David García
Volver en taxi a casa desde el aeropuerto o llegar a un hotel del centro puede suponer un auténtico atraco a mano armada por obra y gracia de la manipulación de un taxímetro o de los llamados taxistas piratas. Aunque la Policía Municipal insiste en que es un fenómeno cada vez más controlado, en lo que va de año se han interpuesto 1.416 denuncias relacionadas con fraudes y timos realizados por taxistas, 106 por deficiencias en el vehículo o en su documentación; y otras 74 por irregularidades con las licencias o la utilización que se da de ella.
Ante estos datos, desde el pasado mes de agosto los municipales habilitaron una furgoneta para controlar y destapar las artimañas de los pícaros taxistas. Además, se cuenta con una serie de especialistas en la materia que conocen todos los pormenores de los fraudes y timos más habituales.
La “furgo-taxi” cuenta con tres taxímetros dos para medir la cuantía y uno para la distancia iguales a los de cualquier taxi, que pueden medir las carreras y comparar si el importe que se va a cobrar es el debido. Además, los agentes pueden inspeccionar el vehículo para ver si está manipulado o si el taxista cumple con la normativa vigente. Este dispositivo funciona de siete de la mañana a once de la noche, y cuenta con doce agentes asignados a este servicio, que acecha a los timadores que se mueven por el aeropuerto, las estaciones de Atocha y Chamartín y las de autobuses.
Pese a la amenaza de ser cazados, los timadores que se ponen al volante de un taxi cuentan con un amplio decálogo de artimañas para que la carrera cueste un poco más.
Las formas y maneras de obtener unos céntimos extras en cada viaje, o incluso cientos de euros, son múltiples. La primera batalla que libran estos pícaros se centra en engañar a los funcionarios de la ITV. El asunto consiste en pasar la inspección con unas ruedas más grandes de las que realmente usan con un radio mayor y posteriormente cambiarán a un neumático menor, que evidentemente gira un mayor número de veces y por tanto manda más impulsos al taxímetro. Resultado: un mínimo de entre 30 y 50 céntimos extras por carrera. La rueda también puede aportar a la cartera del timador unos euros extras si no está debidamente inflada. Si el neumático está deshinchado también girará más de lo habitual y por tanto el taxímetro subirá un poco más.
Pero estas estratagemas mecánicas se quedan en agua de borrajas en comparación con los complicados artilugios que algunos taxistas instalan en sus vehículos. Según explican los expertos de la Policía Municipal, la manipulación de los taxímetros suelen realizarla improvisados ingenieros que se especializan en la materia y que cobran a los propietarios del vehículo alrededor de 500 euros por la instalación.
Para llevar a cabo la manipulación se sustituye el aparato que envía los impulsos al taxímetro por otro que se conecta a un dispositivo que permite variar las mediciones de distancia y tiempo. Ese dispositivo que altera el funcionamiento del taxímetro obra en poder del taxista o está instalado discretamente en el vehículo. Así, el botón de la luz interior, un intermitente, un interruptor bajo la alfombrilla o un pedal puede ser la discreta e imperceptible para el usuario forma de mandar una orden al taxímetro para que comience a correr de una forma de-saforada. Un ejemplo: la Policía Municipal detectó un taxímetro que había tarifado dos millones de pesetas en mes y medio.
Pero la tecnología evoluciona y va mas allá. Las últimas tendencias en manipulación han llevado a la introducción de mandos a distancia, e incluso, desde el teléfono móvil se puede dar la orden al taxímetro para que sume más céntimos de lo establecido. Es más, estos sistemas permiten dos posiciones según la discrecionalidad del timador, una discontinua que suma céntimos cada vez que lo presiona el taxista; y otra fija, que con un toque acelera el contador durante todo el trayecto.
La tecnología ha llegado a tal punto que la Policía ha llegado a detectar instalaciones que conectaban el taxímetro con el volumen de la radio, a más volumen, más corría el taxímetro. Y rizando el rizo, por si el usuario no quería escuchar las noticias, el timador tenía un mecanismo alternativo para anular el sonido de los altavoces y poder seguir con su “buen hacer”. “Cuando el sonido estaba al máximo, el taxímetro sumaba 40.000 pesetas en dos minutos”, comentan los agentes municipales. Más casero es el método para cambiar la tarifa, mediante un interruptor que anula la conexión entre el taxímetro y la capilla letrero del taxi que figura en el techo del vehículo y que marca la tarifa y la bajada de bandera . Con ello, el timador puede circular con tipo de tarifa más cara, mientras que en el exterior la Policía verá en la capilla la correcta.
