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http://acratasnew.blogspot.com/Los rebaños nunca se oponen a que se derriben las cercas que los confinan, aunque sea tarea de otros el demolerlas contra la voluntad y los intereses de quien las levantó, que son los pastores propietarios del rebaño. Por eso, la liberación de los 40 millones de conciencias —que harían del español un pueblo soberano— no podrá venir de la fuerza interior de ellas mismas, sino de las de otros: de un suficiente puñado de hombres libres capaces de jugarse el todo por el todo en la ejecución de un plan perfectamente trazado. La liberación de conciencias es sólo el campo de batalla y el fruto de la tarea a realizar, pero el adormecido pueblo español no es el enemigo, sino que constituye sólo esa masa inercial que hace pesadísimo e ímprobo el esfuerzo para conseguir mover el estado de las cosas un solo centímetro.
Del grueso del pueblo español no cabe esperar ninguna clase de colaboración en tan ciclópea tarea, porque tiene firmado desde hace muchísimos años un soterrado Pacto Nefando con el Gran Poder Fáctico, que le ha funcionado muy bien durante los años de vacas gordas y despilfarro, y que reza así:
“Gran Poder:
Nosotros , los españoles, reconocemos que siempre que nos enfrentamos a ti salimos trasquilados. Desde la dictadura de Franco no creemos en nada, máxime cuando la Transición fue un evidente camelo que no nos ha pasado desapercibido. Por lo tanto:
Delegamos en ti toda la responsabilidad del pago de nuestros sueldos, del futuro de nuestras hipotecas, de la educación de nuestros hijos, de nuestro entretenimiento, de nuestro modelo de estado y de nuestras jubilaciones. Esperamos morir en paz, de viejos y en la cama.
A cambio, prometemos asumir la monarquía parlamentaria autonomista o federalista o lo que sea, votar a quien nos digas, Tú sabrás cómo decírnoslo; trabajar en lo que Tú quieras al precio que Tú consideres correcto, porque sabemos que somos tus esclavos, pero también tus consumidores, o sea que nos necesitas Tú también para ganar mucho dinero. Y en ello confiamos como única tabla de salvación en caso de crisis. Prometemos pagar los impuestos que nos digas, cuantos menos mejor, si se puede; y fingir que nos creemos el sistema.
En tus manos encomendamos nuestros cuerpos y nuestros espíritus.
El Pueblo Español”
A pesar de que ese Gran Poder deja en evidencia cada tanto —ahora mismo, sin ir más lejos— que jamás ha asumido tales responsabilidades, sino que siempre ha abandonado a sus explotados cuando las cosas se ponen feas, el pacto sigue vigente. Y los españoles continúan ramoneando las últimas briznas de yerba seca del agostador zapaterismo, esperando que el Gran Amo Global los guíe hacia nuevos pastos verdes.
Yo, como otros a los que ese Pacto nos duele como un testículo entre martillo y yunque, sé que en España hay otras muchas malas conciencias creadoras de servidumbres que son el enemigo a derrotar. Las reconozco: son los corruptos aparatos de los partidos políticos y el de la propia Monarquía; son los más altos constituyentes de los tres poderes, que son el mismo, Uno, Trino y Todopoderoso; son los medios de comunicación del Régimen, que entontecen, manipulan y hasta se inventan la opinión pública; son los financieros, cuya voluntad de extraer dinero del Pueblo, por el procedimiento del bombeo cíclico, apaga en sus podridos cerebros cualquier atisbo de ética; es la Iglesia, que gusta de hacer monarcas por la gracia de Dios, por los pingües beneficios de la servidumbre implícita; es la clase culta pseudoprogresista que domina y pastorea desde las universidades hasta la Real Academia de la Lengua. Todos ellos no son meros colectivos de pasivos resistentes, sino los autores o los sostenedores del Gran Fraude.
A todos esos impostores, ladrones de dineros y libertades, no bastará con cantarles la verdad exhibiéndonos a cuerpo, porque la conocen. Su poder abrá de ser legítimamente destruido por otros procedimientos —ojalá fuera posible dentro de la legalidad vigente, aunque es dudoso— que vamos a estudiar enseguida. Pero el primer paso es obvio, lector: Tú eres ya un hombre libre. Salta la valla y toma los frutos de tu emancipación por la fuerza de los hechos.
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