“Maverick”, palabra del idioma
inglés que define a una persona de pensamiento independiente, que no
sigue la ortodoxia. Alguien que va por libre, que piensa por sí mismo.
Así definían a Antonio García-Trevijano Forte los
diplomáticos estadounidenses en sus partes confidenciales durante el
periodo de la Transición y que Wikileaks hizo públicos: “Maverick
lawyer, sin ninguna identificación política específica.”
Abogado, fundador de la Junta
Democrática y más tarde coordinador de la Platajunta. Partidario de un
periodo de libertad constituyente tras la dictadura para que los
españoles decidieran la forma de Estado y de gobierno. Fue finalmente
marginado por todos aquellos que decidieron seguir el proceso de
transición autorizado por Kissinger que apoyaba la reforma en lugar de
la ruptura, y que fue llevado a cabo por un sector franquista
representado por Fraga, Suárez y Gutiérrez Mellado; el Partido Comunista
de Carrillo y el PSOE de González. El marxista revolucionario, golpista
y violento PSOE de Pablo Iglesias y Largo Caballero reconvertido en un
partido en la línea de los partidos socialdemócratas europeos por obra y
gracia de ese sector franquista, Estados Unidos y destacados
socialdemócratas europeos como Willy Brandt. A todos ellos debe el PSOE
su “resucitación” en la década de los setenta del siglo pasado después
de cuarenta años desaparecido.
No hubo ruptura y la aplicación de
la norma “de la ley a la ley” cambió la dictadura por una oligarquía de
partidos financiados por el Estado (el contribuyente financia con sus
impuestos a los partidos más contrarios a sus convicciones políticas),
convertidos en órganos del Estado. Un Estado de Partidos o partitocracia
en el que no hay libertad política y donde la corrupción sistemática y
el continuo chantaje de las minorías separatistas son inherentes.
García-Trevijano siempre
ha rechazado llamar democracia a la forma de gobierno en España y
siempre ha reclamado un periodo de libertad constituyente en el que los
ciudadanos se pronuncien y den legitimidad al Estado. Y dice que esto no
es una democracia porque no existe representación de los electores en
los elegidos, porque no hay separación de poderes y porque la Justicia
no es independiente. Los ciudadanos votan cada cuatro años las listas de
candidatos elaboradas por los jefes de los partidos en unas elecciones
que sólo sirven para establecer las cuotas de poder que se repartirán
los partidos estatales.
Gracias a internet pueden verse sus
intervenciones en el programa La Clave de Jose Luis Balbín -uno era
entonces un niño- donde se le ve defendiendo sus argumentos.
Defiende la República Constitucional, que explica en su obra TEORÍA PURA DE LA REPÚBLICA.
Rechaza tanto la Primera República por federal de municipios, casi
anarquista, como la Segunda República, parlamentaria sin separación de
poderes. A ninguna de las dos las considera democráticas.
La República Constitucional se asienta en los siguientes principios:
1) Representación política. Un solo
diputado elegido en distritos/mónadas electorales bajo mandato
imperativo por mayoría absoluta a doble vuelta si es necesario. No
recibe sueldo del Estado ni del partido sino del distrito electoral.
Puede ser revocado por los electores si incumple el programa bajo el que
fue elegido.
2) Poder Legislativo. La Cámara de Representantes de distrito elige el Consejo de Legislación.
3) Poder Ejecutivo. Elección directa
por los ciudadanos del Presidente de la República en una circunscripción
única nacional por mayoría absoluta, a doble vuelta si fuera necesario.
El Presidente designa a su Consejo de Gobierno.
4) Independencia de la Justicia. El
Presidente del Consejo de Justicia es elegido por mayoría absoluta por
los profesionales del mundo judicial. El Presidente del Consejo de
Justicia elige a todos los miembros de su Consejo.
Para esta República Constitucional desarrolla un brillante sistema de equilibrio de poderes y funcionamiento democrático.
Vivimos un periodo de desconfianza
hacia la clase política y las instituciones. No es nada nuevo, crisis
similares se han vivido varias veces desde el fin de la dictadura -si es
que no vivimos siempre en una crisis continua-. Y como siempre, surgen
propuestas atrevidas de gente oportunista que busca la fama, procurarse
un puesto de poder o mantener el que ya tienen en el caso de que los
tiempos cambien, unos hablan de distritos electorales, otros de la
separación de poderes (sin saber muy bien qué quieren decir con eso,
considerando a la Justicia un poder) y otros de independencia judicial.
Se exhiben en tertulias y escriben libros. Y también surgen nuevos
partidos que prometen reformas como si la solución a la partidocracia
fuesen más partidos.
Pero creo que nadie como García-Trevijano ha
hecho un análisis más riguroso, ha dado un diagnóstico más exacto y ha
propuesto unos remedios más apropiados. Es de justicia reconocer que
este señor lleva más de cuarenta años defendiendo su pensamiento y por
ello ha sufrido la cárcel y atentados contra su vida, y ha sido
condenado al ostracismo por los medios y el poder.
Ha impulsado la creación de un movimiento ciudadano hacia la República Constitucional,
no se trata de un partido político. Promueve la abstención electoral en
conciencia para provocar una crisis de legitimación del Estado al
superar más del sesenta por ciento de abstención que dé lugar a la
apertura de un periodo de libertad constituyente. Los ciudadanos
elegirán entonces una nueva Constitución y la forma de Estado -monarquía
o república- y de gobierno -presidencialista o parlamentario-.
Lo que propone García-Trevijano,
la democracia representativa, me resulta irresistiblemente atrayente.
