ÉBOLA: EL NUEVO NEGOCIO DE LA INDUSTRIA FARMACEÚTICA (un artículo del Prof. Marcos Roitman)
OTRA PLAGA, OTRO NEGOCIO REDONDO PARA LAS EMPRESAS FARMACEÚTICAS
Los muertos no contaban, salvo aquellos pertenecientes a
organizaciones religiosas, misioneros, médicos, enfermeras y personal
auxiliar de organizaciones humanitarias, de piel blanca, trasplantados
al, eufemísticamente apodado, continente negro.
Muchas víctimas del Ébola u otras enfermedades infeccionas han
pasado a la categoría de Santos y mártires. Religiosos altruistas que
dan su vida por ayudar al desvalido.
Una manera como cualquier otra de salvar el alma y redimir el sentimiento de culpa propio de pecadores.
Igualmente, médicos, deportistas, actores y gente de la farándula
hacen campaña para apadrinar un niño, construir una escuela o levantar
un hospital. África es un buen lugar dónde practicar la condición de
buen samaritano.
Inclusive, Naciones Unidas tiene sus embajadores, gente de bien al
servicio de causas humanitarias. Acciones que ennoblecen y reivindican
al homo sapiens, sapiens, como seres reflexivos y conscientes, dolosos
con la desgracia ajena, al decir de Adam Smith.
UNA
VEZ MÁS, EL PERSONAL MÉDICO CUBANO QUE CUMPLE EN ÁFRICA SU MISIÓN
INTERNACIONALISTA, DA LECCIONES DE VALENTÍA, PROFESIONALIDAD Y HONRADEZ A
TODO EL MUNDO
¿Algo habrá que hacer ante las hambrunas, falta de escuelas, hospitales, desastres naturales y enfermedades que asuelan África?
Mil cosas; desde campañas de concienciación en medios de
comunicación hasta bonos solidarios ubicados estratégicamente en las
cajas registradoras de supermercados y grandes superficies que nos
recuerdan la necesidad de misericordia con los pobres y desheredados de
la tierra.
Sin olvidarnos de las órdenes religiosas que se esmeran en recoger
alimentos, medicamentos y donaciones para ampliar su labor
evangelizadora. Comparte tu riqueza con un pobre, Dios te recompensará
en el cielo, pero antes pasa por caja, la Iglesia te lo agradece.
Sólo un dato: la orden San Juan de
Dios, a la cual pertenecía el sacerdote español repatriado de Liberia y
contagiado de ébola, contaba en 2011 para su filial, Orden Hospitalaria
San Juan de Dios, con 12 millones de euros en productos financieros de
deuda pública del tesoro español y capitales de riesgo y 1.16 millones
de euros en renta fija del Banco de Santander.
Todo un detalle, teniendo en cuenta que el medio millón de euros,
que dice el gobierno ha costado el traslado a Madrid, será sufragado
íntegramente por el Estado. De esta forma se cierra un capítulo más de
la connivencia entre Iglesia y Estado.
Eso sí, mientras nos congratulamos del operativo humanitario, en
EEUU el ejército anuncia poseer un fármaco secreto llamado Zmapp como
respuesta al virus del ébola.
EL
GOBIERNO DEL PP TRAJO A MIGUEL PAJARES A ESPAÑA, LE TRATARON CON LA
SUPUESTA VACUNA ZMAPP (QUE NO HABÍA SIDO ENSAYADA EN SERES HUMANOS),
GASTÓ MEDIO MILLÓN DE EUROS EN REPATRIARLE, ABANDONARON A UNA MONJA EN
ÁFRICA PORQUE NO ERA ESPAÑOLA, Y MIGUEL MURIÓ EN TRES DÍAS
Dicho anuncio coincide con los traslados del médico Kent Brantly y
la cooperante Nancy Writebol, afectados por el virus, al centro de
enfermedades infecciosas de Atlanta, el más completo en el mundo para su
tratamiento.
Mientras tanto, el religioso español Miguel Pajares era repatriado a
un hospital de Madrid, desmantelado, que no cuenta con medios, pero sí
con el fármaco, enviado gentilmente por el ejército estadunidense para
ser administrado como paliativo.
En ambos casos se dió vía libre para experimentar en humanos. Ahora,
tras la muerte del sacerdote español Miguel Pajares, el Comité de Ética
de la Organización Mundial de la Salud aprueba el uso experimental del
fármaco en África como opción para el tratamiento o prevención, aunque
no se conozcan sus efectos secundarios y su eficacia no esté comprobada.
Pero, oh casualidad, el fármaco está agotado….
Utilizar el Zmapp en los países afectados por el virus del ébola
amplía la población sobre la cual experimentar, pero sobre todo facilita
a sus dueños el control, a pie de campo, de los posibles efectos
secundarios, convirtiendo a África en un laboratorio al aire libre.
Por el momento el brote actual ha causado la muerte de más de mil
personas, situando la tasa de mortalidad entre 25 y 90 por ciento de los
infectados.
Pero nos olvidamos que los países afectados forman parte del tercer
mundo, donde se desarrolla la venta de armas, la extracción de materias
primas y el comercio ilegal de diamantes o animales exóticos por
auténticas mafias y empresas trasnacionales, donde los gobiernos hacen
la vista gorda.
No hay nada mejor que una espléndida pandemia vírica para aumentar beneficios.
Sirva como recordatorio que África, sus gentes y sus riquezas han
sido explotadas por potencias e imperios en nombre del progreso y la
civilización occidental.
LA ORDEN DE SAN JUAN DE DIOS FACTURÓ EN 2011 MÁS DE 25 MILLONES DE EUROS CON SU SOCIEDAD DE GESTIÓN
Bélgica, Holanda o Gran Bretaña. Sin olvidarnos de Francia, España,
Portugal, Alemania o Italia. Desde el siglo XVI, hombres, mujeres y
niños fueron capturados, encadenados y transportados a Europa y América,
vendidos como esclavos. Reyes, cortesanos y burgueses amasaron sus
fortunas potenciando el comercio de carne humana.
Igualmente expropiaron sus territorios y establecieron sus lindes
para monocultivos, plantaciones de caucho, cacao, azúcar y cuanta
materia prima fuese capaz de generar ganancias. Asimismo, el marfil, las
pieles y los trofeos de caza fueron lucidos en las mansiones de
Londres, Ámsterdam, París, Bruselas, Brujas, Roma o Hamburgo.
Hoy Europa le cierra las puertas. Antes los importaban como mercancía, hoy los expulsan como seres humanos.
Pateras atestadas de jóvenes africanos, atraídos por las sociedades
opulentas, dejan su vida en el mar por un sueño imposible. Son miles los
africanos muertos en las aguas que bañan las costas de España y Italia o
ven cómo se les reprime cuando tratan de saltar las alambradas de
Melilla.
El ébola es un argumento más para cerrar puertas y, de paso, seguir obteniendo beneficios económicos en nombre del progreso.
El ébola es una bendición para las empresas farmacológicas. Además
lo sufren africanos, no la gente civilizada. Una verdadera ventaja
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