Cartel publicitario con el que el PSOE de Felipe González ganó las elecciones el 28 de octubre de 1982
Por Antonio:, desde http://laventanaesmeralda.blogspot.com.es
Spot electoral del PSOE en la campaña de 1982, en la que Felipe González cosechó para el PSOE la primera mayoría absoluta del partido socialista desde la transición.
Por el cambio - PSOE 1982
El viernes 26 de octubre de 1982, a la edad de mis recién cumplidos dieciocho años, asistí enfervorizado al mitin con el que un joven de verbo fácil y contagioso entusiasmo, estaba a punto de cerrar sólo dos horas más tarde y en Madrid, la campaña electoral que llevaría al Partido Socialista Obrero Español PSOE a ganar las primeras elecciones de un partido de izquierdas en España tras más de cuarenta largos años de insidiosa e imperdonable Dictadura.
El nombre de este personaje, ya lo habrás adivinado, es el de Felipe González Márquez, el joven abogado sevillano con pelo largo, camisa de cuadros y morritos inocentes, que pasará a la posteridad por haber sido capaz de aglutinar en torno a su persona el mayor caudal de ilusión jamás generado en la historia reciente de este país, pero también por haber sido uno de los mayores embusteros, demagogos y manipuladores de los que mi frágil memoria recuerde.
Aquella larga noche del 28 de octubre de 1982, se convirtió en el momento más esperado por varias generaciones, la de los más jóvenes idealistas y las de los luchadores más veteranos, una noche donde se descorchó abundante champán y donde fueron derramados ríos de lágrimas de felicidad ante los nuevos horizontes que se abrían para el país y para las clases populares que, principalmente, habían aupado al PSOE a las riendas del Poder.
Primeras declaraciones oficiales de Felipe González tras la histórica victoria socialista de 1982 pocos minutos después de conocidos los resultados definitivos la madrugada del 29 de octubre
Han tenido que pasar muchos años antes de alcanzar un proceso de maduración experiencial siempre en crecimiento, jalonado de ilusiones, decepciones, caídas y vueltas a levantar, de preguntas sin respuesta y de sospechas “imposibles”, para empezar a ensamblar algunas piezas inconexas de lo que ha resultado ser un perverso plan que, partiendo del ideal más purista y de la ingenuidad más inocente de los ciudadanos de a pie, ha resultado ser un fiasco teledirigido y orquestado desde las cloacas de un Sistema que ha pretendido distraernos para, finalmente, terminar engañándonos a todos.
No seré yo quién se retrotraiga a los orígenes del socialismo español y más concretamente del PSOE fundado por Pablo Iglesias en 1879,
Pablo Iglesias, fundador del PSOE en 1879
un partido socialista que, después del alemán es el más antiguo de Europa, y cuyo primer congreso tuvo lugar en 1888, el mismo año en que fue fundado el sindicato de la Unión General de Trabajadores (UGT); tampoco soy la persona más indicada ni este el momento para analizar la connivencia socialista con parte de los diferentes gobiernos de la Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930), su consolidación como principal fuerza parlamentaria en 1932, su activa participación en la Revolución de Asturias de 1934, su integración en el Frente Popular en 1935,
Francisco Largo Caballero, el "Lenin" español, histórico dirigente socialista que lideró los sectores más beligerantes contra el fascismo antes y durante la Guerra Civil española.
el papel gubernamental desempeñado durante la Guerra Civil, el largo y subsiguiente exilio y su posterior “refundación”, tarea que debe de ser personal y producto de la consulta y análisis de fuentes múltiples más allá del adoctrinamiento de que somos potencialmente objeto por parte de la tendenciosa y sospechosamente amañada historiografía oficial.
Esa deriva del PSOE arranca de la Segunda Internacional celebrada en París en 1889 y que sería conocida históricamente como “la internacional socialdemócrata”, después de que, durante la Primera, tuviese lugar la primera gran escisión del movimiento obrero internacional entre los marxistas de Karl Marx y Friedich Engels y los comunistas libertarios o anarquistas de Bakunin, una división que tuvo importantes repercusiones en España.
