PUTREFACTIO IN TEMPO PER SECULA SECOLORUM EST.
Llegados al siglo XXI tenemos la gran pregunta. Ante la amenaza de derrumbe global surge la realidad social, de la calle, la que no se reconoce, la del modo de vida de millones de personas que sustentan todo el orden putrefacto y sostienen al poder fáctico, porque, hay que decirlo, los que dirigen no son más que nuestros parásitos. Mas…¿Qué hay detrás para que se pueda sostener toda esta enorme farsa? El fundamento dogmático del cristianismo, implantado a partir del concilio de Nicea, es el punto de origen de la continuación de una política de poder en el que la iglesia se convierte en la prostituta de los que mandan.
Lo que se oculta detrás es la mentira y la manipulación tras la depravación que tanto se detesta siguiendo la doctrina cristiana. De hecho el Vaticano es tan corrupto o más que cualquier otro estado que se precie.
La mayoría de las personas viven en el mundo del miedo a la incertidumbre, consideran que requieren de un protector frente al peligro inminente, viven en el seno de una estructura social rígida en la que el dinero ha adquirido no el rango de medio, sino de fin en sí mismo y en símbolo que da significado a todo el conjunto de estructuras sociales, las cuales quedarían sin sentido si no existiese un mecanismo que permitiese que unos estuviesen por encima de otros. El modo de vida de millones de personas está reglamentado, los mensajes que se adentran en su inconsciente ya han sido elegidos, lo que se oculta, que no es poco, realmente se olvida y lo mejor entonces es huir de los problemas. Enseñan a las personas que tienen que ser felices, que han de demostrar que no ocurre nada para que el terror ante el cataclismo no se convierta en el armagedón que descubra toda la verdad, mientras muy cerca o lejos muere un ser humano por su falta de conciencia. Es mejor convertir a cada ser humano es una isla en sí mismo, hacerlo incapaz de entenderse con los demás, crear un monstruo desconfiado para así seguir el principio romano de “divide y vencerás”, es mejor tener una sociedad iletrada para que no entienda como los que dirigen el planeta manipulan, roban, extorsionan y matan a sus anchas, por qué no decirlo crudamente.
Lo más paradójico es que ante este panorama el ser humano modelo de sistema prefiere pensar que no existe alternativa, prefiere aceptar las normas impuestas y pierde su capacidad de lucha por la justicia, la igualdad y el amor como herramienta de armonía.
Muchos de estos principios son los que propugna la secta católica, a pesar de emplear a Jesucristo como su maestro; muchas de estas ideas son las que sostienen a la jerarquía del Vaticano y a las oligarquías de las falsas democracias occidentales. Del mismo las creencias religiosas pueden ser claramente disfuncionales, a pesar de ser útiles en momentos en los que seres humanos emplean el miedo no ya como mecanismo de supervivencia, sino de ataque del adversario, cuando de lo que se ha tratado siempre es de introducir el pensamiento único como forma de evitar conflictos y enemigos intelectuales en el actual régimen ideológico para los que se benefician de él. ¿Hasta qué punto habría que extender el concepto de secta o de logia social entonces?
En esta situación caben dos alternativas: o seguimos así, con lo que todo se caerá como una torre de naipes, o cambiamos de sistema. Está en juego el futuro de nuestros hijos y el nuestro propio, así como el del resto de los seres humanos que habitamos este, aún, hermoso planeta.
ÁNGEL VILVOORD.
RAJOYLANDIA.
Érase un país gobernado por ministros del opus dei, que con sus buenas costumbres y su recta moral se vieron atacados injustamente por los medios de comunicación. Su reacción no pudo ser otra que justificar lo ocurrido con la traición externa y la defensa a ultranza de sus valores cristianos. Tal era la ceguera del partido en el gobierno que ignoraban la realidad de seis millones de parados y prefirieron sintonizar con la onda marciana para interpretar la realidad. Érase una nación desangrada, con una población amenazada por la pobreza y el desencanto, inundada de mentiras y de falsos mitos sobre la democracia, en la que la justicia, corrompida desde la raíz, no podía solucionar los problemas reales, más sí los de sus líderes, los cuales, beneficiados por la santísima gracia, podían decir lo que se les viniese a la cabeza.
