La recesión se ha instalado en los Estados Unidos, los subsidios alimentarios que cubrían a unas 26 millones y medio de personas en 2006 subieron en 2007 a 28 millones, nivel nunca alcanzado desde los años 1960 Jorge Beinstein (Para Kaos en la Red) [07.05.2008 08:07] - 570 lecturas - 13 comentarios
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La recesión se ha instalado en los Estados Unidos, los subsidios alimentarios que cubrían a unas 26 millones y medio de personas en 2006 subieron en 2007 a 28 millones, nivel nunca alcanzado desde los años 1960. Recientemente la OCDE ha revisado a la baja sus previsiones de crecimiento para la economía estadounidense asignándole una expansión igual a cero para el primer semestre del año actual, por su parte el FMI acaba de hacer un pronóstico aún más grave incluyendo períodos de crecimiento negativo. Estos organismos venían bombardeando a los medios de comunicación (que a su vez bombardeaban al planeta) con pronósticos optimistas basados en la supuesta fortaleza de la economía norteamericana; sostenían que no habría recesión y que lo peor podría ser un crecimiento bajo rápidamente desbordado por una nueva expansión... si ahora admiten la recesión es porque algo mucho peor está en el horizonte.
Bajo la apariencia de varias crisis convergentes se despliega ante nuestros ojos el final de lo que deberíamos mirar como el primer capítulo de la declinación del Imperio norteamericano (aproximadamente 2001-2007) y el comienzo de un proceso turbulento disparado por el salto cualitativo de tendencias negativas que se fueron desarrollando a lo largo de períodos de distinta duración.
De todos modos las malas noticias financieras, energéticas y militares no parecen aplacar los delirios mesiánicos de Washington sino todo lo contrario, es como si Bush y sus halcones no fueran a dejar la Casa Blanca dentro de unos pocos meses. Siguen amenazando a gobiernos que no se someten a sus caprichos, insinúan nuevas guerras y afirman querer prolongar indefinidamente las ocupaciones de Irak y Afganistán, incluso un ataque devastador contra Iran todavía es posible. De tanto en tanto emerge una nueva ola de rumores bélicos apuntando hacia Iran por lo general originados en declaraciones o trascendidos de altos funcionarios del gobierno, un ataque contra ese país tendría consecuencias inmediatas catastróficas para la economía mundial, el precio del petróleo se dispararía hacia las nubes, el sistema financiero global pasaría a una situación caótica y la recesión imperial se convertiría en ultra recesión encabezada por un dólar en caída libre. Tal vez algunos estrategas del Pentágono y del círculo de halcones mas radicalizados estén imaginando un gran fuego mundial purificador del que emergería victoriosa la nación elegida por Dios: los Estados Unidos de América. Se trata de una locura pero forma parte de la configuración psicológica de una porción importante de la élite dominante atravesada por una corriente letal que combina virtualismo, omnipotencia, desesperación y furia ante una realidad cada día menos dócil.
En los grandes centros de decisión económica actualmente domina la incertidumbre que se va convirtiendo en pánico; el fantasma del colapso comienza a asomar su rostro. Mientras tanto la autoridades económicas norteamericanas inyectan masivamente liquidez en el mercado, otorgan subsidios fiscales e improvisan costosos salvatajes a las instituciones financieras en bancarrota intentando suavizar la recesión sabiendo que de ese modo aceleran la inflación y la caída del dólar: su margen de maniobras es muy pequeño, la mezcla de inflación y recesión hace completamente ineficaces sus instrumentos de intervención.
La palabra "colapso" fue apareciendo con creciente intensidad desde fines del año pasado en entrevistas y artículos periodísticos muchas veces combinadas con otras expresiones no menos terribles, en algunos casos adoptando su aspecto más popular (derrumbe, muerte, caída catastrófica) y en otros su forma rigurosa, es decir como sucesión irreversible de graves deterioros sistémicos, como decadencia general. Paul Craig Roberts (que fue en el pasado miembro del staff directivo del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y editor de Wall Street Journal) publicó el 20 de marzo un texto titulado “El colapso de la potencia americana” donde describe los rasgos decisivos de la declinación integral de los Estados Unidos (1), el 27 de marzo “The Economist” titulaba “Esperando el arnagedon” a un articulo referido a la marea irresistible de bancarrotas empresarias norteamericanas. El 14 de marzo “The Intelligencer” titulaba “Expertos internacionales pronostican el colapso de la economía norteamericana” donde recogía las opiniones entre otros de Bernard Connelly del Banco AIG y de Martin Wolf, columnista del Financial Times.
