
He creído, desde siempre, en la PALABRA. He creído, también en el   SILENCIO, en esa pausa que rasga el tiempo y lo detiene, un instante o   una cadena de eslabones de días, los justos, suficientes, para   reflexionar, escuchar al otro, planificar, imaginar, ponerse en marcha,   dar el primer paso hacia la reacción, dudar y buscar, para creer y   hacer, de nuevo, a la PALABRA.
 Hoy no creo en la palabra. O lo  hago a medias, con esa mediatinta  que impregna la decepción y la  frustración que ahora está, como la  camisa con la que he de vestirme,  cada mañana. Colgada en una percha  que se llama realidad, colgada,  inmóvil, aguardando el penúltimo giro  que otros darán por mí. Pero  tampoco creo, menos que nunca en el  silencio. No me es útil ya más para  dudar, porque no tienen cabida las  dudas en un pensamiento a medio  aniquilar por la pistola terrorista de  la mentira impuesta, la confusión  sembrada por quienes se autodenominan  una “clase”, la clase con menos  clase de todas, la política.
 Hacer política es, justamente, hacer,  no hablar. No únicamente y,  por supuesto, hacer política no es MENTIR  POLÍTICA, no es OCULTAR  POLÍTICA y secuenciar, premeditadamente, las  fases de la asfixia y la  aniquilación del ser social:
 -Embaucarnos,  embarcarnos, quería decir, eufemísticamente, y se coló  la verdad, en  una excursión en grupo al oasis que existe tras el falso  espejismo del  éxito, el estado del bienestar, la abundancia, las  necesidades vitales,  agrandadas hasta el infinito, cubiertas.  Empujarnos ante un cartel  publicitario donde la palabra SUEÑA y  LIBERTAD luce gigantesca y, sin  embargo, tan cercana que TODOS creemos  poder tocarla, que un día lo  haremos.
 -Golpearnos, una vez nos tienen con la boca abierta, el  corazón  exhausto, y los brazos rotos por haber creído que dejándonos la  piel  alcanzaríamos el oasis de la bonanza y la comodidad anestesiante,  otra  forma distinta, pero igual, del prometido paraíso celestial   judeocristiano, hacia un pozo que se oscurece, planificada y   progresivamente: la comunicación, vía masiva y oficial de que HEMOS   COMETIDO ERRORES, nosotros y no ellos, no la clasesinclase  política. Hemos ultrapasado los límites del bienestar, nos hemos creído   pequeños dioses de barro, coronados con hipotecas, enjaulados en coches   cuatro por cuatro. Nos avisan, qué bondad la suya, de que hemos caído  en  un pozo. Ellos no han hecho nada para evitarlo, pero no nos permiten  ni  siquiera reparar en ello, porque ELLOS están ahí, tendiéndonos la  mano y  diciéndonos: somos el ESTADO, habéis errado, llegado demasiado  lejos,  pero somos el estado y velaremos por vosotros, tranquilos. Qué  estúpidos  hemos sido al no entender la acepción que utilizan del verbo  velar: se  referían a estar en nuestro velatorio, señalando nuestro  ataúd como  grupo, y lloriqueando como plañideras de fábulas antiguas  sin más  moraleja que la muerte por inanición, de alimentos, sueños y  esperanzas.
 -Instalarnos  el miedo en el cuerpo: o nos obedecéis y os dejáis  guiar o vendrá el  lobo de la pobreza y el caos ¿Cómo lo saben? ¿Cómo  pueden prevenir la  llegada del lobo? Y si lo hacen ¿por qué no lo  hicieron antes, cuando el  canis lupus ambitiotus aún era un lobezno no  demasiado peligroso? Y  corremos, a sus brazos, de los que nunca  salimos, cogiéndonos, con las  manos del terror, a sus faldillas, a sus  promesas, a sus carantoñas  hipócritas. Les damos, de nuevo, un poder  que les engrandece, sobre el  pódium de la ambición y el desdén, todavía  más.
