“Hay que ser amable con todos los terroristas, porque uno nunca sabe si entre ellos habrá alguno que mañana sea Jefe de Estado”
Maryse Choisy
Logo de A.I., cuyo alambre de púas dibuja la “Z” de “Zion” o “Sión”
Nota de Todo Está Relacionado: Todo lo aquí expuesto sería exactamente igual si se cambian “comunistas” por “fascistas”, ya que la Hermandad Babilónica-Atlante, creó las dos facciones.
“Hace algún tiempo no pasaba día sin que esta organización supuestamente idealista e inspirada por los más altos valores humanos no apareciera en las noticias. La impresión general es la de un ente o referente independiente y valioso para toda la Humanidad. Estas líneas ayudarán a orientar mejor tales apreciaciones, ya que en algún momento volverá al centro de la noticia.
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Esta sorprendentemente famosa, e inexplicablemente respetada organización fue fundada por Seán MacBride,
nacido en París en 1904, hijo de un activista irlandés fusilado y una
revoltosa feminista. Estudió en esa ciudad para luego dirigirse a
Irlanda uniéndose a los terroristas del IRA. En 1927 se asocia al judío E. DeValera y escribe en el matutino “Irish Press”.
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Funge como periodista bajo nombre falso en Inglaterra y en París. Se convierte en abogado y defiende a los terroristas presos. Ayuda a DeValera a ganar las elecciones y éste lo nombra Ministro de Asuntos Extranjeros de 1948 a 1951. Abandona el IRA. Llega a ser miembro del Consejo de Europa, integra la European Round Table, el Bureau Internacional de la Paz, el Congreso de las Fuerzas Mundiales de la Paz (presidente en 1973), y Premio Nobel de la Paz al mismo tiempo que… Premio LENIN de la Paz!
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Funge como periodista bajo nombre falso en Inglaterra y en París. Se convierte en abogado y defiende a los terroristas presos. Ayuda a DeValera a ganar las elecciones y éste lo nombra Ministro de Asuntos Extranjeros de 1948 a 1951. Abandona el IRA. Llega a ser miembro del Consejo de Europa, integra la European Round Table, el Bureau Internacional de la Paz, el Congreso de las Fuerzas Mundiales de la Paz (presidente en 1973), y Premio Nobel de la Paz al mismo tiempo que… Premio LENIN de la Paz!
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Menos conocida es su pertenencia al “Ordo Templis Orientis“, junto al misterioso hijo de una riquísima familia israelita, Trebitsch-Lincoln. Esta secta masónica recogió el pensamiento y ritos de Adam Weishaupt, creador de la secta “Los Iluminados de Baviera“. Esto ya nos da la primera pista para poder develar tan intrincado misterio. Amnesty
International empieza a concebirse en el oscuro mundo subterráneo de
las sectas secretas, cuya cantidad y poder simplemente abisman, cuando
llegamos a conocerlas. Gran ayuda para eso es el libro
“Die Geheim-Gesellschaften und Ihre Macht im 20. Jahrhundert” (Las
Sociedades Secretas y Su Poder en el Siglo XX), Ian van Helsing,
penosamente editado por Ewertverlag, 1993, prohibido en Alemania y no traducido aún. Figura familiar para unos pocos es el general Haushofer, con quien Sean McBride participó en la Unión Paneuropea, antigua propagadora de un Gobierno Mundial. También a través de su amigo israelita Joseph Ratinger, cofundador con David Rockefeller del CFR (‘Consejo
de Relaciones Exteriores’), estaba conectado con el ‘Coronel’ Mandell
House, de los ‘Masters of Wisdom’; ambos crearon el ‘Centro de Cultura
Europea’, ‘La Liga Europea de Cooperación Económica’ y el ‘Movimiento
Europeo’.
McBride trabaja también para la UNESCO en
diversas comisiones y comités, destacando la ‘Comisión Internacional de
Juristas’ (JIC), la que le sirvió de puntal para su hija predilecta:
Amnesty International, heredera de otro engendro favorito suyo, la
‘Convención de los Derechos del Hombre’.