La instauración de este régimen, propio de un estado imaginario como el titulo de este texto, es un hecho. Muchos altos cargos están ya fuera de la realidad y viven en su propio cuento de hadas. Rajoylandia, bonito nombre para la Real Academia de la lengua. Su definición sería la siguiente: nación con insuperables valores cristianos en la que ni la corrupción ni los efectos colaterales de la política tienen existencia, dada la exactitud de las medidas y decisiones que se toman para hacer un país como dios manda. Si algo tiene de peligrosa esta definición rajoylandiana es el hecho de que los dictadores piensan así; las cosas son como las ven, no tienen capacidad alguna de autocrítica y en muchos casos son terriblemente torpes, tanto que rozan la estupidez. La soberbia, sin embargo, tiene un precio y éste es la lucha social. No muy lejos de lo que ocurría en otros tiempos… En fin, “Rajoylandia bla bla bla, que algo de la mentira que dije quedará…”
http://www.20minutos.es/noticia/1719213/0/minuto-a-minuto/rajoy/papeles-barcenas/
http://cdn.20minutos.es/adj/2013/02/02/2063.pdf
ÁNGEL VILVOORD
CORRUPTOCRACIA. ¿Qué hay de nuevo, viejo?
Los medios de comunicación en España no dejan de hablar de casos de corrupción de los partidos políticos, la mayoría se archivan, si surgen penas de cárcel no se cumplen, se llegan a acuerdos para evitar la trena o sencillamente se ocultan. El Banco de España, cómplice de la burbuja financiera e inmobiliaria, resulta querer ahora poner mecanismos de control y la casta política en su mayoría vive de sus privilegios. Cada noticia en España es más de lo mismo: la corruptocracia es una realidad. Bancos que roban, que se apropian de fondos invertidos por personas no informadas en esos riesgos, impuestos, decisiones políticas que sólo benefician a unos pocos y perjudican a una mayoría. La piel de toro parece gobernada por ineptos dirigentes incapaces de ver más allá de su arrogancia, la que le da el puesto público que ostentan, al más rancio estilo del siglo XVIII o lo que es lo mismo: todo para el pueblo pero sin él, justo lo contrario de lo predican líderes de partidos dirigentes de países sometidos a la decisión de auténticas mafias.
Es tal la barbarie, el desorden, la dejadez de la casta política ante los problemas de la sociedad que en muchos lugares se inventan monedas (en España se calcula que se conocen más treinta, o lo que es lo mismo, sistemas de trueque) ante el desastre de dirigentes que o bien no son muy inteligentes, o carecen del mínimo escrúpulo moral, o ambas cosas. Sea cual sea la razón de tal hetacombe de desatinos en países en manos de desaprensivos, hay que poner un freno ya que se trata ya de la dignidad de sus habitantes, muchos de ellos entrando en auténticos problemas de pobreza. El Estado deja de ser él mismo para ser una maquinaria en manos de otros grupos de interés que no dejarían de ser extraños a los que ya conocemos como los grandes esclavizantes de la humanidad durantes siglos y siglos. Como si de un plan maquiavélico se tratase, el objetivo se trazó hace tiempo y lo que llamaban democracia, no es más que una farsa muy bien vendida: nada de hablar que el sistema no funciona porque si no te convierten en poco más que un terroristas; cuestionar las bases de la gran mentira es algo peligroso incluso para los medios de comunicación, vendidos en su mayoría y manipulados, por no decir manipulados por los de siempre, aunque se cambien de nombre.