 -Darnos pequeñas  dosis de “esperanza contenida” con previsiones  cambiantes, la veleta  informativa que nos hace caer, todavía con más  profundidad, en el  agujero más terrible que puede existir: el  desconcierto. Ahí, en ese  agujero tan oscuro como el dorso de sus  manos, como el rostro, la  máscara, que se llama ESTADO, EUROPA, o  cualquier otro sinónimo, aumenta  la facilidad con la que podemos ser  pasto de sus fauces: corremos, unos  en una dirección y los otros, en la  opuesta, debatiéndonos entre el  instinto individualista -que nos brota  tras el hambre individual, el de  nuestros hijos, el puesto de trabajo  ya perdido, el horizonte roto, la  crispación, que se hará muy pronto  agresividad y violencia, con la que  nos despertamos, absurdamente, cada  mañana rota- y el remordimiento que  habla para no dejar de sentirnos  solidarios, luchamos por sobrevivir, y  REACCIONAR Y ALZARNOS, o  dejarnos morir e intentar someternos con tal de  traer al hogar  embargado un sueldo miserable, que se traducirá en pan  podrido y duro. Y  ahí nos pueden. Hay somos presa fácil para sus bocas  con tres hileras  de afilados dientes, como la Rusca, la comadreja del partisano Salvatore Roncone asesinada por su enemigo Cantannote en la Sonrisa Etrusca. Hay nos observan, pateando como cucarachas para intentar dar la vuelta a nuestro cuerpo y levantarnos y huir.
 Es  ahí donde nos hallamos, en este junio de verano que no deja de  sentirse  como invierno interminable. Acechados. Sitiados en un estado  de pánico  diseñado como escenario en 3D para que no creamos que podemos   escaparnos. Leyes que se crean y se derogan, en un plazo en el que ni   siquiera, en un juzgado se podría resolver una incidencia. Diccionarios   que se inventan, sin pasar por más Academia que la Real Academia del   Abuso, en los que conflictivas para el pueblo palabras se   olvidan y son reemplazada por eufemismos como “línea de crédito” o   “avance” o “hacer los deberes”. Gobernantes que no gobiernan más que su   agenda, llena de citas para pasillear, devolver favores o presionar  para  chantajes que se reconvertirán en cheques en blanco o soplos, en  el  momento justo, para comprar activos buenos o acciones, antes de que  la  bolsa se desplome.
 
 Pero no deberían confiarse. El lobo no debería  abandonar su cueva y  campar a sus anchas, sin temer a su presa, a sus  presas, sin temernos.  Ahora sabemos que en su mesa de noche de madera  ostentosa y lámpara de  diseño hay un libro de lectura que TODOS  comparten, EL BREVIARIO DE LOS POLÍTICOS, del cardenal Julio Mazarino (1648). Sabemos que han aprendido de  memoria sus consejos:
 -La  consecución de los objetivos personales eclipsa cualquier  consideración  de orden moral. (Precepto que han aprendido y tomado como  universal la  clasesinclase política)
 -Simular, disimular, no fiarse de  nadie, decir cosas buenas de  todo el mundo y prever antes de actuar.  (Precepto general de cumbres y  congresos, foros y Fondos, Europeos,  Americanos, Universales …donde la  clasesinclase política festeja su  poder)
 -Si sospechas que alguien tenga alguna idea en la  cabeza, sostén  en el curso de una conversación el punto de vista  contrario. Si éste  se opone al suyo, le costará trabajo, por desconfiado  que sea, no  descubrirse, defendiendo su punto de vista, o haciendo una  objeción, y  traicionará su pensamiento al mostrar que no es del mismo  parecer que  tú (Precepto que utilizaron, y usan, con Rajoy los  líderes de la  Europalemania que le lleva a pedir esa línea de crédito  que es la soga  que nos han puesto al cuello)
 -Debes tener  informes sobre todo el mundo, no comunicar tus  secretos a nadie y  espiar los ajenos. No digas nada, no hagas nada que  este contra el  decoro, AL MENOS EN PÚBLICO, incluso si lo haces de un  modo natural y  sin mala intención, porque los demás pensaran mal.  (Precepto tatuado en  el brazo alargado de la BANCA y cía)
 Pero no deberían  confiarse. El lobo no debería abandonar su cueva y  campar a sus anchas,  sin temer a su presa, a sus presas, sin temernos:  aún nos queda la  REACCIÓN, aunque, cada día, nos va creciendo un halo  de crispación que  pronto, la psicología social lo vaticina desde hace  meses, puede  degenerar en agresividad y violencia social.
 Pura María Garcíahttp://lamoscaroja.wordpress.com/