Originalmente
se la llamó “Llamado en Favor de la Amnistía”, y para su lanzamiento se
inició una campaña propagandística internacional con un gran golpe.
Esto fue una publicación a doble página en ‘Le Monde’ y ‘L’Observer’,
algo absolutamente imposible de conseguir, pero en este caso el apoyo
incondicional de todo tipo prestado por David Astor, propietario de L’Observer, no sólo lo hizo posible sino que además permitió elegir el día de la publicación: exactamente el día de la Santísima Trinidad, 28 de Mayo de 1961, trastocando el significado religioso de esa festividad católica.
Por
coincidencia David Astor era miembro del Comité Directivo del ‘Royal
Institute of International Affairs’ (RIIA’), de la ‘Pilgrims Society’,
de la ‘Round Table’ y del ya tristemente conocido ‘Grupo Bilderberger’, en cuya fundación también tomó parte Joseph Ratinger.
La JIC, beneficiaria del estatuto consultivo de la ECOSOC, la UNESCO y
del Consejo de Europa, asegura que su rol es “promover la primacía del
Derecho y la protección jurídica de los Derechos del Hombre en todas
partes del mundo. Envía observadores internacionales para seguir los
grandes procesos políticos a fin de poder intervenir ante los gobiernos y
de informar a la opinión pública cuando la primacía del derecho no ha
sido respetada”. Se hace la salvedad que los países del Este negaron
sistemáticamente a los juristas del JIC el derecho a asistir a los
juicios o a investigar las violaciones de los derechos del hombre. En
consecuencia no mantiene archivos de ningún país de la órbita soviética y
le sobran de aquellos países en que regímenes fuertes, que para
defender a sus pueblos proscriben al partido comunista, son
caricaturizados como ‘dictaduras’. Entre
sus altos funcionarios encontramos representantes de todas las sectas y
sociedades secretas mencionadas, más la ‘Fabian Society’, el ‘Grupo
Pugwash’, la ‘Comisión Trilateral’ y otras.
El
gran golpe en Le Monde y L’Observer tuvo ecos en el New York Times, el
Washington Post, el Asahi Shinbum de Japón, Die Welt en la RFA. Nada de
raro ya que todos estos medios escritos están ligados directamente al
CFR, a los Bilderberger y a la Trilateral, igual que muchísimos más.
Dos meses
después se reúnen 12 personas en un café de Luxemburgo para dar a luz a
Amnesty International. Las campañas se sucedieron sin tregua hasta 1966,
cuando estalla el escándalo de Adén, Arabia. Allá se torturaba, y era
Inglaterra con sus servicios secretos la culpable. David Astor tomó la
decisión: se cortaría por lo sano. Así que contrató a un ex-agente
secreto británico, Peter Calvocoressi, quien con sus contactos podría
investigar ‘exitosamente’ semejante denuncia. Así fue y el informe habló
de ‘algunas negligencias’ y que no había pruebas de que alguno de
aquellos miembros de Amnesty International hubiesen trabajado para
agencias secretas.
Pero el
análisis final nos dice que Amnesty International cuenta con el respaldo
de antiguos agentes secretos, como Astor y Calvocoressi, que aun
retirado tienen acceso a toda la información que Sean McBride desee.
Añadamos que Calvocoressi es el mandante de Penguin Books y director de
otras editoras, pero lo más importante es que fue miembro del Tribunal
de Nuremberg, y lo es del RIIA, del IISS y del ‘Institute of Race
Relations’.
A estas
alturas ya debiera llamar la atención la profusión de coincidencias
alrededor de Amnesty International, con la repetición de misteriosas
sociedades, sobre todo cuando uno está informado sobre quienes fundaron
tales sectas y su verdadera finalidad.
En 1965 Sean
McBride viajó a Washington invitado por Averill Harriman, hombre de
mucho peso en las relaciones exteriores de EEUU, enviado especial de
Roosevelt ante Londres durante la guerra, y luego ante Moscú, también gran amigo de Trotzky.