Una democracia similar a la estadounidense, aunque mejorada, o
actualizada, en la que se fomentaría el patriotismo en torno a la figura
del presidente, un sistema más blindado contra la corrupción y donde
las minorías separatistas no condicionarían la política del país.
Pero también hay corrupción en
Estados Unidos. Hay jueces y políticos corruptos. Los grupos de poder e
intereses también influyen en los políticos a través de cauces más o
menos legales, donaciones, campañas de presión, etc. Fue en Estados
Unidos donde se desarrollaron programas y leyes de eugenesia antes del
nazismo, donde se clasificaron a personas como “no aptas”, donde se
realizaron esterilizaciones forzosas hasta los años setenta del siglo
veinte. El Estado, mediante su agencia de seguridad NSA, estableció un
sistema de vigilancia y control de sus ciudadanos por medio de las
telecomunicaciones e internet propio de un régimen totalitario de una
novela de Orwell. La única democracia del mundo que con rigor puede
llamarse así también ha dado lugar a las peores prácticas de los
regímenes totalitarios. Pero como explica García-Trevijano una
cosa son las reglas de juego que garantizan la libertad política, la
democracia formal, y Estados Unidos lo es, y otra es el juego que
desarrollan los actores políticos. Él propone la gratuidad de las
campañas electorales para garantizar la igualdad de oportunidades. Y una
cosa es la corrupción ocasional por individuos aislados, podría decirse
inevitable, pero que no entrañan un riesgo para la sociedad; otra la
corrupción consecuencial que puede afectar a una institución pero que es
corregible con una reforma de las normas y otra es la corrupción
constitutiva, la más grave, la corrupción del Estado de Partidos. Una
corrupción sistemática por la falta de control del poder: por la no
separación de poderes y un sistema electoral de listas proporcionales.
Es imposible acabar con ella encarcelando de vez en cuando a un político
corrupto o con reformas que sólo añadirán más leyes ineficaces porque
es consecuencia de la ausencia de control del poder.
En una edición más reciente de La Clave, en 1991, Ramón Tamames argumentaba frente a García-Trevijano que
la Transición no pudo hacerse de otra manera porque estaba el recuerdo
de la guerra, no existían otros modelos en los que mirarse en Europa, la
sociedad no estaba preparada para otra cosa… García-Trevijano rechazaba
estos argumentos y respondía que eran miedos injustificados y
prejuicios. Continuaba diciendo Tamames que dentro de unos años, en un
país más avanzado, sin riesgo de conflicto, tal vez sería entonces el
momento de plantearse una reforma de la democracia.
Más que reformas que no cambien nada
hace falta el periodo de libertad constituyente que no se dio en la
Transición, que los ciudadanos elijan qué forma de Estado y de gobierno
quieren, y una nueva Constitución más simple que sólo defina las reglas
de juego, no como la actual, extensa, ambigua, contradictoria, sin
separación de poderes, que no se cumple, que promete cosas imposibles de
cumplir.
©Diego O. Espada
FUENTE: Una mirada alrededor
En el diccionario Collins, traducen la palabra inglesa ‘maverick’ como ‘inconformista, disidente’.
El significado de la palabra ‘maverick’ es el de alguien que se niega o se resiste a acatar los dictados de un grupo, un disidente. También puede utilizarse como adjetivo para calificar al que es independiente en el pensamiento, y a la acción de exhibir tal independencia.
El significado de la palabra ‘maverick’ es el de alguien que se niega o se resiste a acatar los dictados de un grupo, un disidente. También puede utilizarse como adjetivo para calificar al que es independiente en el pensamiento, y a la acción de exhibir tal independencia.
ORIGEN DE LA PALABRA
Su origen se remonta al siglo XIX, y nació a partir de algo que decidió hacer (en realidad, no hacer) Samuel Augustus Maverick (1803-1870), político, hombre de negocios y uno de los firmantes de la declaración de independencia de la República de Texas.
Parece que sus verdaderos negocios eran del sector inmobiliario, pero como pago de una deuda, en 1845 recibió 400 cabezas de ganado, que quedaron sin marcar. Este era un hecho bastante insólito, de ahí que a las cabezas de ganado no marcadas en poco tiempo se las empezase a conocer como ‘maverick’, y de ahí el término pasó a identificar también a ‘lo diferente’ o ‘no convencional’, especialmente a las actitudes diferentes a la habitual.
La versión oficial dice que rehusó a marcar su ganado para no causar daño a los animales. El resto de ganaderos de la zona, sin embargo, sospechaban que el verdadero motivo que buscaba Maverick era poder así apoderarse del resto de animales no marcados por otros ganaderos, por descuido o porque los animales escapaban o se perdían antes de ser marcados.
Su origen se remonta al siglo XIX, y nació a partir de algo que decidió hacer (en realidad, no hacer) Samuel Augustus Maverick (1803-1870), político, hombre de negocios y uno de los firmantes de la declaración de independencia de la República de Texas.
Parece que sus verdaderos negocios eran del sector inmobiliario, pero como pago de una deuda, en 1845 recibió 400 cabezas de ganado, que quedaron sin marcar. Este era un hecho bastante insólito, de ahí que a las cabezas de ganado no marcadas en poco tiempo se las empezase a conocer como ‘maverick’, y de ahí el término pasó a identificar también a ‘lo diferente’ o ‘no convencional’, especialmente a las actitudes diferentes a la habitual.
La versión oficial dice que rehusó a marcar su ganado para no causar daño a los animales. El resto de ganaderos de la zona, sin embargo, sospechaban que el verdadero motivo que buscaba Maverick era poder así apoderarse del resto de animales no marcados por otros ganaderos, por descuido o porque los animales escapaban o se perdían antes de ser marcados.
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