El desafío de Irán a los banqueros globales
El 25 de octubre de 2007, EE.UU. anunció nuevos severos castigos contra los militares iraníes y los sistemas bancarios de propiedad estatal. Sanciones, retórica belicosa y la amenaza implícita de acción militar son aguijones para otra guerra, que los críticos temen que es más probable que provoque un holocausto nuclear que el que ayude a evitarlo... La pregunta es: ¿qué convierte a Irán en una amenaza tan seria? La explicación oficial es que planifica el desarrollo de armas nucleares, pero el jefe de la agencia de control de la ONU, la IAEA dice que “no tiene evidencia concreta” de un programa iraní de armas nucleares. Además, si existiera, una cantidad de países han ensayado o poseen armas nucleares fuera del Tratado de No-Proliferación Nuclear, incluyendo a Pakistán, Corea del Norte, India, y probablemente Israel; sin embargo no consideramos que eso justifique una acción militar. Irán sólo se sumaría a una prolongada lista de potencias nucleares.
Otra teoría dice que el impulso hacia la guerra tiene que ver únicamente con petróleo; pero Irán suministra sólo un 15% de las exportaciones totales de petróleo del Golfo Pérsico, y su petróleo ya está en venta. No necesitamos hacer la guerra para conseguirlo. Podemos simplemente comprarlo.
Una tercera teoría dice que el ruido de sables tiene que ver con la defensa del dólar. Irán amenaza con abrir su propia bolsa del petróleo, y ya está vendiendo cerca de un 85% de su petróleo en otras divisas que el dólar. Irán ha roto el monopolio del petrodólar impuesto en los años setenta, cuando la OPEC hizo un acuerdo secreto con EE.UU. de vender petróleo sólo en dólares de EE.UU. Como explicara en 2006 el doctor Krassimir Petrov ese motivo potencial en un editorial de Gold-Eagle.com:
“Mientras el dólar era el único pago aceptable por el petróleo, su dominación en el mundo estaba asegurado, y el Imperio estadounidense podía continuar gravando al resto del mundo. Si, por algún el motivo, el dólar perdiera su respaldo de petróleo, el Imperio de EE.UU. dejaría de existir. Por lo tanto, la supervivencia imperial dictaba que el petróleo se vendiera sólo en dólares... Si alguien exigía un pago diferente, tenía que ser convencido, por la presión política o por medios militares, de que cambiara sus intenciones.”
Es una teoría interesante, pero todavía no llega a explicar todos los hechos. En un editorial de marzo de 2006 en Asia Times Online, William Engdahl señaló que la guerra con Irán se veía venir como parte de la estrategia de EE.UU. para un Gran Oriente Próximo desde los años noventa, mucho antes de que Irán amenazara con abrir su propia bolsa petrolera. E Irán no es el único país que quiere abandonar el dólar como su moneda para el petróleo. Para poner freno a riesgos monetarios, Rusia planifica abrir el próximo año una Bolsa de la Energía en San Petersburgo a fin de comerciar el petróleo en rublos, algo que tendrá un impacto significativamente más fuerte sobre el dólar que la bolsa petrolera de Irán. Los banqueros centrales en Venezuela, Indonesia, y los Emiratos Árabes Unidos han dicho que invertirán una parte menor de sus reservas en activos en dólares debido a la posición debilitada global del dólar. Esos países también están predispuestos a cambiar a otras monedas para sus comercios petroleros. ¿Se sentirá obligado EE.UU. a invadirlos a todos?
El arma financiera
Cada una de estas teorías tiene un cierto mérito, pero ninguna de ellas parece explicar adecuadamente los tambores de la guerra. ¿Qué es tan especial respecto a Irán que lo mantiene permanentemente en la mira de los militares de EE.UU.? Otra posibilidad es que: aparte del petróleo y el dólar, Irán presenta una seria amenaza a un arma financiera secreta que mantiene en el poder al imperio bancario global: El arma financiera de destrucción masiva de los banqueros.
Cerca de 1980, cuando las tasas de interés se disparaban, Johnny Carson dijo en broma en The Tonight Show que “los científicos han desarrollado una poderosa nueva arma que destruye a la gente pero deja en pie los edificios —se llama la tasa de interés de un 17%.”