Mas no podía fallar, era miembro del CFR, de la Pilgrims Society junto a
los Rockefeller, los patrones del CFR. ¿A qué viajó a Washington? Él
mismo lo revela: “La administración demócrata conocía mis buenas
relaciones con los jefes de Norvietnam y deseaba que expusiera mis
puntos de vista a autoridades políticas de alto nivel”. Se reúne
entonces con Dean Rusk, Mac George Bundy y Robert MacNamara. Los tres
eran miembros más o menos de las mismas sociedades, pero con ribetes
izquierdistas bastante acentuados; p. ej.: Bundy colaboraba
estrechamente con el yerno de Alexei Kosigyn. Sean McBride propuso a
Philip Noel-Baker y Jean Sainteny como intermediarios para negociar con
Hanoi; de estos Ho Chi Minh prefería abiertamente a Sainteny, por lo que
fue elegido y apuntaló a Henry Kissinger, otro que bien baila, en las
negociaciones del ‘68 al ‘73 y que culminaron en los ‘acuerdos de
París’. Lo que pocos saben es que
tras los viajes de Kissinger y las conexiones de Sainteny estaban los
hilos de la Pugwash en las personas de Herbert Marcovich y Raymond
Aubrac, así como de un alto personaje de la judería yanqui, Milton Katz,
el que entre otras pertenecía a la ‘Fundación de Paz Mundial’, a la que
por coincidencia pertenecía McBride. Katz introdujo a su hermano Kissinger a este mundo de alta política y posteriormente a Jimmy Carter. Adicional y reveladoramente el Centro
de Documentación del Gran Oriente de Francia confirma los estrechos
vínculos entre Amnesty International y la Masonería, especialmente el
papel que jugó esta última en la campaña para la paz en Vietnam. Una paz digna de un profundo análisis.
El paso
siguiente en 1972 fue nueva campaña ahora contra la tortura, patrocinada
por la UNESCO. Lo impresentable es que la originó la revelación de que
la impoluta Gran Bretaña practicaba la tortura a todo vapor en sus
colonias.
En 1973 es
nombrado Secretario General adjunto de la ONU, presidida por Kurt
Waldheim (antes de caer en desgracia), y esto lo obliga a dejar la
presidencia de Amnesty International. Su salida no detiene el avance de
la siniestra organización -siniestra en más de un sentido-, la que luego
de presentar el proyecto de Declaración sobre la Raza y los Prejuicios
Raciales, marzo ‘73, impulsa reuniones de expertos en la UNESCO para
debatir los supuestos Derechos del Hombre y en junio de 1978 el
establecimiento de un ‘nuevo orden económico internacional’. Tal cual.
Lo anecdótico
de esto es que Amnesty International posa de apolítica, imparcial,
justa, insobornable, exigente y rigurosa. Entonces pedir, o más bien
exigir, un nuevo orden mundial no sería un acto político. En declaración
a ‘Le Monde’, 12.X.77, su presidente tuvo el desparpajo de quejarse
‘que era criticada por un número creciente de países del Este como del
Oeste’. Exactamente calificada como guarida de comunistas para los
libres de América Latina y bastión del capitalismo para los rojos
bolcheviques. Al final de este escrito saque sus propias conclusiones.
En 1974 Sean
McBride recibe el premio Nobel y en su discurso no tiene empacho en
decir con gran frescura: “Es en efecto la opinión pública estadounidense
y mundial lo que forzó a Washington a retirarse de Vietnam” ¡¡!! Pero
ya no le bastó con los prisioneros políticos, así que se lanzó contra la
pena de muerte, labor en la que lo secundó el canciller ‘austríaco’
Kreisky, financiero de Pugwash y de la IIASA, organizaciones definidas
como ‘mundial-progresistas’, y bien sabemos lo que el término
‘progresista’ realmente implica.
Amnesty
International cuenta con una Guía, reservada exclusivamente para uso de
sus miembros, en la que se lee “nadie es aceptado como prisionero de
opinión si se considera que ha incurrido o incitado a actos violencia o
si ha participado en espionaje. Este criterio permite establecer una
distinción entre los prisioneros de opinión y los otros prisioneros y
permite evitar que Amnesty International pueda ser acusada de aportar su
sostén al terrorismo”, pág. 11 de la edición de 1978.
