MADRID. Los taxistas «cazaturistas» o «cazaincautos» del aeropuerto de Barajas pueden tener los días contados. El Ayuntamiento de Madrid, hastiado del perjuicio que causan a la imagen de la ciudad, está dispuesto a tomar todas las medidas a su alcance para controlarlos. La más novedosa y la que se aventura como más efectiva es el vehículo camuflado, adquirido ya, que empezará a funcionar en unas semanas, según confirmó a ABC el concejal de Movilidad Urbana, Sigfrido Herráez.
«Es un coche camuflado, que cuenta con un taxímetro homologado, puesto al servicio de Policía Municipal para vigilar a aquellos taxistas que ya acumulan infracciones y que son conocidos incluso entre sus compañeros», señala. «En principio funcionará en Barajas, el punto que más nos preocupa, pero si logramos acabar con ese grupo está previsto que se utilice en otras zonas donde haga falta o se detecte que se están produciendo infracciones. Pensamos que será efectivo, al menos en lo que se refiere a los precios de los desplazamientos, que se engordan o se manipulan claramente desde el aeropuerto a la ciudad», añade Herráez. Agentes de paisano, situados en lugares estratégicos, redondearán estos controles y ayudarán a quienes patrullan uniformados.
La «mafia de Barajas» -como denominan algunos profesionales del volante a un reducido número de taxistas que vulneran cualquier código de normas- es un problema que se arrastra desde hace años y al que hasta ahora ha sido imposible poner coto, como lo demuestran las 842 denuncias impuestas por Policía Municipal en el primer semestre del año, frente a las 660 del mismo periodo de 2001. Según los datos facilitados por este Cuerpo, en los seis primeros meses los agentes controlaron 833 taxis.
Se busca turista
A la cabeza de las infracciones se sitúa la de buscar o recoger viajeros fuera de las paradas establecidas oficialmente, con 648 casos, algunos reincidentes. Es la cifra más alta y la que causa más sonrojo. «Es un fraude con todas las letras y encontramos desde conductores que no respetan la larga espera de sus compañeros hasta el que deja a unos viajeros y se queda en el sitio distraídamente para quitar el servicio a otro, pasando por el que entra a las terminales a buscar al cliente y traerlo casi a la fuerza», explica el mando de la Subinspección de Tráfico de Policía Municipal.
Las cifras del resto de denuncias están lejos, pero son llamativas en los conceptos: por negarse a prestar servicio o elegir viajeros los funcionarios sancionaron a 26 taxistas -algunos seleccionan como clientes a ciudadanos extranjeros para poder engordar la tarifa con mayor facilidad-; 32 no respetaron el turno; 21 fueron multados por expedir recibos no oficiales o falsos; quince por no llevar precintos de ITV en el taxímetro; catorce por no portar licencia municipal, es decir que eran piratas; once por cobro abusivo y sólo cuatro por manipular el taxímetro, frente a los 20 que lo habían hecho en el mismo periodo del año pasado. Los datos no dejan de ser escandalosos, sobre todo teniendo en cuenta que los policías multan de oficio, lo que supone que sólo son una parte de todas las que se producen, tal y como han reiterado asociaciones de consumidores como OCU y CECU (según un estudio que realizó la primera los servicios desde Barajas son los más problemáticos y de los que más quejas reciben en toda España).
Cámaras con la misión de vigilar a estos sospechosos y cincuenta policías de uniforme en dos turnos, con la orden expresa de que siempre haya un agente en llegadas internacionales, pretenden acabar ya con la lacra, denunciada en fechas recientes por un grupo de taxistas del aeropuerto al propio concejal de Movilidad Urbana y a la Policía. «Los taxistas honrados, que son la mayoría, son los primeros interesados en que se corte en seco», afirma Sigfrido Herráez. Durante los próximos meses se verá.
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