El interés compuesto es el arma secreta que ha permitido que un cartel bancario global controle la mayor parte de los recursos del mundo. La trampa de la deuda se cerró para muchos países en 1980, cuando las tasas de interés internacionales aumentaron a un 20%. Con un interés de un 20% capitalizado anualmente, 100 dólares se duplican en menos de 4 años; y en 20 años, se convierten en sobrecogedores 3.834,66 dólares. El impacto devastador sobre los deudores del Tercer Mundo fue subrayado por el presidente Obasanjo de Nigeria, hablando en 2000 sobre la creciente carga para su país por los acreedores internacionales. Dijo:
“Todo lo que habíamos pedido prestado hasta 1985 eran cerca de 5.000 millones de dólares, y hemos pagado unos 16.000 millones; sin embargo todavía nos dicen que debemos unos 28.000 millones. Esos 28.000 millones de dólares resultan de la injusticia en las tasas de interés de los acreedores extranjeros. Si ustedes me preguntan qué es lo peor en el mundo, les diré que es el interés compuesto.”
A fines de los años setenta, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional comenzaron a imponer “condicionalidades” a los préstamos a los países deudores del Tercer Mundo, exigiéndoles que abrieran sus mercados de capital, privatizaran sus industrias, y recortaran los gastos en programas sociales para asegurar que los prestamistas internacionales recibieran sus intereses.
En el 2001, había fluido suficiente dinero de vuelta a los bancos del Primer Mundo desde deudores del Tercer Mundo como para pagar seis veces el capital debido por esos préstamos; pero los intereses habían consumido una parte tan considerable de esos préstamos que la deuda total se había cuadruplicado en realidad durante el mismo período.
En 1980, los ingresos promedio en el 10% más rico de los países eran 77 veces superiores que en el 10% más pobre. En 1999, esa brecha había crecido a 122 veces. En diciembre de 2006, Naciones Unidas publicó un informe intitulado: “Distribución Mundial de la Riqueza Doméstica,” que concluyó que un 50% de la población del mundo posee ahora sólo un 1% de su riqueza, mientras que el 10% de los más ricos posee un 85%. Bajo las condiciones actuales, las deudas de las naciones más pobres no podrán ser reembolsadas jamás sino que continuarán creciendo.
¿Milagro o crimen?
Lo que los banqueros llaman el “milagro” del interés compuesto, bajo la ley islámica es es llamado “usura” y es considerado como un crimen. En el Siglo XVI, Martín Lutero redefinió la “usura” con el significado de que era la toma de interés “excesivo”; pero bajo la Antigua Ley Inglesa, el cobro de cualquier monto de interés constituía un crimen. Los modernos pensadores islámicos no se muestran adversos a un rendimiento lucrativo de las inversiones si toma la forma de “participación en los beneficios,” en la que los inversionistas toman un cierto riesgo y comparten las pérdidas en los negocios; pero el usurero cobra su interés no importa lo que suceda. En realidad gana más cuando el prestatario fracasa. El prestatario que no puede permitirse el pago de sus préstamos se hunde más y más profundo en deudas, a medida que los intereses de capitalizan anualmente para el prestamista. En “The Coming First World Debt Crisis” (2006), Ann Pettifor presenta esta definición moderniza de “usura”:
“Usura es la práctica de exaltar los valores del dinero por sobre los valores humanos y medioambientales; de crear dinero sin costos y de prestarlo a tasas de interés con el propósito no de fomentar y mantener la humanidad o el ecosistema, sino de
1. acumular reservas de rentas no salariales;
2. extraer riqueza del sector productivo de un modo que es parasítico;
3. extraer riqueza de los que carecen de riqueza (los que carecen de activos); y
4. reivindicar una parte del futuro.
Acuerdos secretos
Este plan de deuda, con su arma letal de interés capitalizado anualmente, ha permitido que una pequeña camarilla de financistas domine los negocios del mundo. En “Tragedy and Hope”, el profesor Carroll Quigley, mentor de Bill Clinton en la Universidad Georgetown, escribió por experiencia personal sobre este grupo, al que llamó “los banqueros internacionales”. Dijo que su objetivo era “nada menos que crear un sistema mundial de control financiero en manos privadas capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía del mundo en su conjunto”, un sistema “que sea controlado de modo feudal por los bancos centrales del mundo actuando en coordinación, mediante acuerdos secretos”. La clave para el éxito de los banqueros era que controlarían y manipularían los sistemas monetarios del mundo mientras dejaban que pareciera que estaban controlados por los gobiernos.