La poco comprensiva realidad sin embargo se niega obstinadamente a compadecerse con tan nobles principios. En
efecto vemos como se desvive por enviar observadores y defender a brazo
partido a desalmados terroristas de izquierda como los de la ‘Rote
Armee Fraktion’, conocida como Ejército Rojo. Y brilla
por su ausencia en casos de combatientes de derecha capturados por el
sistema. Este es sólo un ejemplo de muchos, en que han defendido a
prisioneros que han hecho uso de una violencia inusitada e irracional.
Sobra decir que el terrorismo es condenable venga de donde venga, pero
no puede estar bien defender a unos e ignorar a otros, cuando se rasgan
vestiduras y se llora imparcialidad y objetividad a ultranza.
Más ilustrativo es el caso del abogado Klaus Croissant,
que defendió a los terroristas asesinos del grupo Baader-Meinhof.
Comprobada su abierta complicidad y su servicio de enlace entre los
detenidos y los delincuentes aún sueltos, fue a su vez detenido en
Francia y se esperaba su extradición a Alemania, existiendo ya un
decreto de expulsión. Amnesty International enrostra desafiante al
gobierno francés y exige la liberación del ilegal. Y se apoya en una
carta abierta firmada entre otras buenas personas por Régis
Debray, Jean Elienstein, Simone de Beauvoir, Vladimir Jankelevitch,
Jean Paul Sartre, Ives Boisset, Françoise Sagan, Georg Kiejman, Laurent
Schwarz, Fred Zeller (antiguo Gran Maestre), Claude Boundet, François
Chatelet, Maurice Clavel, Jacques Debou- Bridel, Gilles Deleuze, Pierre
Jove, Françoise Mallet-Joris, Antoine Sanguinetti, Haroun Tazieff, también Pierre Bloch y el abogado Badinter, ambos de la LICRA (Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo).
A estas “grandes personalidades”, las que si no pueden ser catalogadas
de izquierdistas es porque se sitúan en la extrema izquierda, se unió
otro distinguido firmante, Serge Klarsfeld, el triste pero rentablemente famoso ‘cazador de Nazis’ que continúa su negocio después que se probó la ilegalidad del Juicio de Nuremberg y la falsedad del Holocausto.
Pero el caso
que despojó definitivamente de su careta a Amnesty International fue el
caso de ‘Los Diez de Wilmington’, nueve negros y una mujerzuela no
negra, condenados a un total de 282 años de presidio por asalto e
incendio de una tienda durante los disturbios raciales de 1971 en esa
ciudad. La imparcial organización, preocupada de no ser inculpada de
amparar el terrorismo, adoptó a los diez criminales como ‘prisioneros de
opinión’ (?), basándose en el peregrino argumento de que ‘era bien
conocido su pasado de militantes antirracistas’. Finalmente llegamos a
la madre del cordero. No se trata de izquierdas ni derechas, opinión o
justicia, derechos humanos o procesos justos. No, nada de eso. Se trata de Razas. De
racismo y antirracismo, pero definidos omnímodamente por los creadores
de Amnesty International y de todas las sectas secretas tras ella.
En pocas
palabras, se puede cometer cualquier crimen, incluso el más despiadado
terrorismo, y se tendrá total impunidad a condición de tener un pasado
de conocida militancia antirracista. ¡Listo!
Añadamos que
en declaración a Le Monde, 10.XII.77, se ufana de ‘atraer la atención
sobre el escándalo de mantener en prisión por sospecha de comunismo’.
Nadie ha visto que haya atraído jamás la menor atención hacia ciudadanos
decentes encarcelados por sospecha de anticomunismo.
No es de
extrañar que cuando el 10.X.71 Amnesty International recibía el Premio
Nobel de la Paz, el Ministro de Educación uruguayo comentara el hecho a
Le Monde como “un chiste de mal gusto”.