Cartel anunciador de la Primera Internacional
Pero volvamos a 1982, la fecha en la que, bien “atados” los partidos de la izquierda occidental más combativa como los franceses e italianos, a punto de “reventar” el sindicalismo minero en Inglaterra solo dos años más tarde, y con la “Guerra Fría” próxima a expirar, había llegado el momento de activar, en connivencia con las élites y sus adláteres de la Internacional Socialista, el enorme fraude escénico que supuso la llegada al Poder del PSOE en 1982, de la misma manera que habían “fabricado” al líder socialista portugués Mario Soares para dinamitar el proceso revolucionario de inspiración comunista que había supuesto la llamada “Revolución de los Claveles” en la Portugal de 1974.
Capítulo del libro "La CIA en España" de Alfredo Grimaldo Feito
Una “operación” cuyo origen se remonta a principios de los años 70, cuando el Régimen, sabedor de que no podría sobrevivir a Franco y a requerimiento de las sacrosantas “democracias” que lo habían sostenido y amamantado durante cuarenta años, puso en marcha “la operación Primavera” para contactar con los “dirigentes” de un partido socialista residual (que según algunas fuentes, apenas contaba con dos mil militantes), para conocer, de primera mano, el alcance real de sus pretensiones.
Producto y resultado de esta “exploración”, fue la celebración el 14 de octubre de 1974 en la localidad francesa de Suresnes, del XIII Congreso del PSOE en el exilio (y XXVI de toda su historia), un Congreso donde, además de presentarse en sociedad a un joven abogado andaluz al que nadie conocía, cuyo nombre clandestino era “Isidoro” y cuyo “padrinazgo” ideológico y financiero corrió a cargo de la socialdemocracia alemana de Willy Brandt (la misma que fomentó el timo del mal llamado “estado del bienestar”), el objetivo fundamental era, sobre todo, desbancar a Rodolfo Llopis, secretario general del PSOE en el exilio desde 1944.
Congreso del PSOE en el exilio celebrado en la localidad francesa de Suresnes, donde Felipe Gonz´laez fue elegido secretario general según el plan oquestado por las élites y la Internacional Socialista
Resultado de ese Congreso fue la elección de Felipe González como secretario general, liderando un nuevo PSOE que dio en llamarse primeramente “reformista” y más tarde “felipista” en contraposición al sector “histórico” que pasó a estar encabezado por Rodolfo Llopis, sector mayoritario el del sevillano al que la Internacional Socialista reconoció su “legitimidad histórica”, lo mismo que el Tribunal Supremo (que, entonces como ahora, sólo ha atendido a los intereses del Sistema y de las élites a las que sirve) al impedir a los “históricos” concurrir a las elecciones de 1977 con la denominación de PSOE histórico, obligándolo a cambiar sus siglas por las de “Partido Socialista” PASOC que concurrió en solitario bajo la dirección de Pablo Castellano, antes de integrarse en 1986 en “la sopa de letras” que siempre ha sido Izquierda Unida, antes de abandonar la coalición en 2001.
A partir de su elección como secretario general, Felipe González, joven, moderado, inteligente y demagogo donde los haya, es catapultado ante la opinión pública española e internacional como el “recambio” perfecto de una izquierda cuyo protagonismo había sido robado, vergonzosamente, al Partido Comunista de España (PCE), principal artífice de la resistencia antifranquista tanto en el interior como en el exterior del país.
De esta manera, a través de un complejo programa de marketing publicitario y de “lavado de cerebro” en masa, fueron socavados todos los ambientes donde la mecha izquierdista revolucionaria pudiera prender, haciendo creer a la población, que un casi inexistente PSOE era el “partido de izquierdas” heredero de la lucha contra la Dictadura, y a través de un “programa que incluía la pantomima de congresos donde todo o casi todo estaba amañado, ir presentando a Felipe González como una alternativa democrática, moderada, válida y “posible” de alternancia en el Poder.
Para ello el ya líder “socialista”, que además ha sido siempre un excelente actor melodramático, representó a la perfección el plan socialdemócrata de la Internacional Socialista lanzando a la dirección del PSOE un órdago ideológico, escenificando, en mayo de 1979, un simulacro de dimisión tras presentar una ponencia y afirmar que “había que ser socialista antes que marxista”, propuesta que, al ser rechazada, le “obligó” a dimitir, para, en septiembre de ese mismo año, en el llamado “XXVIII y medio Congreso”, tras conseguir que fuese eliminado el “marxismo” de los estatutos que habían dado sostén y fundamento al PSOE durante más de un siglo, retomar la secretaría general y despojar así al socialismo de ideología pues, ¿puede pretenderse un socialismo sin marxismo o una religión sin espiritualidad?