Existen muchas clases de dictadura y la del siglo XXI no requiere de ejércitos ni de golpes de estado. Basta con elegir un títere sin opinión, dejar a la gente en el paro o asustar a las masas con una justicia propia de épocas en las que hablar mal contra los que robaban era razón para castigar y dejar libres a los que se beneficiaban de manera claramente psicopática. La guerra económica no es más que un intento desesperado de matar a la sociedad para que no hable o se extinga, o mejor se maten los ciudadanos entre ellos bajo presupuestos tan absurdos como la autosuficiencia o la muerte. Hecho lo hecho todos son ventajas para los que se asientan en la corrupción para ostentar cargos y cuando hablo de corrupción, valga la renuncia, no lo hago sólo refiriéndome a la que catalogan las leyes, sino al resto y no visto por los Estados: aludo a la falta de conciencia, de escrúpulos, al desinterés por los asuntos públicos, a las decisiones basadas en leyes absurdas, tanto que quieren establecer lo que es ético y no lo es, con una arrogancia propia de los reyes absolutistas del siglo XVII. La ética, la verdadera moral no es la que nos venden las leyes y éstas tienen en sus venas, en muchos casos, la sangre de la corrupción como su esencia.
La democracia de los países del primer mundo, una de las mayores mentiras de la humanidad, no es más que una justificación para continuar con el latrocinio mundial antes de que el capitalismo sea devorado por sus puntiagudas fauces y ya no queden recursos económicos que emplear para ser los más de lo más, aunque el precio sea convertirse en el más peligroso de los psicópatas.
“¿Qué ha de nuevo, viejo?” Decía el conejo de la Warner, algo que muchos se preguntan ahora después de caerse al abismo impenetrable de que todo está por hacer. En España surge el partido X, una proyección hacia un futuro con otra conciencia política, X de incógnita y de pregunta, pues la tan necesaria conciencia mundial, unida para lograr la justicia no es cuestión de capricho, sino de urgencia. Los caníbales siguen vivos.
ÁNGEL VILVOORD.
Estimado Sr, Presidente,
No soy muy dado a los largos discursos ni a andarme por las ramas. Para ello otros lo hacen en mi lugar, en su nombre y en el de sujetos que se declaran amantes de esta patria. Por ello mi fin es ser escueto y veloz, pero sin dejar de detenerme en los detalles.
Sr Presidente, tengo una sensación extraña cada vez que le oigo hablar. No sé si piensa en la estupidez de los españoles (quizás tenga parte de razón al darle una inmerecida mayoría absoluta) o en ese galleguismo orgulloso de que nunca se equivoca, tal vez, imitando a otros personajes de la historia. De todas formas, este aspecto, que no merece más mención, entraña un serio peligro. En un momento en el que el sector financiero demuestra su podredumbre más absoluta, nuestro país ha perdido casi toda su soberanía, gracias a Usted, si es cierto que fue quien presionó para este milagroso rescate financiero, me parece increíble que se vaya a ver un partido de fútbol como si tal cosa. Claro, Usted no se preocupa como yo cómo va a pagar la manutención de su hija de tres años estando en paro con una esposa cuyo calificativo prefiero ahorrarme, ni sabe lo que es que el banco se meta en su casa a través de la policía para echarle como un perro, ni no poder cubrir sus necesidades básicas porque con el dinero que gana no le alcanza. Usted, Señor Rajoy, perdone que se lo diga, es un completo egoísta. Sin ánimo de insultarle, que nunca ha sido mi estilo porque así no se llega a ningún lado, considero que en el fondo le da lo mismo los españoles y que vive en una realidad paralela donde Usted y sus amigos de partido piensan que son los héroes de un película de suspense donde nada puede hacer que les erice el pelo ya que son otros los que sufren las consecuencias de sus psicopáticos experimentos. Y lo más tragicómico es que aún piensan que por ese camino van a sacarnos de la crisis.
