Hermann Göring quería bombardear Nueva York con arena radiactiva
desde una nave espacial.
Según los historiadores que filtran los detalles del
proyecto, este plan fue el punto de partida para la exploración del cosmos en
todo el mundo.
El diseño del bombardero desarrollado por el matemático
austriaco Eugen Sänger influyó mucho las ideas de cómo debían ser los viajes
espaciales en EE.UU. de posguerra, acentúa el historiador David Baker.
"Los conceptos de algunas series enteras de naves cósmicas de la más alta
categoría se basan en sus teorías. Su trabajo tuvo un gran impacto sobre varios
aspectos del programa de los transbordadores espaciales", comenta
Baker, según recoge el diario británico Daily Express.
A finales de 1941 los EE.UU. se unieron a la alianza antinazi, siguiendo el ataque a Pearl Harbor. Hitler estaba obsesionado con la idea de bombardear el país. Pero para cumplir con el sueño del Führer, el jefe de las Fuerzas Aéreas necesitaba una tecnología innovadora. Los seis mil kilómetros que separan Berlín y, por ejemplo, Nueva York, eran un obstáculo insuperable para los aviones de la Luftwaffe: era imposible que realizaran un viaje de ida y vuelta sin reabastecimiento.
Hermann Göring encargó a Sänger que encontrara una solución técnica al problema. El proyecto de un caza bombardero continental reutilizable que el científico finalmente propuso tenía 900 páginas. Según Sänger, el Silbervogel o Pájaro de Plata (el avión recibió el nombre gracias al color metálico de su casco) debía ser motorizado por un cohete suborbital.
Tenía que lanzarse sobre un enorme trineo adjuntado a un monorriel de 3 kilómetros de largo alimentado por 36 motores basados en el cohete V2 (un misil balístico desarrollado en Alemania a principios de la Segunda Guerra Mundial). La nave debía acelerarse hasta unos 1.900 kilómetros por hora y al final del monorriel iniciar el despegue. 30 segundos después del despegue tenía que empezar a funcionar el motor de propulsión de 100 toneladas de peso del propio avión.
Ocho minutos después del arranque, el Pájaro de Plata alcanzaría unos 130 kilómetros de altura sobre la Tierra, para seguir una trayectoria suborbital hacia su blanco final. Sänger probó matemáticamente que el vuelo a una altura suborbital ahorraría combustible, prorrogando su período de vida para que fuera suficiente para todo el viaje de ida y vuelta a EE.UU. "El plan era explotar una bomba con arena radiactiva por encima de Nueva York, para que se formara una nube radiactiva que cubriera toda la ciudad", filtra en su libro sobre el tema el historiador David Myhra.
Una vez se deshiciera de la carga, el Pájaro de Plata descendería bajo la fuerza de la gravedad, reentraría en la atmósfera y se deslizaría hacia el territorio japonés en el Pacífico. Afortunadamente, Göring consideró que el proyecto era demasiado futurista. Sin embargo, los estudios después de la Guerra probaron que la idea de Sänger era teóricamente posible. En cuanto al matemático, después de la caída del régimen de Hitler se mudó a Francia, donde murió en 1964.
A finales de 1941 los EE.UU. se unieron a la alianza antinazi, siguiendo el ataque a Pearl Harbor. Hitler estaba obsesionado con la idea de bombardear el país. Pero para cumplir con el sueño del Führer, el jefe de las Fuerzas Aéreas necesitaba una tecnología innovadora. Los seis mil kilómetros que separan Berlín y, por ejemplo, Nueva York, eran un obstáculo insuperable para los aviones de la Luftwaffe: era imposible que realizaran un viaje de ida y vuelta sin reabastecimiento.
Hermann Göring encargó a Sänger que encontrara una solución técnica al problema. El proyecto de un caza bombardero continental reutilizable que el científico finalmente propuso tenía 900 páginas. Según Sänger, el Silbervogel o Pájaro de Plata (el avión recibió el nombre gracias al color metálico de su casco) debía ser motorizado por un cohete suborbital.
Tenía que lanzarse sobre un enorme trineo adjuntado a un monorriel de 3 kilómetros de largo alimentado por 36 motores basados en el cohete V2 (un misil balístico desarrollado en Alemania a principios de la Segunda Guerra Mundial). La nave debía acelerarse hasta unos 1.900 kilómetros por hora y al final del monorriel iniciar el despegue. 30 segundos después del despegue tenía que empezar a funcionar el motor de propulsión de 100 toneladas de peso del propio avión.
Ocho minutos después del arranque, el Pájaro de Plata alcanzaría unos 130 kilómetros de altura sobre la Tierra, para seguir una trayectoria suborbital hacia su blanco final. Sänger probó matemáticamente que el vuelo a una altura suborbital ahorraría combustible, prorrogando su período de vida para que fuera suficiente para todo el viaje de ida y vuelta a EE.UU. "El plan era explotar una bomba con arena radiactiva por encima de Nueva York, para que se formara una nube radiactiva que cubriera toda la ciudad", filtra en su libro sobre el tema el historiador David Myhra.
Una vez se deshiciera de la carga, el Pájaro de Plata descendería bajo la fuerza de la gravedad, reentraría en la atmósfera y se deslizaría hacia el territorio japonés en el Pacífico. Afortunadamente, Göring consideró que el proyecto era demasiado futurista. Sin embargo, los estudios después de la Guerra probaron que la idea de Sänger era teóricamente posible. En cuanto al matemático, después de la caída del régimen de Hitler se mudó a Francia, donde murió en 1964.
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