Porque Felipe González fue “ideado”, formado y “consagrado” por la Internacional Socialista, las élites y también de la CIA (tal y como documenta y muy bien Alfredo Grimaldo Feito en su libro “La CIA en España” y más concretamente el capítulo titulado “La CIA y la refundación de PSOE” y que confirma Justo de la Cueva, miembro de la comisión mista re reunificación del PSOE madrileño en 1977), “su” PSOE rechazó integrarse en la llamada “Junta Democrática”, plataforma de oposición al franquismo y partidaria de la “ruptura”, creada en París en 1974 y que, constituida a iniciativa de Antonio García Trevijano y auspiciada por el Partido Comunista de España, aglutinó a la práctica totalidad del izquierdismo español, salvo al PSOE y a la UGT, la CNT y los grupúsculos de la extrema izquierda más radical.
Reunión de la "Junta Democrática", entre cuyos dirigentes estuvo el secretario general del PCE, Santiago Carrillo, antes de traicionar también las reivindicaciones históricas del comunismo español.
De estas guisas, se celebraron las primeras elecciones democráticas en 1977, donde el PSOE se erigió, tal y como el plan había prestablecido, en el depositario de buena parte de los ideales de la izquierda, gracias a esa moderación entreguista que olía y sigue oliendo a traición, donde unos “dirigentes” sin pasado (salvo excepciones como Nicolás Redondo o Pablo Castellano) adquirieron un “protagonismo” fabricado en la despensa de la Internacional Socialista, inventora de ese “estado del bienestar” con el que han destruido la conciencia crítica de las masas populares y preparando l proceso de desintegración del socialismo revolucionario.
En este contexto, muchos ingenuos como yo, esperamos impacientes las elecciones de aquel octubre de 1982, pocos meses después de que el PSOE “participase” pasivamente del patético numerito del autogolpe del 23 de Febrero de 1981, donde presuntamente el nombre de Felipe González aparecía en un papel manuscrito que jamás pudo ser recuperado (ver el artículo “23 F, el golpe de estado que no fue” publicado en este mismo blog), según el cual iba a ser vicepresidente del “gobierno provisional” de concentración que el general Armada tenía diseñado una vez hubiera triunfado el golpe, claro está si no hubiera sido porque al Rey franquista, que jamás ha jurado ni prometido la Constitución de 1978, no se le hubiesen torcido los planes con la “metedura de pata” del tristemente célebre títere Tejero, operación que sirvió, por si todavía quedasen dudas, pata terminar para siempre con cualquier posibilidad de reactivación del Partido Comunista de España y el “barrido” definitivo del mapa de los escasos reductos izquierdistas extra parlamentarios.
Con todas las premisas cumplidas, salvo el ideológico “no” a la incorporación de España a la OTAN que sirvió al PSOE para “atrapar” a ingenuos como yo, sólo le quedaba a Felipe González, ya como presidente del gobierno, montar un último numerito de prestidigitación marketiniana, representado por la convocatoria de un referéndum popular para que fuese el pueblo quién decidiese la adhesión o no de España a la OTAN el 12 de marzo de 1986, cuyo resultado favorable a las tesis gubernamentales constituye uno de los pucherazos más vergonzosos de los que se tenga constancia en la casi infinita concatenación de farsas electorales convocadas en Europa en este último medio siglo y que sirvió para que Felipe González “ganase” una consulta amañada e inundada de sospechas y de irregularidades, hecha a la imagen y semejanza de un psicópata sin escrúpulos como él y como los “dirigentes” “socio listos” impuestos por el corporativismo imperante.
Javier Solana en un mitin anti OTAN, parodia surrealista del que luego sería secretario general de esta organización criminal.
Un PSOE que, con González en la presidencia desde 1982 hasta 1996, atravesó algunos de los momentos más ignominiosos de su historia, generando, probablemente, la mayor trama de corrupción jamás habida en este país, cuya guinda más escandalosa fue la implicación y posterior encarcelamiento de la cúpula del ministerio del Interior por su conexión intelectual y material con el terrorismo de estado frente a ETA, sin que a día de hoy sepamos todavía quién era la “x” que dirigió esta macabra operación, aunque todo apunta presuntamente al “sevillano del pico de oro” que tanto daño ha hecho a los ideales del socialismo.
