El crimen imperdonable de Alemania antes de la II Guerra Mundial fue su intento de extricar su poder económico del sistema de comercio mundial y crear su propio mecanismo de cambio, que le negaría beneficios a la finanza mundial. (Churchill, "The second World War" Bern 1960).
Las dos principales causas de la II Guerra Mundial fueron: Primero: el éxito del sistema alemán de trueque. Segundo: la determinación hitleriana de no aceptar préstamos extranjeros. Su declaración de que los negocios de Alemania serían llevados a cabo de la misma manera que los de un honrado comerciante causó verdadero pánico en los círculos financieros. (Francis Neilson: "The Churchill Legend", pág. 296).
Marriner Eccles, del Federal Reserve Board, y Montague Norman, Presidente del Banco de Inglaterra, llegaron a un acuerdo, en 1935, sobre la política a emplear para aplastar, por todos los medios, incluyendo la guerra, si necesario, los experimentos financieros de Hitler. ("The Word" de Glasgow, 3-8-1949).
Los grandes banqueros se alarmaron con los éxitos de la política financiera de la Alemania de Hitler, de la misma manera que varias generaciones atrás sus familias se asustaron de los éxitos de la natural economía de Lincoln y de Napoleón. Lo que hubiera sido un laudable progreso para Alemania y otros paises tomando ejemplo de ella fue, en realidad, la principal causa de la Segunda Guerra Mundial. La lucha entre políticas monetarias rivales era inevitable. (Carnelius Carl Veith, "Citadel of Chaos").
No vamos a permitir que ese fulano, Hitler, se salga con la suya. Su política monetaria es un peligro para todos. (Bernard M. Baruch, pez gordo de la Casa Blanca, durante un homenaje a George C. Marshall en 1938, citado por Francis Neilson, "The Tragedy of Europe").
Debemos mantener bajos nuestros precios, aún perdiendo dinero, pues así obtendremos a los clientes de las naciones no beligerantes. Será la única manera de destruir el sistema alemán de trueque. (Bernard M. Baruch a Roosevelt, New York Times, 14-9-1939).
Convendría que alguien ejerciera presión sobre Varsovia, porque si el mundo se entera de que le hacemos una guerra a Alemania por un ferrocarril y una carretera, nos cuelgan. (M. Couldondre, embajador francés en Berlín, a M. Georges Bonnet, ministro de relaciones exteriores de Francia).
Con sus métodos, Alemania arruina el comercio en el mundo entero... Nuestro principal problema, hoy, estriba en saber cómo nos será posible enfrentarnos a la nueva forma de competencia alemana en todo el mundo... Hasta donde nos ha sido posible constatar, la razón de la influencia económica de Alemania reside en el hecho de que ella paga a los países productores de Europa Central y del Sudeste de Europa unos precios mucho más elevados que los que se practican en el mercado mundial. (Robert Spear Hudson, Secretario de Comercio Ultramarino del Imperio Británico, en sesión en la Cámara de los Comunes, 30 noviembre 1938. Citado por "The Times", Londres, 1 diciembre 1938).
Hitler ponía en práctica el patrón Trabajo, opuesto al patrón Oro. En sus relaciones comerciales internacionales preconizaba el "barter" (trueque) y estaba dispuesto a no aceptar los préstamos bancarios extranjeros (la Banca alemana había sido embridada y puesta al servicio del Reich). Esto era fatal para la Alta Finanza Internacional, no ya por el hecho de haber perdido al importante mercado alemán, sino por el peligro que representaba el Reich, en su doble vertiente de su expansión económica y de ejemplo para otros países que desearan romper las cadenas de la Kapinter… En plena guerra, en Alemania, no se habla de la necesidad de aumentar los impuestos, ni de estimular el ahorro ni de lanzar enormes empréstitos de guerra. Muy al contrario. Recientemente acaba de abolirse un importante impuesto. El dinero es tan abundante que, desde nuestro punto de vista, no tiene explicación. Hitler parece haber descubierto el secreto de trabajar sin un sistema financiero clásico y haber puesto en marcha un sistema basado en el movimiento perpetuo. ("The Times", Londres, 11 y 13 X 1940 y 15 X 1940).
Una de las causas fundamentales de esta guerra ha sido el esfuerzo permanente hecho por Alemania desde 1918, y agravado desde 1933, para asegurarse importantes mercados extranjeros y fortalecer así su comercio, eliminando el paro interno, al mismo tiempo que sus competidores se veían obligados, a causa de sus deudas, a adoptar el mismo camino. Era inevitable que se produjeran fricciones, dado que los productos alemanes eran más baratos y estaban bien hechos. ("The Times", Londres, 11 y 13 octubre 1940).
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