La mayor parte del mundo ha sido llevada a este plan de bancos centrales privados, en el que los bancos privados crean la mayor parte del dinero de la mayoría como préstamos que devengan intereses. En EE.UU., el único dinero creado por el gobierno en la actualidad consiste de monedas, que componen cerca de un milésimo del suministro total de dinero. Los billetes de la Reserva Federal (billetes de dólar) son creados por la Reserva Federal, una corporación bancaria privada, y prestados al gobierno; mientras que la vasta masa del suministro del dinero es creado por bancos comerciales cuando hacen préstamos, lo que hacen anticipando “crédito” creado mediante asientos contables.
Disposiciones semejantes predominan en la mayoría de los países. Incluso cuando el banco central es técnicamente de propiedad del Estado (como en el Reino Unido y en Canadá), crea sólo el dinero en billetes de la nación, dejando que un 95% o más del suministro de dinero sea creado por bancos comerciales.
La alternativa a este sistema de “banco central” independiente es lo que solía ser llamado “banca nacional.” El banco central de la nación de propiedad estatal emitía el dinero nacional como agente del gobierno, y gastaba el dinero o lo prestaba a la economía para el desarrollo interno y las necesidades públicas. El objetivo de los banqueros internacionales era “privatizar” esos bancos de propiedad estatal y otros activos de propiedad estatal o local, haciéndolos accesibles para ser comprados y controlados por el capital financiero internacional.
La “compañía mundial”
En una reunión en 1968 en Canadá de un hermético grupo globalista conocido como los Bilderbergers, George Ball, Subsecretario de Estado para Asuntos Económicos de EE.UU., habló de crear una “compañía mundial”. Ball también era gerente general de los gigantes bancarios Lehman Brothers y Kuhn Loeb. La compañía mundial de la que hablaba sería una nueva forma de colonialismo en la que los activos globales serían adquiridos por la coerción económica en vez de militar. La compañía se extendería más allá de las fronteras nacionales, involucrándose en fusiones y adquisiciones hasta que los activos del mundo fueran incorporados a un sistema bancario central internacional privado.
El primer paso en el proceso de extraer a la fuerza los recursos de las economías locales fue inducir a los dirigentes nacionales a que abrieran sus mercados de capital y divisas. En 1971, el presidente Nixon sacó al dólar del patrón oro, convirtiéndolo en la “moneda reserva” del mundo sin la disciplina del oro. Entonces podían crear dólares y prestarlos en la medida en la que los prestamistas pudieran encontrar prestatarios necesitados. En 1975, indujeron a la OPEC a aceptar un acuerdo para vender su petróleo sólo en dólares estadounidenses [creando una masiva emisión de petrodólares], y el precio del petróleo se cuadruplicó repentinamente. Los países que no tenían los dólares que necesitaban para comprar petróleo tuvieron que pedirlos prestados. El FMI impuso entonces sus “condicionalidades” incluyendo la privatización de las industrias petroleras de propiedad estatal y los bancos. En los decenios siguientes, éste y otros planes predatorios de préstamos llevaron a la mayor parte del mundo a ser esclavizados por los banqueros internacionales. (11)
Cuando caen los dominós
Irán fue una de las pocas naciones que escaparon de este plan global de privatización. Irán tenía su propio petróleo. Logró evitar la trampa de permitir que su moneda fuera devaluada por especuladores al imponer restricciones del cambio de divisas extranjeras y controles de precio de su moneda nacional (el rial), algo que podía permitirse porque tenía reservas de divisas extranjeras adecuadas gracias a sus ventas de petróleo.
La industria petrolera de propiedad estatal de Irán ha permitido que su economía vaya bien, a pesar de sanciones económicas y rumores contrarios. Un movimiento “reformista” hacia un aumento de la privatización terminó en 2005, cuando Mahmoud Ahmadineyad fue elegido a la presidencia. Ahmadineyad es un “populista” que prometió redistribuir la riqueza petrolera iraní de un modo más expansivo y ha comprometido al gobierno a financiar proyectos del sector público e inversiones benéficas. (14)
Eruditos islámicos han estado tratando de ideas un sistema bancario global que sirva como alternativa al plan basado en la usura que actualmente ejerce el control internacional, e Irán ha encabezado el esfuerzo en la creación de ese modelo. Irán es caracterizado como una república islámica democrática, que impone los principios islámicos no sólo moral, sino también legalmente y políticamente.