En sus primeros discursos, antes de que los desesperados españoles tuvieran fe en los milagros (cosa que a mí no me ocurre desde hace mucho tiempo) ya nos hablaba del mundo de Alicia en el País de las Maravillas. Eso es algo que me preocupa porque Usted parecía creerse sus palabras, lo que me inquieta aún más porque en esta situación tan dura se necesita un presidente que tenga los pies en el suelo y, a ser posible, no tenga miedo en clavarse las espinas, perfil tan alejado de Usted como lo estaba su predecesor, el expresidente socialista. La diferencia entre vosotros es que su cinismo llega a niveles tan desorbitantes que resulta difícil, no sólo creerle, sino pensar que entre sus prioridades puede estar la defensa del bien común. Mi hija de tres años, una niña hermosa, a la que adoro, a la que no puedo dar un futuro por inútiles como Usted y su gobierno, tiene un sentimiento de la justicia tan puro que les tendría que dar vergüenza.
Mas, como le he dicho, obviando aspectos personales superfluos, en uno de mis artículos vaticinaba que bajo Usted caería la losa del rescate de Bruselas, del BCE y del FMI, así como del más absoluto descrédito a nivel nacional e internacional porque, Sr. Rajoy, el respeto no se consigue con 186 escaños que se llevará el huracán, sino con el esfuerzo con amor, algo de lo que Usted carece por completo. Lo lamentable de todo esto, es que como Usted dice, los españoles, palabras que menciona con tan falso orgullo, vamos a tener que soportarle unos añitos más, con sus mentiras, su cinismo, su prepotencia, su orgullo y sobre todo su tremendísima ignorancia, no sólo en el mundo de la política, sino en el de la ética y la vergüenza que ha de tener cualquier ser humano para no hacer el ridículo de manera tan estrepitosa como Usted.
Créame que si hubiera una ley que me permitiese dejar de ser español con tal de no escucharle, sería el primer ciudadano en tirarle mi DNI a la cara.
Sin más,
Un saludo,
Ángel Vilvoord
LOS RICOS, NI LLORAN NI PAGAN | |
Los más
ricos engordan sus fortunas al amparo de la buena salud de las Sicav.
Los millonarios españoles, lejos de haber visto mermada sus fortunas
durante la crisis, las han visto aumentar, como prueban los patrimonios
de sus sociedades de inversión, las llamadas “sicav”, que han crecido en
algunos casos hasta un 50 %.El contraste de la buena
salud de que gozan las sociedades de inversión de capital variable
(sicav) respecto al resto de la población es muy llamativo, ya que según
los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la renta
disponible de los hogares descendió el 3,2 % en el segundo trimestre de
este año en relación con las mismas fechas del año anterior.Y al cierre
de 2011, un 21,8 % de la población española estaba por debajo del umbral
de riesgo de pobreza.El atractivo de las sicav reside en su favorable
tratamiento fiscal, ya que tributan al 1 % en el impuesto de sociedades,
frente al 30 % al que tributan las grandes empresas y el 25 % para las
pymes, que en cualquier caso finalmente se queda en un tipo efectivo de
aproximadamente el 12 %.Entre los requisitos que deben cumplir estas
sociedades de inversión figuran contar con más de cien partícipes y un
capital inicial de 2,4 millones de euros.Si bien en los dos últimos años
el patrimonio total gestionado por sicavs en España ha caído un 8,3 %,
al pasar de 25.324 millones a 23.218, lo cierto es que las cinco mayores
han crecido sustancialmente.Estas cinco sociedades gestionaban al
cierre de junio 1.818 millones de euros, frente a los 1.638 de junio de
2010, según los datos de VDOS Stochastics, aunque ninguna de ellas
figuraba entre las más rentables del sector.La mayor de ellas es
Morinvest, gestionada por BBVA y en la que participa la empresaria
Alicia Koplowitz.Al finalizar el mes de junio de 2010, Morinvest contaba
con un patrimonio de 440 millones de euros, que al cierre de junio de
este año se había incrementado hasta 511.Inmediatamente después se sitúa
Allocation, vinculada a la familia del Pino, propietarios de Ferrovial,
que gestionaba en junio un patrimonio de 398 millones de euros, frente a
los 389 del mismo periodo de dos años antes.La sicav en la que
participa Rosalía Mera, fundadora junto a Amancio Ortega del gigante
textil Inditex, se situaba como la tercera mayor por patrimonio, con 341
millones de euros, casi el 7 % más que en junio de 2010.Por lo que
respecta a la rentabilidad, aunque el conjunto de sicav españolas
muestra una modesta revalorización del 0,19 % hasta junio -frente al
cerca del 11 % que pierde el principal indicador de la bolsa española,
el IBEX 35- algunas han logrado revalorizaciones cercanas al 50 %.En
concreto, Wana Inversiones, de la gestora de Barclays, ha logrado hasta
junio un rendimiento del 49,64%, una rentabilidad que sólo han
conseguido o superado tres las empresas que cotizan en la bolsa
española: Grifols, Inditex y Amadeus.Efecom 14/10/2012 – 11:22 |
8 de mayo de 2012.