”Son 80.000 pesetas”
Frente a los que se recrean en la manipulación de la ingeniería mecánica están los que recurren a artimañas más artesanales y en consonancia con la tradición picaresca. Entre ellas destacan los paseos turísticos. Los importantes rodeos a los que se somete a algunos extranjeros, que sirven de ruta turística y, a su vez, para ver cómo los euros vuelan de su cartera a la del taxista.
Sin embargo, no son necesario largos paseos para obtener una carrera “de fondo”. “Son 50.000 pesetas”. Éste fue el importe que se intentó cobrar a un turista por llevarle desde un hotel del centro de la capital al aeropuerto, según recuerdan los agentes municipales. Y es que con la excusa de que el taxímetro está averiado o de que simplemente no funciona, las cuentas se echan a ojo. Y como el taxista siempre barre para casa, las carreras se disparan. “Para llevarle de una terminal a otra son 80.000 por las tasas del aeropuerto”, ésa fue la excusa para timar a una anciana asturiana en Barajas.
También hay algunos de estos timadores que se convierten en legisladores y establecen normativas que no existen o están derogadas. En Madrid hay muchos incautos que siguen pagando un suplemento, que varía según el pícaro de turno, por el equipaje y las maletas, cuando este gravamen está suprimido.
Pero la picaresca del taxi va más allá. Incluso después de cometer el fraude, los timadores se cubren las espaldas. Según la Policía Municipal, se dan casos en los que se emiten recibos falsos; otros en los que no aparece el número de licencia, los dígitos pertenecen a otro taxista o falta alguno de ellos. De esta manera no hay forma de dar con el timador, por lo que los municipales aconsejan no abandonar el taxi hasta que se persone una patrulla.
Pero en el mundo del taxi no son todos los que están, ni están todos los que son. Es evidente que tras la fachada de taxista se escuda mucho sinvergüenza que vive gracias al timo y el fraude. Es el caso de los conocidos como “tironeros”. Estos personajes se mueven principalmente en el aeropuerto, en la terminal internacional. Son pocos y son conocidos por la Policía y los taxistas. Los “tironeros” se dedican a captar clientes en la terminal ofreciendo su servicio. Los inocentes turistas se dejan llevar y son conducidos hasta el aparcamiento del aeropuerto, donde un coche particular les espera para llevarles al centro. Evidentemente no tienen instalado ningún taxímetro, deficiencia que suplen con un estallido de tarifas que oscilan entre las 10.000 y las 30.000 pesetas por viaje, según el destino y la cara de inocente del incauto extranjero.
La Policía Municipal asegura que se conoce a muchos de estos timadores y que se les espera a la salida del aparcamiento para efectuar la denuncia. “Son mis tíos o los primos de mi mujer”, suelen alegar los “tironeros”, explican los municipales. “Nadie se puede creer eso cuando los viajeros son japoneses o repiten sin parar taxi , taxi “, puntualizan divertidos los agentes.
Otro de los personajes que habitan en el mundo del taxi son los “piratas”. Son personas que se dedican a trabajar en el sector con una licencia falsa o sin licencia, e incluso, a veces sin carné. “En una ocasión detuvimos a un ciudadano de origen sudamericano con un taxi robado, sin licencia y sin carné de conducir”, narran los agentes. La Policía Municipal también tiene entre sus casos a un “pirata” que robaba los taxis en Toledo y se venía a trabajar a Madrid.
Bienvenido Mr. Marshall
Sin embargo, los españoles son los menos atacados por los timadores. Son los ciudadanos extracomunitarios el objetivo principal de los fraudes. Las personas llegadas de Hispanoamérica son unas de las más perjudicadas, ya que su miedo a denunciar por su delicada situación legal les lleva a sufrir habitualmente tremendos varapalos. El Imperio del Sol Naciente es otra de las principales fuentes de ingresos de los pícaros del taxi, junto a los americanos. Sin embargo, la información que éstos reciben sobre las artes de la picaresca y la similitud de valor de la moneda están destrozando el particular “plan Marshall” de los timadores.
La Administración ya ha tomado cartas en el asunto y estos delincuentes pueden enfrentarse a penas de cárcel de entre seis meses y dos años por un delito contra los consumidores, con multas de hasta 60.000 euros y la retirada definitiva de la licencia. También las asociaciones de profesionales hacen todo lo posible para erradicar estas prácticas, conscientes de que ellos son los más perjudicados por la imagen negativa del taxi que fomenta el pequeño grupo de “tironeros”, timadores y “piratas” del taxi. Por eso colaboran con la Policía para arrinconarles y evitar que los turistas recién llegados a la capital tengan un “mal viaje”.
Fuente: La Razón
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