A pesar de ser un medio de transporte de uso muy habitual y de constituir la profesión de decenas de miles de personas, las características que definen el servicio que prestan los taxis son muy poco conocidas. Su principal particularidad es que se trata de un servicio a medio camino entre lo público (es regulado por las administraciones locales) y lo privado (lo ofrecen particulares). Se considera que es una actividad de interés general que, por su carácter estratégico, ha de ser regulado por las autoridades públicas. Es normalmente el ayuntamiento quien fija el número de licencias de taxi que se conceden en cada municipio y las tarifas que se aplican, además de otros aspectos que regulan su funcionamiento y garantizan la calidad del servicio. Es de suponer que estas medidas buscan el equilibrio entre la exigencia de los ciudadanos de un transporte eficaz y la necesidad de los taxistas de conseguir una rentabilidad suficiente en su actividad profesional.
Con el fin de estudiar la calidad del servicio y las tarifas de los taxis españoles, CONSUMER EROSKI ha realizado una investigación sobre el terreno en 13 ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Bilbao, A Coruña, Alicante, Pamplona, Vitoria, San Sebastián, Murcia y Oviedo.
La principal conclusión es que el servicio del taxi debe mejorar fundamentalmente en dos cosas: una, la información que se ofrece a los usuarios, deficiente sobre todo en la exhibición de las tarifas; y dos, en el confort y limpieza de los vehículos, que en demasiados casos distaba de ser el apropiado para un viaje agradable. Lo mejor fue la profesionalidad de los taxistas, cuya conducta y actitud fue mayoritariamente muy buena. Lo peor fue la información facilitada a los usuarios, con un 31% de los taxis que se incluyeron en el estudio suspendidos. Las deficiencias más habituales fueron de no ofrecer información sobre las tarifas, no tener en un lugar bien visible el taxímetro y la no exposición de datos sobre la identidad del taxista. En limpieza y confort del vehículo, uno de cada cinco taxis estudiados suspendieron la prueba (por encontrarse sucios, parecer poco cuidados o resultar incómodos). La profesionalidad de los taxistas fue lo mejor: la mitad de los estudiados merecieron una nota excelente, si bien uno de cada diez suspendió en este apartado crucial. ¿Los motivos? Los más relevantes fueron tres: bajar la bandera" antes de que el usuario comunicara el destino al taxista, los excesos de velocidad, y la tan conocida como temida treta de hacer un trayecto más largo del necesario para llegar al destino solicitado por el cliente. En cuanto a los precios, no es sencillo comprender el porqué de las abultadas diferencias entre unas y otras ciudades en un servicio que, en principio, es similar en todas ellas. En la mayoría de las localidades se aplica la "bajada de bandera" (excepción: Pamplona y San Sebastián). La tarifa se mueve entre 1,02 euros (Sevilla) y 1,30 euros. En ese tramo se sitúan las bajadas de bandera de los taxis de A Coruña, Málaga, Alicante, Valencia, Oviedo y Barcelona. En Bilbao y Madrid cobran 1,6 euros, pero en Vitoria, la bajada supone 3,14 euros si bien incluye los dos primeros kilómetros y una espera de 5 minutos. La carrera mínima (o gasto mínimo que acarrea montarse en un taxi) rige en diez de las trece ciudades; la excepción está en Vitoria, Barcelona y Madrid que, en beneficio del usuario, no exigen un gasto mínimo. Pero también en esta carrera mínima hay notables diferencias: en San Sebastián cuesta 3,49 euros (laborables, horario diurno), mientras que en Sevilla, A Coruña, Alicante, Málaga, Oviedo, Valencia y Pamplona ese gasto mínimo se queda entre 2,8 y 3 euros. En Bilbao, por último, significa pagar 3,15 euros.
Con el fin de estudiar la calidad del servicio y las tarifas de los taxis españoles, CONSUMER EROSKI ha realizado una investigación sobre el terreno en 13 ciudades: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Bilbao, A Coruña, Alicante, Pamplona, Vitoria, San Sebastián, Murcia y Oviedo.
La principal conclusión es que el servicio del taxi debe mejorar fundamentalmente en dos cosas: una, la información que se ofrece a los usuarios, deficiente sobre todo en la exhibición de las tarifas; y dos, en el confort y limpieza de los vehículos, que en demasiados casos distaba de ser el apropiado para un viaje agradable. Lo mejor fue la profesionalidad de los taxistas, cuya conducta y actitud fue mayoritariamente muy buena. Lo peor fue la información facilitada a los usuarios, con un 31% de los taxis que se incluyeron en el estudio suspendidos. Las deficiencias más habituales fueron de no ofrecer información sobre las tarifas, no tener en un lugar bien visible el taxímetro y la no exposición de datos sobre la identidad del taxista. En limpieza y confort del vehículo, uno de cada cinco taxis estudiados suspendieron la prueba (por encontrarse sucios, parecer poco cuidados o resultar incómodos). La profesionalidad de los taxistas fue lo mejor: la mitad de los estudiados merecieron una nota excelente, si bien uno de cada diez suspendió en este apartado crucial. ¿Los motivos? Los más relevantes fueron tres: bajar la bandera" antes de que el usuario comunicara el destino al taxista, los excesos de velocidad, y la tan conocida como temida treta de hacer un trayecto más largo del necesario para llegar al destino solicitado por el cliente. En cuanto a los precios, no es sencillo comprender el porqué de las abultadas diferencias entre unas y otras ciudades en un servicio que, en principio, es similar en todas ellas. En la mayoría de las localidades se aplica la "bajada de bandera" (excepción: Pamplona y San Sebastián). La tarifa se mueve entre 1,02 euros (Sevilla) y 1,30 euros. En ese tramo se sitúan las bajadas de bandera de los taxis de A Coruña, Málaga, Alicante, Valencia, Oviedo y Barcelona. En Bilbao y Madrid cobran 1,6 euros, pero en Vitoria, la bajada supone 3,14 euros si bien incluye los dos primeros kilómetros y una espera de 5 minutos. La carrera mínima (o gasto mínimo que acarrea montarse en un taxi) rige en diez de las trece ciudades; la excepción está en Vitoria, Barcelona y Madrid que, en beneficio del usuario, no exigen un gasto mínimo. Pero también en esta carrera mínima hay notables diferencias: en San Sebastián cuesta 3,49 euros (laborables, horario diurno), mientras que en Sevilla, A Coruña, Alicante, Málaga, Oviedo, Valencia y Pamplona ese gasto mínimo se queda entre 2,8 y 3 euros. En Bilbao, por último, significa pagar 3,15 euros.
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