Un valenciano se suicida por la crisis. He aquí el testimonio de Hoy.es
Rosario habla mientras hace el gesto de limpiarse las lágrimas que le corren por la cara. No hace falta. Ya no derrama ni una. Se lamenta amargamente, la voz se le quiebra, pero su ojos están secos, exhaustos de llorar durante un mes. Juguetea con la alianza en el anular de su mano izquierda. Acaricia una tarjeta de felicitación en la que puede leerse ‘te amo (…) estoy loco por tus huesos’. Pliega con veneración un mantel viejo y manchado, pero con un mensaje garabateado a rotulador que el tiempo insiste en borrar y que ella mantiene vivo en la memoria:_«Hola, mi amor. Te quiero mucho». Son sus tesoros, las armas con las que Rosario lucha para no olvidar a Joaquín. Sonríe cuando recuerda que ni 28 años de matrimonio habían cambiado su costumbre de ir a todas partes de la mano. Que él le diera solícito «un masajito» cuando ella se quejaba de la espalda. Que la llevara siempre en bandeja de plata. Hasta que el maldito paro tumbó a este albañil de 45 años. Compartían hasta la misma edad. «La maldita crisis ha matado a mi marido. Se ha llevado a un hombre bueno, honrado y trabajador», solloza Rosario.
Llevaba dos años sin nada, dos años que le robaron la autoestima. Otra vida sepultada bajo el derrumbe del sector de la construcción. Él no pedía nada más (y nada menos) que un trabajo en un país donde 4,7 millones de personas ya hacen cola en el INEM. Tocó infinidad de puertas. «Era oficial de primera, con 25 años de experiencia, pero echaba currículos hasta de peón. Para arreglar jardines, barrer, lo que fuera…», enumera Rosario. Nada. En su último intento le dijeron que era demasiado mayor. Y_a él le avergonzaba hasta cobrar el subsidio del paro. «Decía que ese dinero se lo dieran a otro, que él quería el trabajo que fuera, que no le importaba cobrar menos». El 3 de abril algo se rompió dentro de él, en el interior de un hombre en cuyo vocabulario no existía la palabra depresión, sin un solo antecedente de problemas psicológicos y con un espíritu vitalista sin fisuras. Hasta entonces. Una semana antes había ido al banco a intentar renegociar la cuota de la hipoteca. Le iban a quedar 400 euros de subsidio después de agotar el paro y debía pagar 500 al mes por su vivienda, una casa que se había reformado con sus propias manos, en un edificio destartalado que lleva más de medio siglo en pie, y sobre la que aún pesa una deuda de 90.000 euros. El banco no dio su brazo a torcer. Y Joaquín no pudo aguantar más el pulso de la vida. Ese día Rosario volvía de su trabajo como limpiadora. Un alivio de 100 eurillos para la maltrecha economía familiar. Entró en la cocina. Y_allí estaba, tirado en el suelo, con la comida aún en el fuego y una soga al cuello. «Pensé que me estaba gastando una broma». Por desgracia, no. Juan Carlos se había ahorcado.
