Realmente no acabo de entender el revuelo montado con la difusión de una decisión adoptada hace unos tres años y que en respuesta a un acuerdo parlamentario, cambia la denominación Hospital Regional Universitario “Carlos Haya”, por Hospital Regional de Málaga, suprimiendo el nombre de un militar que se unió al bando sublevado contra las instituciones constitucionales de la II República. Ni más ni menos.
Como toda decisión, habrá quien le guste más o menos, pero entiendo que hay que ser riguroso y no caer en el argumento facilón, ¿no hay otras cosas más importantes que solucionar?, ¡pues claro hombre!, ¡Y qué?, con esa excusa, ¿no hacemos nada ni cumplimos las leyes?. Lo criticable sería que se paralizaran medidas esenciales para la ciudadanía para priorizar, costes incluidos, este cambio de nombre, pero lo bien o mal que esté la Sanidad en Andalucía (que desde luego es manifiestamente mejorable) no es culpa de ese cambio de nombre, ¡por Dios!, tengamos un mínimo de seriedad y respeto a la inteligencia.
EL Parlamento de Andalucía (el que representa al Pueblo Andaluz, por si a alguien se le ha olvidado) instó en su momento al Gobierno autonómico (competente en estas materias) a que se cambiara ese nombre, y en el marco de la Ley de Memoria Histórica (una Ley aprobada en las Cortes Generales) se ejecuta la medida (en mi opinión, con demasiado retraso). Con buen juicio, supongo que se estará evitando al máximo, en el contexto de crisis económica, el coste de rótulos y documentación que el cambio de denominación implica.
El que suscribe, como portavoz de IU en el Ayuntamiento de Málaga llevó muchas iniciativas para librar al callejero de Málaga de símbolos y denominaciones de aquellos que sometieron al pueblo español en el terror con un golpe de Estado y una represión despiadada; aunque fueron la mayoría aprobadas por unanimidad, recibí críticas, algunas educadas y respetables y otras que no quiero recordar por el tono barriobajero y faccioso que se gastaban los paladines del “olvido histórico”. Como demócrata y como ciudadano respetuoso de las leyes aprobadas, les pido a todos normalidad y serenidad en este debate, y al Alcalde y al Presidente de la Diputación, que no muestren sorpresa ante una medida que saben que se encuadra en la más elemental adaptación de nuestro país a las medidas de superación de una etapa terrible de nuestra historia, el Franquismo.
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