Felipe González, de espaldas, abrazando a los responsables de la cúpula de los GAL, ¿para agradecerles su silencio en torno a mister "x"?, todo ello mom,entos antes de ingresar aquellos en prisión
Prueba palpable del “agradecimiento” con que los prebostes del Imperio quisieron “recompensar” a las corruptas y manipulables marionetas del PSOE por tan servil trabajo de destrucción, podemos encontrarlo en la ascensión de estos miserables a puestos de “alta” responsabilidad; destacando, como el más sangrante de todos ellos, el del “mercenario” Javier Solana, el del famoso “OTAN, de entrada No”, para convertirse, desde 1996 hasta 1999, nada menos que en secretario general de esta estructura militar criminal organizada hasta que, en 2009, fue designado Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea conocido como “mister pesc”.
Otro preboste semejante es el ínclito Joaquín Almunia, desde febrero de 2010 Vicepresidente y Comisario Europeo de la Competencia, un cargo recibido como premio al socavamiento que provocó en un PSOE que lo eligió nuevo secretario general desde 1997 hasta 2000 y cuyo paso por el partido sólo sirvió para destruir todavía más lo poco que le quedaba, si es que aún restaba algo, del ideal socialista.
Joaquin Almunia, sucesor de Felipe en la Secretaría General, encargado de socavar todavía más al socialismo español
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El caso del actual secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba es de aurora boreal, pues este personaje, además de saber y de entender prácticamente de todo como demuestran las múltiples carteras ministeriales ocupadas hasta la fecha, parece estar presuntamente involucrado hasta la médula en el escándalo de las escuchas policiales del “caso Faisán”, que no vienen sino a amontonar más sospechas si caben a la presunta connivencia de los servicios secretos del Estado con la organización independentista vasca ETA; una secretaría general desde la que tendrá por misión “velar” para que la destrucción del PSOE se consolide en el tiempo, impidiendo, al mismo tiempo, cualquier atisbo de regeneración.
El prestidigitador camaleónico del PSOE y uno de sus dertactores más implacables: Alfredo Pérez Rubalcaba, el actual secretario general cuta misión es el aniquilamiento definitivo del PSOE
Otro caso peculiar es el de Josep Borrell, elegido por las bases en las primeras y únicas elecciones primarias organizadas por el PSOE el 24 de abril de 1998 para elegir secretario general derrotando un “aparato” controlado por Almunia; un año después, maniobras internas orquestadas en su contra, le “obligaron” a dimitir, una trayectoria hasta entonces aparentemente impoluta que se vio empañada por su aceptación de presidir el Parlamento Europeo desde 2004 hasta 2007, ante lo que me pregunto, ¿acaso la “operación Borrell” fue tan solo un montaje cosmético de distracción para aparentar una “pureza” electoral en un PSOE infiltrado y desnaturalizado hasta la médula?.
Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos demostrativos de hasta qué punto el aparato dirigente del PSOE (entre los que destacaron, y de qué manera, Alfonso Guerra y el sionista Enrique Múgica Herzog), prevaliéndose de la buena fe de tantas y tantas gentes impulsadas por la fuerza de sus ideales, pusieron en escena una vergonzosa parodia amañada hasta el más ínfimo detalle, traicionando la esencia misma de una ideología que, equivocada o no, merecía el mayor de los respetos en honor a cuántos se sacrificaron, lucharon y creyeron con ella a través de la Historia.
Si todo lo expuesto no fuera todavía suficiente, la más que novelesca elección de José Luis Rodríguez Zapatero en 2000 como secretario general en el XXXIV congreso del PSOE, ha sido, hasta el momento, la guinda de la defenestración definitiva del socialismo español; en 2004, ganó las alecciones en medio de la atmósfera de terror provocada por los terribles atentados de falsa bandera del 11 de marzo en Madrid, manteniéndose en la presidencia del gobierno hasta principios del 2012, y pasando a la Historia como el líder socialista de la mediocridad y el esperpento, llevando al PSOE al mayor grado de descrédito de su Historia.
Los últimos 40 años del PSOE han sido, en gran medida, una inmensa mentira y un fraude descomunal, aprovechando la imagen de juventud y aceptación internacional de sus jóvenes dirigentes en los años 70, una época en la que, mientras los pocos militantes de base de este y otros muchos partidos sufrían cárcel y persecución por defender sus ideales, los líderes “socio listos” “fabricados” por el Sistema entraban y salían del país intercambiando pasaportes con la policía del Régimen como si de simples cromos se tratase y cenaban juntos en restaurantes de Rentería como el Pamiere Fleurie con uno de los grandes orquestadores de la destrucción del PSOE como ha sido el judío sionista Enrique Múgica (datos contenidos en el libro “la CIA en España de Alfredo Grimaldo Feito).