Ella todavía se asoma a la ventana del piso de alquiler de su hija, en Valencia, con la esperanza de verle cruzar la calle. Se ha ido a vivir con ella. No puede volver a pisar la casa en la que se suicidó. «Me volvería loca». También ha vendido el coche, incapaz de sentarse en su asiento. Por el piso corretea Adriana, su nieta de un año. Su yerno Pedro aprieta los dientes. En diciembre se le acaba el paro. Malos recuerdos. A su hija Vanessa, de 24 años, el contrato le vence en dos meses. Desde un portarretratos, un niño observa serio. El otro nieto de Joaquín, de cuatro años, el mismo que hoy pregunta por qué su abuelo ya no le lleva a pescar. «Se ha ido a aquella estrella», lo consuelan sus padres. Rosario aún palpa el otro lado de la cama en busca de su marido. Y la culpa y la impotencia la corroen._«¿Por qué no me di cuenta? Una vez me dijo: ‘Cariño, ¿soy imprescindible?’. Pero quién iba a pensar en esto… ¿Por qué no me di cuenta, por qué?». No falta en esta historia el muro de silencio y tabú que suele rodear a los suicidios. «El silencio que envuelve al suicidio arranca de su consideración histórica como maldito, como pecado y hasta como delito», señala el sociólogo Juan Carlos Pérez, autor del libro ‘La mirada del suicida’. Sabe de lo que se habla. Su padre se quitó la vida. Rosario acepta contar su tragedia, pero sin que aparezca su rostro en las fotografías, ni sus apellidos ni su lugar exacto de residencia. El miedo al estigma social. Pero a Rosario no le faltan ganas de luchar. La semana pasada entró en directo en ‘Protagonistas’, de Punto Radio, para narrar su drama. Y en casa de su hija redobla el mensaje: «Quiero lanzar una llamada de atención a quien pueda arreglar esto, gritar al mundo que la maldita crisis se está llevando a mucha gente. Estas cosas ocurren, aunque parece que se quieran tapar». Rosario no entiende de déficit, deudas o primas de riesgo. «La crisis es esto. Y_alguien tiene que remediarlo».
Las viudas salen a la calle
La crisis mata. Es lo que constatan Rosario y el cruel final de Joaquín. No solo en Italia, donde cada día se quitan la vida un pequeño empresario y un asalariado por la asfixia económica, según ha admitido el propio primer ministro, Mario Monti, y donde han gritado este mismo viernes un centenar de personas en la manifestación convocada en Bolonia por las ‘viudas de la crisis’. No solo en Grecia, donde a diario se suicidan cinco ciudadanos empujados por la crisis, 1.275 en dos años. No solo en Irlanda, donde el Gobierno acalla las cifras y solo da el porcentaje de aumento: un 16% en el último ejercicio. El monstruo del desempleo, los desahucios y los impagos también se cobra vidas en España.
Aunque la ‘guerra’ de cifras no ayuda a trazar una radiografía clara. El coordinador de Izquierda Unida ha pedido esta semana al Gobierno una estadística fiable sobre los suicidios. Cayo Lara afirma que están aumentando «por la desesperación y la desintegración social». Si echamos mano del Instituto Nacional de Estadística, en 2010 (último balance disponible y ni siquiera confirmado, al haber casos pendientes de dictamen judicial) se suicidaron 3.158 personas en nuestro país (2.456 hombres y 689 mujeres). Menos que los 3.421 de 2008, cuando la cifra superó por primera vez los muertos en accidente de tráfico, pero muchos más que los 2.598 de 1988. Y si hacemos caso a los datos que manejan los expertos, la alarma se dispara. Según Alfredo Caldedo, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal, cada año se quitan la vida 4.500 personas. «La falta de recursos impide el seguimiento adecuado de los casos. Hace falta más atención psicológica, más asistencia domiciliaria e incluso redencias para personas con riesgo». Solo entre 2007 y 2009, con el monstruo aún a gatas, el consumo de ansiolíticos y tranquilizantes aumentó un 8% en España, según la farmacéutica Pfizer; la crisis ha incrementado un 15% las consultas psiquiátricas por depresión y ansiedad; y, a juicio de la Universidad de Oxford, cada vez que el paro sube un 1%, los suicidios se incrementan un 0,8%. Y España, líder de desempleo de Europa, sigue con la soga al cuello…