¿Qué
es entonces realmente Amnesty International? Su sede de Londres anida
al órgano más importante, el Secretariado General, cuya función
primordial es la de recoger y analizar todas las informaciones sobre
violaciones a los DD.HH provenientes del mundo entero. Desde aquí el
Departamento de Investigación reparte sus directivas, comunicados y
definiciones a todas la secciones nacionales en los diversos países, las
cuales se limitan sólo a traducirlas y difundirlas sin ingerencia
alguna.
Este Departamento de Investigación está dirigido por Derek Roebuck, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Tasmania y jefe del Partido Comunista australiano. Cuenta con un larguísimo historial de actuaciones en organizaciones de izquierda y extrema izquierda.
Tanto así que su nominación fue objetada por un senador de Tasmania y
miembro de la misma organización, Brian Harradine, el que en su
ingenuidad y desconocimiento del trasfondo de su querida institución,
llegó a cuestionar la idoneidad de tan conspicuo director y recordó que
aquel gustaba de ser definido como ‘propagandista político’ más que de
catedrático o académico, por lo que el producto de sus indagaciones mal
podría considerarse como objetivo o imparcial. Harradine debería
recordar que si el fundador de
Amnesty, Sean McBride, recibió el Premio Lenin a la Paz, como todos los
demás, fue por servicios prestados a la Unión Soviética.
Siguen las
cosas inexplicables. La forma de operar de A.I. en sus llamadas
investigaciones está definida en las páginas 15 y 16 de su Guía: “El
secretariado internacional, cuando reparte los expedientes, toma gran
cuidado en que sus diferencias (opiniones políticas, pertenencia
ideológica), sean suficientemente marcadas para prevenir toda sospecha
de imparcialidad (¡sic!) política contra el grupo de adopción o contra
el movimiento en su totalidad, a fin también de asegurar un
internacionalismo riguroso en el trabajo realizado para la salvaguardia
de los derechos del hombre. Los grupos de A.I. no deben jamás confiar
casos individuales de prisioneros de opinión en su propio país”.
Suponemos que
donde dice ‘imparcialidad’ debe decir ‘parcialidad’, porque de ser
correcta, esa palabra sería un impensable caso de honestidad de parte de
Amnesty International, digno de Ripley. A tal extremo llega este gran
cuidado que miembros de Amnesty que visiten un país en el que se ventile
algún caso de derechos humanoides, tienen prohibido acercarse a las
supuestas víctimas, a sus casas y a sus familiares. Sólo pueden hacerlo
los funcionarios designados para ese caso específico. ¿Qué razón dan
para algo tan extraño? La página 52 de la Guía lo aclara: “Una visita
inesperada por parte de un extranjero puede tener consecuencias
peligrosas”. Y eso es todo. Ni define las consecuencias ni dice porqué
serían peligrosas. Queda en el aire, pero sus redactores lo tienen muy
claro.
¿Será que el
investigador independiente Hugues Kéraly provocó sin querer una de estas
‘consecuencias peligrosas’ al escribir su libro ‘Encuesta Sobre Un Organismo Más Allá De Toda Sospecha: Amnesty International’? Muy reveladora es la siguiente entrevista publicada en ‘Rivarol’, 4.XII.80, que comenta un capítulo de ese libro, el que curiosamente ha sido rechazado por 20 editores “independientes”:
“Yendo
a Chile, he llevado un expediente de Amnesty International para hacerme
una idea del grado de veracidad de las informaciones difundidas por
esta oficina. En esa época Chile era precisamente una de las dianas
privilegiadas de Amnesty. El expediente que llevaba trataba el caso de once
desgraciados (sic), once prisioneros de opinión, hombres y mujeres que
habían ‘desaparecido’ porque habían cometido el crimen -según Amnesty de
no pensar como el señor Pinochet. He vuelto con el expediente de once
auténticos terroristas, miembros de la organización revolucionaria MIR
(las brigadas rojas chilenas), colocadores de bombas. Nueve de ellos
estaban todavía con vida, dos habían muerto después de un enfrentamiento
con la policía -como ocurre también, desgraciadamente, en un país
‘democrático’ como Italia, por ejemplo. He encontrado, pues, a esos
nueve terroristas en la cárcel y tengo que precisar de paso, que fueron
todos liberados cuatro meses más tarde”.