El 3 de abril Peter Morici en una nota aparecida en “Counterpunch” señalaba que “es imposible negar que la economía (estadounidense) ha entrado en una recesión cuya profundidad y duración son impredecibles” (2). A modo de conclusión el 14 de abril Financial Times publicaba un articulo de Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos donde señalaba que “la era unipolar, periodo sin precedentes de dominio estadounidense, ha terminado. Duro unas dos décadas, algo más de un instante en términos históricos” (3).
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Bajo la apariencia de varias crisis convergentes se despliega ante nuestros ojos el final de lo que deberíamos mirar como el primer capítulo de la declinación del Imperio norteamericano (aproximadamente 2001-2007) y el comienzo de un proceso turbulento disparado por el salto cualitativo de tendencias negativas que se fueron desarrollando a lo largo de períodos de distinta duración.
De todos modos las malas noticias financieras, energéticas y militares no parecen aplacar los delirios mesiánicos de Washington sino todo lo contrario, es como si Bush y sus halcones no fueran a dejar la Casa Blanca dentro de unos pocos meses. Siguen amenazando a gobiernos que no se someten a sus caprichos, insinúan nuevas guerras y afirman querer prolongar indefinidamente las ocupaciones de Irak y Afganistán, incluso un ataque devastador contra Iran todavía es posible. De tanto en tanto emerge una nueva ola de rumores bélicos apuntando hacia Iran por lo general originados en declaraciones o trascendidos de altos funcionarios del gobierno, un ataque contra ese país tendría consecuencias inmediatas catastróficas para la economía mundial, el precio del petróleo se dispararía hacia las nubes, el sistema financiero global pasaría a una situación caótica y la recesión imperial se convertiría en ultra recesión encabezada por un dólar en caída libre. Tal vez algunos estrategas del Pentágono y del círculo de halcones mas radicalizados estén imaginando un gran fuego mundial purificador del que emergería victoriosa la nación elegida por Dios: los Estados Unidos de América. Se trata de una locura pero forma parte de la configuración psicológica de una porción importante de la élite dominante atravesada por una corriente letal que combina virtualismo, omnipotencia, desesperación y furia ante una realidad cada día menos dócil.
En los grandes centros de decisión económica actualmente domina la incertidumbre que se va convirtiendo en pánico; el fantasma del colapso comienza a asomar su rostro. Mientras tanto la autoridades económicas norteamericanas inyectan masivamente liquidez en el mercado, otorgan subsidios fiscales e improvisan costosos salvatajes a las instituciones financieras en bancarrota intentando suavizar la recesión sabiendo que de ese modo aceleran la inflación y la caída del dólar: su margen de maniobras es muy pequeño, la mezcla de inflación y recesión hace completamente ineficaces sus instrumentos de intervención.
La palabra "colapso" fue apareciendo con creciente intensidad desde fines del año pasado en entrevistas y artículos periodísticos muchas veces combinadas con otras expresiones no menos terribles, en algunos casos adoptando su aspecto más popular (derrumbe, muerte, caída catastrófica) y en otros su forma rigurosa, es decir como sucesión irreversible de graves deterioros sistémicos, como decadencia general. Paul Craig Roberts (que fue en el pasado miembro del staff directivo del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y editor de Wall Street Journal) publicó el 20 de marzo un texto titulado “El colapso de la potencia americana” donde describe los rasgos decisivos de la declinación integral de los Estados Unidos (1), el 27 de marzo “The Economist” titulaba “Esperando el arnagedon” a un articulo referido a la marea irresistible de bancarrotas empresarias norteamericanas. El 14 de marzo “The Intelligencer” titulaba “Expertos internacionales pronostican el colapso de la economía norteamericana” donde recogía las opiniones entre otros de Bernard Connelly del Banco AIG y de Martin Wolf, columnista del Financial Times.
El 3 de abril Peter Morici en una nota aparecida en “Counterpunch” señalaba que “es imposible negar que la economía (estadounidense) ha entrado en una recesión cuya profundidad y duración son impredecibles” (2). A modo de conclusión el 14 de abril Financial Times publicaba un articulo de Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos donde señalaba que “la era unipolar, periodo sin precedentes de dominio estadounidense, ha terminado. Duro unas dos décadas, algo más de un instante en términos históricos” (3).
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