A finales de julio comentamos que la difusión del sitio del Congreso programado para el día 25 de septiembre era ya imparable en internet, y que era de esperar que el tema saltase más pronto que tarde a los medios de gran difusión. Ayer, 14 de Agosto, El País se hacía al fin eco de la convocatoria. Hoy, El Mundo la lleva a su portada impresa. Esto supone que el evento llegará a muchos ciudadanos que no suelen consultar los llamados “medios alternativos” pero también que -en buena parte- se quedarán con la versión que les venden los periódicos de gran tirada.
De entrada, El País (1) hizo ayer alusión a ambas convocatorias, la del día 15 protagonizada por los sindicatos UGT y CCOO, y la del 25 de septiembre, convocada por la plataforma semi-anónima “En Pie” a través de un manifiesto. Habla de los inconvenientes que para los madrileños tienen las vallas que cercan el Congreso ya desde estos días y el hecho inaudito de que los ciudadanos que allí viven tengan que mostrar su DNI para poder acceder a su casa. También informa de que “una portavoz del Ministerio del Interior afirmó antesdeayer [por ayer] que el operativo en el Congreso de los Diputados se va a mantener con carácter indefinido”, y que hay que “proteger el Congreso de cualquier intento de ataque”, como si los manifestantes fuesen a actuar de manera violenta contra el edificio o sus ocupantes.
El artículo de El País se limita a hablar -pues- de los inconvenientes del vallado del Congreso sin decir casi nada de la convocatoria del 25S, pero enlaza sutilmente en sus noticias relacionadas con un texto muy alarmista, “Los siete días que hicieron temblar la Transición” (2) en el que se recuerdan trágicos acontecimientos de 1977, como el secuestro del presidente del Consejo de Estado y más tarde de un teniente general por los GRAPO, la destitución de toda la cúpula policial por protestas en las calles de este colectivo, el asesinato de un estudiante de 19 años por un pistolero ultraderechista y de otra universitaria por el impacto de un bote de humo, y la masacre perpetrada por un grupo de pistoleros ultraderechistas que irrumpió en un despacho de abogados laboralistas.
El Mundo publica hoy un editorial en el que miente desde el título tergiversando los objetivos del manifiesto: “Hay que evitar que se acampe ante el Congreso” (3), cuando el verbo “acampar” no aparece por ningún sitio en la convocatoria;
“LA PRETENSIÓN de un grupo de indignados de reiniciar las protestas pero aumentando la presión sobre los políticos tiene en alerta a la Policía y a los servicios de Inteligencia (…)”.
Así comienza el editorial para enseguida calificar la iniciativa como “irresponsable e ilegal” porque “lo prohíbe el Código Penal” si los diputados están en sesión plenaria. El segundo argumento garantiza la violencia policial asegurando que “es regalar al mundo fotos similares a las de los disturbios de Grecia que tanto han deteriorado su imagen”.
La fotografía del blog (4) que reproduce los editoriales y otros artículos de opinión de El Mundo es bastante elocuente;
La noticia de portada de El Mundo -”La amenaza de sitiar el Congreso mantiene en alerta a Policía y CNI“- llega al extremo de mencionar la “iconografía” de la convocatoria, para referirse a un cartel en concreto como ejemplo de los que “recuerdan a la película V de Vendetta, una cinta que concluye con la voladura de las Casas del Parlamento de Londres tras una manifestación masiva de millones de ciudadanos anónimos que no pudo detener ningún cordón policial“. Es decir, se toma un cartel de Anonymous para acabar hablando de un parlamento que estalla por los aires tras una movilización masiva. Increíble. El Mundo recurre al argumento de una película de ficción para meter miedo a sus lectores.
Y aunque se empieza hablando de una “amenaza vaga y reciente”, más adelante El Mundo afirma que
“El Gobierno quiere evitar a toda costa una imagen que fuentes del PP y del Ejecutivo consideran que sería nefasta para el país: jóvenes manifestantes saltando las vallas de las Cortes Generales. O la fotografía de los antidisturbios cargando contra ellos en las puertas del Congreso para evitar ese asalto simbólico. Algo similar a lo que ocurrió en Atenas. Desde el Ejecutivo argumentan que sería la puntilla para nuestra deteriorada imagen internacional -sobre todo, por la situación económica-”.
La apelación a la “imagen” que las protestas dan al exterior o a los mercados no es nueva, pero se miente manifiestamente cuando se prevee un “asalto” mientras la convocatoria habla de sitio para hacer dimitir al ejecutivo, nunca de ocupación del Congreso. La Constitución, en su artículo 66.3, establece efectivamente que las Cortes Generales son inviolables, pero nada hace referencia a la ilegalidad de rodearlo en la carta magna. Para este caso, sería de aplicación el artículo 21.2;
“En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que sólo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes”.
Más detalles sobre la legislación pueden consultarse en este interesante artículo, [y del artículo 494 del Código Penal referente a las manifestaciones frente al Congreso aquí] (actualización). Sea como fuere, también son ilegales pero legítimas otras acciones como el bloqueo ciudadano a un procurador que pretende comunicar un desahucio o la expropiación de alimentos para familias en serias dificultades económicas.
Compárese la noticia de El Mundo con el tratamiento que tuvo la concentración de unas mil personas frente al Congreso del 9 de Junio de 2011, cuando gobernaba el PSOE (5);
“Y la indignación del 15-M llegó hasta las puertas del Congreso, canalizada a través del rechazo a la reforma de la negociación colectiva (…) Ningún diputado o responsable político acudió a hablar con los ‘indignados’ a pesar de que estos les exhortaban a ello con sus proclamas. ‘Rubalcaba, da la cara’, dijeron los congregados, que gritaron insistentemente “Ahí está la cueva de Alí Babá” mirando a la sede de la Cámara Baja”.
En la asamblea interestatal del 5 de agosto que El Mundo califica como “secreta”, y donde asegura que “se apagaron los móviles y extrajeron las baterías” -cosa extraña e igualmente peliculera- se desmintieron “todos los rumores que han circulado por la red sobre cualquier tipo de relación con la ultraderecha a la vez que se invitó a los asistentes a sumarse desde sus asambleas o grupos y a trabajar juntos respetando idiosincrasias de cada agrupación”.
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