Si el resto
del libro sobre esta institución más allá de toda sospecha es del mismo
tenor, es fácil comprender la negativa de tantos editores que
seguramente desean poder seguir con su negocio. También debe tratar la
gran facilidad que tiene Amnesty International para obtener información
sobre casos generados en los países de la órbita occidental, y la casi
absoluta ausencia de miles y miles de casos reales perpetrados en la
órbita soviética, incluidas China y la Cuba castrista, así como todos
los abusos, torturas y asesinatos cometidos durante la dictadura
marxista en Chile.
Digna de
notar también es la estrecha colaboración que la une a la Liga de los
Derechos del Hombre, que por boca de su presidente Henri Nogueres tuvo
la honestidad de declararse ‘plenamente solidaria con la izquierda
unificada’. Muy reveladoras resultan además las publicaciones de esta
singular Liga. Por un lado “Aprés-Demain”, dirigida por Françoise
Seligman, reconocida socialista marxista, y “Hommes et Libertés”, donde
Henri Nogueres es director, Michel Levine redactor en jefe y Pierre Blum
secretario de redacción. Apellidos muy franceses todos.
El destacado politólogo Henri Coston en su ‘Dictionnaire de la Politique Française’ no se anda con rodeos:
“…
la Liga de los Derechos del Hombre es, primero y ante todo, una liga de
los derechos del hombre marxista. Sus simpatías para el partido
comunista son bien conocidas. La Liga ha muchas veces protestado por la
prohibición de manifestaciones comunistas. Ha pedido el reintegro de
funcionarios comunistas revocados por la UNESCO. Se ha indignado por la
negativa a presentaciones del Ballet de Moscú y el de Leningrado, y ha
elevado su protesta contra la negativa a candidaturas comunistas a la
Escuela Nacional de Administración y a la Post, Telegraph and Telephone.
Principalmente ha hecho campañas contra el procesamiento de Guingouin,
acusado de asesinatos durante la guerra y en la llamada Liberación,
asegurando que era ‘un resistente ejemplar’, a pesar de que el diputado
socialista Le Bail les desmintió en el periódico ‘Le Populaire du
Centre’.”
Sobre el caso
existe información fidedigna de que el tal Guingouin es responsable de
50 fosas de matanzas en los Departamentos cercanos a Limoges, cuyos
emplazamientos eran conocidos por el inspector de los ‘Renseignements
Generaux’ de la época, quien fue oportuna y convenientemente condenado a
muerte.
Además el
buen compañero Guingouin se hizo famoso por haber robado un vagón entero
con oro del Banco Nacional de Francia. Por último, como cabecilla de la
‘Banda Guingouin’, tiene a su haber una serie de robos, matanzas, etc.,
por dilucidar aún.
Otra joya de
consecuencia es su protección y fuertes presiones a favor de los
comunistas españoles que habían reconstituido el partido comunista
español, simultáneas con sus exaltadas protestas contra ‘la escandalosa
entrada de la España franquista, anticomunista, en la ONU’. Peor aún,
participa en la campaña desencadenada por las organizaciones comunistas
mundiales a favor de los esposos Julius y Ethel Rosenberg,
‘estadounidenses’ ambos, condenados a muerte por los tribunales yanquis
como culpables de entregar secretos atómicos de su país a la Rusia
bolchevique.
Amnesty
International colabora también estrechamente con la ‘Secours Populaire
Française’, SPF, la que se fundó para ‘ir en ayuda de los militantes
comunistas que se encuentren en una posición difícil, en razón de su
actividad y de las persecuciones judiciales que puedan ser objeto’.