Llegados a este punto, cabe preguntarse si el grado de deterioro y progresivo aniquilamiento moral del PSOE ha sido producto de un agotamiento ideológico agravado por la falta de líderes con la solera de otras épocas, o, por el contrario, ha sido producto de un derrumbe programado con la finalidad de convertirlo en una especie de zombi, manteniendo su existencia formal como estructura pero asegurándose la extracción de su propia alma, o lo que es lo mismo, matando cualquier vestigio de ideal.
Los mitineros Felipe, Guerra y el "comisario" Múgica, en unos tiempos en los que engañaron a tantos, incluido a mi
Mi opinión personal es que, al igual que aprovechando ciertos condicionantes históricos y sociales, interesó en su momento activar los grandes partidos socialistas para hacer creer a las clases populares que contaban con una presunta protección bajo cuya apariencia se buscaba, fundamentalmente, sin embargo, dividir y confundir, ahora, y desde que concluyera la segunda guerra mundial, lo que ha interesado ha sido desmontar progresivamente esas mismas estructuras con la finalidad de dejar “huérfano” al movimiento obrero y sus ramificaciones sindicales mediante la corrosión de sus programas, la degradación y desacreditación de sus dirigentes debidamente corrompidos y, sobre todo, la falsa sensación de que aquellos dejaron de ser necesarios en una sociedad que había alcanzado niveles de un “bienestar” que ahora se desmorona a ritmo de espiral, sencillamente porque nunca fue producto de ninguna conquista sino de una mera concesión.
Con todo ello, pretendo demostrar también la no necesidad de estructuras partidistas que para lo único que han servido ha sido para, además de servir de instrumento a quiénes activaron su funcionalidad, anquilosar la creatividad individual ahogando el espíritu combativo desde la auto reflexión y la conciencia crítica, es decir: igual que el ciudadano decidió que fuera el Estado quién decidiese por él y proveyese todas sus necesidades, el militante hace lo propio con el partido al que pertenece dejando en manos de sus dirigentes las decisiones que sólo él puede tomar a través de una asamblea permanente.
Lo que está pasando con el PSOE no es un caso aislado, pues ha pasado lo mismo con todos los partidos “socio listos” de nuestro entorno, estando asistiendo a su desmantelamiento sistemático una vez que ya han “servido” a los intereses de los mismos que un día los impusieron como fórmula para soterrar el espíritu combativo de un individuo que, aunque hoy tenga narcotizada su conciencia, volverá a reactivarla, aunque el proceso de reconstrucción durará tanto tiempo como el invertido para su soterramiento.
Felipe González ha sido la “punta de lanza” en España de este maquiavélico plan, el “modelo perfecto” para aniquilar, desde su dichoso pragmatismo, los fundamentos de la ética socialista y del valor del compromiso, mientras el pueblo, ignorante y absorto en el “paraíso artificial” que el enjambre vampírico de la socialdemocracia había tejido, robaba con descaro su soberanía mediante el circense acto formal de depositar una papeleta en forma de voto y, lo más importante, vendiendo su independencia y aceptando su condición de súbdito.
Lejos ha quedado en el tiempo aquel 28 de octubre de 1982, lo que no ha quedado tan lejos por estar plenamente vigentes, han sido los engranajes con los que el Sistema ha seguido creaando apariencias inicialmente exentas de sospecha, como la “fabricación” de embaucadores y psicópatas sin escrúpulos como aquel joven sevillano llamado Felipe González, el “listo” de la película que además quiso ser “socio”, capaz de engañar al “tonto” que era el pueblo, entregándole unas “estampitas” en forma de promesas a cambio de un “dinero” en forma de votos, ganando las elecciones “forrándose con la operación” y fugándose más tarde, justo cuando la víctima toma conciencia de que el “listo” en el que creyó no era más que un farsante……, exactamente, ¿te suena esto al “timo de la estampita”?. Has acertado.
Secuencia de la película española de 1959 "los tramposos" donde Tony Leblanc representa al "listo tonto" que fue Felipe González y Antonio Ozores al "ingenuo idiota" que fue y sigue siendo el pueblo español, aceptando promesas a cambio de votos, o lo que es lo mismo, estampitas por dinero
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