo suyo era consentido, soportado o celebrado. Sin duda alguna: el conductor creía que JG era su ángel salvador, el hombre que iba a hacer de Marbella lo que todos habían soñado. Me puso un ejemplo: al pasar delante de una urbanización de ésas con aires de decorado egipcio de Intolerancia, me dice: "fíjese usted qué maravilla de urbanización. Qué cos amás fina! ¿Qué le parece? ¿Pues sabe usted qué había antes aquí? ¡Pinos! ¡Sí, árboles! Y ha tenido que venir Jesús Gil para quitar esa mierda de árboles feísimos y enseñarnos esta maravilla. ¿Cómo quiere usted que no lo vote?".No cabe duda que entre el dictador y sus acólitos, aparte de miedo, engaños y regalías, existe una coincidencia estética. ¿Basada en el mal gusto y el exceso? Seguramente. Pero existe. Y es desde ahí que empiezan a ganar sus batallas. Los actuales sólo intentan seguir los caminos de los pioneros. Un abrazo, Justo. Felicidades por tu novela.
Publicado por: hector 06/05/2007 17:28:22
Un poco tontería esto ¿no? ¿Acaso si adoras los coches de Renault y odias los FIAT y el taxi es un FIAT no te montas? ¿Te peleas si la tapicería es de cuero y eres un defensor de los animales? ¿Te bajas del taxi si lleva una emisora de radio que no te gusta?
Publicado por: Pepe 07/05/2007 11:04:15
Creo que hay una diferencia: un Fiat no habla. La emisora de radio suena dentro del coche. Pero los partidos hablan, y quizá el viajero no esté exactamente de acuerdo con lo que diga el partido que se anuncia en la carrocería del taxi. Y puede que no le guste darse un paseo, que además paga, en un coche-anuncio del partido cuyas ideas no comparte. J.N.
Publicado por: J.N 08/05/2007 0:00:52