¿Quiénes conforman esta SPF? Empecemos por el comunista Fréderic Joliot-Curie, miembro de ‘Pugwash’, Paul Langevin, del Gran Oriente de Francia y ex presidente de la Liga de los Derechos del Hombre, Lucie Aubrac, mujer de Raymond Samuel (cambió su apellido a Aubrac… y cercano a Henry Kissinger, el CFR, Bilderberger, Trilateral y Pugwash), Jacques Mitterrand, hermano de François, Gran Maestre del Gran Oriente, comunista y ex ministro; Sicard de Plazoules, ex presidente de la Liga de Derechos del Hombre; Pierre Paraf, ex presidente del MRAP (organización judeocomunista). Finalmente su secretario general es Lucien Laupretre,
miembro del comité central del partido comunista francés. Amnesty
también mantiene estrecha relación con la CIMADE, grupo protestante
izquierdista, cercano al quintacolumnista ‘Cristianos por el Socialismo’, cuyo secretario general Roby Bois trabajaba con el judío Jacques Chonchol, ominoso destructor de la agricultura Chilena como cómplice del judío marxista y masón Salvador Allende Gossens, aunque comenzó su siniestra labor junto al democristiano Eduardo Frei M., ya antes de la dictadura marxista, y que debió huir de CHILE el 11 de Septiembre de 1973, día de la Liberación Nacional.
Otra organización ligada a Amnesty International es la ‘Secours Rouge’ o Seguro Rojo,
cuyo nombre no deja lugar a dudas y que ostenta entre sus
personalidades a individuos de la misma extracción que todas las
anteriores. Otra más es la ‘Asociación Internacional de Juristas Democráticos’, heredera de la ‘Internacional de Juristas Rojos’, y ligada a su vez con la ‘Society for Cultural Relations with the Soviet Union’, en la que fungían mundialistas connotados como Bertrand Russell, Bernard Shaw, H.G. Wells y Sidney Web, de paso todos miembros de la Fabian Society. Así, la maraña sigue creciendo.
La lista es larga por lo que nos detendremos aquí, pero no podemos pasar por alto al ‘Consejo Ecuménico de Iglesias’ (COE), fundado en 1948 en Amsterdam, entre otros por los comunistas T.C. Chao, chino, y Joseph Hroamdka, checo, siendo su secretario general monseñor Philip Potter quien declaró una vez: ‘He aprendido mucho del análisis marxista de la sociedad’. No sin razón se le apoda el Papa Rojo. Mejor lo hizo su predecesor, el Dr. Eugene Carson Blaker
quien llegó a decir ‘El pensamiento marxista ha venido a ser muy
importante para las Iglesias. El estudio del marxismo es para ellas una
necesidad’ (!).
Y bajo la
dirección de Carson Blaker el COE apoyó moral y sobre todo
financieramente a los desertores yanquis, a los antirracistas ingleses
de extrema izquierda, a los grupos terroristas que sabotearon los
trabajos en la represa Cabora-Bassa, más una donación de 10.000 libros
para ‘la educación política’ de los aborígenes australianos. Sin
embargo rechaza sistemáticamente toda ayuda a los millones de
perseguidos, torturados y asesinados en la URSS, incluido un grupo
luterano de Letonia con 80.000 miembros, a quienes deliberadamente
abandonó al oso soviético.
La lista de
organizaciones eclesiales de toda índole, incluso musulmanas, es también
muy larga. De todas destacaremos solamente a ‘Francia Tierra de Asilo’,
preocupada lógicamente de fortalecer la ola invasiva de indeseables a
todos los países europeos desarrollados. Estuvo dirigida hasta 1981 por
el Abate Glasberg, judío ucraniano, sacerdote converso, y fundador del Centro de Orientación Social.
En su curriculum resalta su activa participación en la resistencia
comunista dedicada a descarrilar los trenes. Es decir, un pío y fiel
seguidor de las enseñanzas de Jesucristo.
Siguiendo la
maraña aparece el judeoegipcio Henri Curiel junto al Abate Glasberg en
‘Solidaridad’, relacionada con el Instituto IRFED, con al CIMADE, y como
no, con la ‘Francia, Tierra de Asilo’. Y en ‘Solidaridad’ aparece la
periodista Florence Vermeil, funcionaria además del grupo ‘Bayard-Presse’, oficialmente a cargo de los ficheros de Amnesty International. Puro azar.