La revolución de 1979 que derrocó al shah de Irán respaldado por EE.UU., terminó con 2.500 años de gobierno monárquico. Todos los bancos interiores de Irán fueron nacionalizados, y el gobierno llamó a establecer un sistema bancario islámico que reemplazara los pagos de intereses por la participación en los beneficios. Su banco central de propiedad estatal emite la moneda nacional, y el “seigniorage” (la diferencia entre el costo de producir dinero y su valor nominal) es devengado por el gobierno en lugar de los bancos privados.
El gobierno iraní es uno de los pocos que tienen muy poca deuda externa. Utiliza sus bancos de propiedad estatal para poner préstamos y créditos a la disposición de proyectos industriales y agrícolas. La característica más singular del sistema bancario, sin embargo, es que sigue la proscripción islámica contra la usura. Eso significa que los préstamos son libres de intereses.
Por lo menos, esto es verdad en principio. Para que su sistema funcione con el plan prevaleciente, los economistas islámicos han tenido que presentar algunas definiciones creativas de “interés.” Suponiendo que Irán pueda desarrollar una alternativa factible, sin embargo, podría amenazar el sistema bancario basado en la usura que domina actualmente las finanzas y el comercio internacionales. Si los gobiernos comenzaran a hacer lo que los bancos hacen ahora —anticipar “crédito” creado de la nada mediante asientos contables— podrían soslayar los pesados intereses que constituyen el costo principal de la mayoría de los programas gubernamentales de la actualidad.
El derrumbe de los banqueros
Se calcula que la eliminación de los cobros de intereses reduciría a la mitad el costo de la infraestructura, del desarrollo de energías sostenibles y de otros programas gubernamentales. Las economías del Tercer Mundo podrían entonces escapar de las garras de los banqueros globales, llevando al derrumbe de un imperio global bancario de 300 años.
La dimensión de las apuestas fue sugerida por Tarek El Diwany, experto británico en finanzas islámicas y autor de “The Problem with Interest” (2003). En una presentación en la Universidad Cambridge en 2002, citó un Informe de Desarrollo Humano de Naciones Unidas [UNDP] de 1997, que decía:
“Liberados de sus reintegros anuales de deudas, los países severamente endeudados podrían utilizar los fondos para inversiones que sólo en África salvarían las vidas de unos 21 millones de niños hasta el año 2000 y asegurar a 90 millones de niñas y mujeres el acceso a la educación básica”.
El Diwany comentó: “El UNDP no dice que los banqueros estén matando a los niños, dice que lo hace la deuda. ¿Pero quién crea la deuda? Los banqueros, desde luego. Y están creando la deuda al prestar dinero que han fabricado de la nada. Por su parte el mundo en desarrollo paga al mundo desarrollado 700 millones de dólares neto por día en reintegro de deudas.” Concluyó su presentación diciendo:
“Pero hay esperanzas. Las naciones en desarrollo no deben pensar que son impotentes ante sus opresores. Su mejor arma actual es la escala misma de la crisis de la deuda. Un incumplimiento coordinado y simultáneo en gran escala de las obligaciones internacionales de deuda podría dañar con bastante facilidad el sistema monetario occidental, y Occidente lo sabe. Podría haber, por cierto, una guerra, o la amenaza de que la haya, acompañada tal vez por sermones sobre moralidad financiera desde Washington, pero ¿importaría si queda tan poco por perder? En su momento, todo pueblo oprimido llega a aprender que más vale morir con dignidad que vivir en la esclavitud. Los prestamistas por doquier deberían recordar bien esa lección. (18)
Eso podría explicar los grandes cañones que apuntan a Irán. Podría ser que la intención no sea frustrar el desarrollo de armas nucleares, sino arrancar de raíz la germinación de una alternativa económica antes de que tenga la oportunidad de extenderse. Hay que empujar los dominós que no caigan en la trampa de la deuda. Como en los brutales ataques en el Líbano en julio de 2006, los objetivos militares en Irán serán probablemente económicos —puentes, puertos, carreteras, aeropuertos, refinerías. (19-20) La amenaza que posa el modelo económico de Irán será aniquilada haciéndolo volar de vuelta a la Edad de Piedra.
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