La crisis pudo más que la pasión de Joaquín por la naturaleza, más que su afición a recoger robellones, espárragos y caracoles, y más que su gusto por la cocina. Acabó temiendo más a la vida que a la muerte. «Le superó», sentencia con amargura Rosario. Mira a su nieta Adriana, que balbucea ausente. Escucha a su yerno maldecir a la tele «por narcotizar a la gente» mientras en la pantalla desfilan los fulanos de turno de la última casa de Guadalix. Consuela a su hija cuando recuerda cómo ofreció a su padre una ayuda económica que ni ella tenía. «Le hubiera dado todo. Él me lo dio todo…». Y_Rosario invita a luchar a todo el que esté en el fondo del pozo. «Él se ha ido y nos ha dejado aquí a mí, a mis hijas y a mis nietos. No se ha arreglado nada. A quien esté en esta situación, que piense en todo lo que tiene. Su familia, su vida…». A determinadas personas se les nubla la mente cuando ven en su muerte una salida económica para los que le rodean. «Los seguros de vida están alerta por si aumenta el número de suicidios y hay que variar las condiciones de cobertura», admite un corredor de seguros de Granada con treinta años de experiencia. Porque las pólizas cubren este tipo de muerte si se ha cumplido ya un año del pago de la misma. «Y sí que hemos notado un aumento de los accidentes de tráfico mortales». Algunos de ellos son lo que los expertos llaman ‘suicidios blancos’, percances ‘voluntarios’ imposibles de demostrar. La indemnización raramente supera los 40.000 euros. Pero el corredor aún recuerda el caso de un gestor de Granada. Llamó a su hermano para anunciarle que se iba a suicidar y se voló la tapa de los sesos. La póliza dejó a los suyos 100 millones de pesetas.
Desencadenante
Ni esa fortuna hubiera consolado el llanto sin lágrimas de Rosario. «¿Y qué más da el dinero y el trabajo? Yo no quiero ni la pensión de viudedad. Solo quiero lo que ya nadie me puede dar: a mi marido». Todavía se sorprende mirando el reloj… para ver si Joaquín vuelve tarde a casa. Su hombre desde los 17 años, «¡cuando me dejó embarazada para que me casara con él!», sonríe con pena Rosario. Ha adelgazado tres kilos en veinte días. «No sé si ahora le gustaría más, le encantaban mis carnes…», musita. Los expertos calculan que por cada persona que se suicida hay otras seis víctimas: sus seres queridos. Un millón de personas se quitan la vida cada año en el mundo, una cada 40 segundos. Más muertes que por asesinatos, accidentes de tráfico o laborales. La Organización Mundial de la Salud recomienda hablar de los suicidios, no enmudecerlos, como forma de combatirlos. El silencio es un feroz enemigo. El 40% de las personas que acaban con su vida nunca han sido diagnosticadas por un especialista. «Un suicidio es, en parte, un fracaso colectivo de la sociedad», precisa Sergio González Ausina, periodista autor del blog ‘Última carta’, con el que intenta averiguar qué llevó a su tío a arrojarse al paso de un tren.
Los psiquiatras se resisten a poner la etiqueta de ‘por la crisis’ a los suicidios, aunque sea el desencadenante. La mitad de las víctimas sufren problemas mentales. ¿Se hubieran quitado la vida igual sin apreturas económicas? «El suicidio no se puede achacar a una sola causa», advierte Javier Jiménez, presidente de la Asociación de Investigación y Prevención del Suicidio. En algo sí están todos de acuerdo: no soluciona nada, lo empeora. Rosario asiente en medio de otro llanto seco, mudo: «El 3 de abril será siempre el peor día de mi vida».
Madre mia me lo leo por partes, jejeje
ResponderEliminarBuen blog.
Yo soy de Málaga y también tengo un blog erotico donde escribo sobre mis experiencias. Te lo dejo por si te apetece echarle un vistazo y de paso me cuentas que te parece, que soy un poco novato en esto:
www.malagasensual.blogspot.com
Saludos y gracias!