Y el azar
sigue. Las sedes de muchas de estas sectas y grupos están
sospechosamente cerca. La federación de Clubes de la UNESCO’ en el 43 de
la calle de al Glaciére, en París, al lado de la Biblioteca de las
Facultades Dominicanas (ISTINA), al otro lado el Centro Internacional de
Investigaciones e intercambios Culturales (CIREC), colaboradores de
‘Francia, Tierra de Asilo’, ‘Solidaridad’ y de Amnesty International,
mientras en el Nº 49 se halla el IRFED, fundado por el Padre Lebret
‘precursor del nuevo orden económico internacional‘, según Sudestasie de
julio ‘80.
Y director del CIREC es el Padre Barth, vicepresidente en 1973 de la ‘Asociación de Solidaridad con los Trabajadores Inmigrantes’, situada a pasos de la calle Glaciere, y miembro del ’Consejo Mundial del Movimiento por la Paz’ donde conoce a Sean McBride, además de director de la revista ‘Francia, Tierra de Asilo’, todos asociados estrechamente al partido comunista. Por si fuera poco el Padre Vincent Cosmao.
Consultor en la Comisión Pontificia ‘Justicia y Paz’ es miembro de
SODEXPA y director del ‘Centro Lebret Fuerza y Desarrollo’‘ desde 1972,
autor del libro ‘Nuevo Orden Mundial: Los Cristianos Provocados por el Desarrollo’,
Editions Cahlet, 1978. Su labor es respaldada por la revista
‘Sudestasie’ en la que colabora el mismo Roby Bois de CIMADE, organismo
colaborador de Amnesty International. Se empieza a cerrar el círculo.
En el Informe
Anual de 1978 de Amnesty International leemos: “Desde hace unos años
ya, Amnesty mantiene relaciones de trabajo en los campos de interés
mutuo con un cierto número de organizaciones sindicales”. Entre éstas la
Confederación Internacional de Sindicatos Libres, la Confederación
Mundial del Trabajo y la Federación Sindical Mundial. Esta última es
tratada a fondo por Yann Moncomble en su libro ‘La Trilaterale et les Secrets du Mondialisme’, pág. 26, y en el cual se basa gran parte del presente trabajo. El color de estas federaciones es ya conocido por el lector.
En ese mismo
Informe, Thomas Hammarberg, presidente del Comité Ejecutivo
Internacional, declara: “Debemos hacer prueba de prudencia cuando se
trate de cooperar con otras organizaciones y, antes de aceptar ofertas
de donativos que recibamos, los examinamos desde muy cerca, según
criterios estrictos. Eso es también mantener nuestra independencia y lo
hacemos de manera que eso sea muy claro”. Todo esto lo dice en serio.
Muy serio.
No cabe duda. Todo es muy claro. Lúcido y transparente, prístino y cristalino. Como son las relaciones
entre Amnesty International y la Bilderberger, la Trilateral, la
Fabrian Society, la Round Table, la Pilgrims Society, el RIIA, el
Pugwash, y tantas otras con el comunismo internacional, y de todos juntos con, o bajo, la Alta Finanza Internacional.
O, tal como escribió el mismo Sean McBride en su libro ‘L’Exigence de la Liberté’,
editado por Amnesty International en 1981: “Amnesty debe quedar
absolutamente aparte de toda presión política, geográfica e ideológica”.
Textual. No es que no sea correcto y muy positivo el planteamiento, es
sólo que con todo lo expuesto resulta algo difícil de digerir.
Quizá sea por
esa prudencia e independencia que el secretario general de Amnesty
International es Martin Ennals, producto de la London School of
Economics, definida como “la escuela más marxista de toda Inglaterra“. Hermano de John Ennals, rotario, masón, presidente del ‘Movimiento AntiApartheid’, director de la ‘UK Inmigrants Advisory’, miembro del ‘Comité Ejecutivo de la World Federation of UN Associations’, entre 1956 y 1966 secretario general del famoso Ruskin College, donde tenía como objetivo
inmediato estudiar y enseñar ‘Cómo transformar las instituciones
actuales y TOMAR POSESIÓN DEL MUNDO en forma metódica y científica”.
Revelador ¿no?.
Como no podía ser de otra forma, mostrando el ojo que todo lo ve, HORUS.
Fuente original: http://sefuasi.blogspot.com.es/
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