viernes, 30 de mayo de 2014

Lo que el Mundo Rechazo – Las Ofertas de Paz de Hitler, 1933-1940

Es un poco largo, pero vale tu tiempo el leerlo…



A partir y mucho antes de 1939 y continuando hasta el día de hoy, la opinión mundial ha sido manipulada sistemáticamente para inducir la falsa creencia de que Adolf Hitler era un poderoso loco, despótico, guerrerista y malvado tirano que se había apoderado ilegalmente del poder en Alemania, que buscó la guerra con su vecinos europeos, y que tenía un plan para dominar el mundo. Los “historiadores” oficiales, han mantenido y perpetuado esta narrativa propagandística desde 1945, mientras que hábilmente ignoran los numerosos intentos bien documentados de Hitler para convencer a los Aliados de la 1º Guerra Mundial, a través de la vía diplomática, a cumplir con sus propios compromisos de desarme, y para trabajar con él para lograr una solución justa de las cuestiones pendientes derivadas del Tratado de Versalles, que había mutilado gravemente Alemania (y por consiguiente, también la economía mundial), así como, causado crecientes tensiones persistentes en Europa, fueron repetidamente rechazadas.

Este artículo de 1940 por el Dr. Friedrich Stieve proporciona una visión general de las diversas iniciativas de paz de Hitler desde el momento en que fue debidamente nombrado canciller en 1933 hasta que se declaró la guerra a Alemania en 1939. Esto demuestra claramente que estos esfuerzos de preservación de la paz mundial se vieron frustrados por los traficantes de guerra británicos, franceses, estadounidenses y rusos y sus titiriteros, los banqueros internacionales que tenían –y tienen- una agenda muy diferente a la que las propuestas de Hitler y su modelo el Nacional Socialismo planteaba una gran amenaza. Por lo tanto, estos declararon que “Hitler era una amenaza para el mundo y debe ser detenido”, empleando una propaganda atroz, citas falsas o citas sacadas completamente de contexto, y desinformación para propagar y perpetuar su propia narrativa, para incitar a las naciones a la guerra, y desviar siempre la culpa de ellos mismos. Y, por supuesto, también desprestigiaron a aquellos que apoyaron a Hitler, o a aquellos que al menos encontraron sus objetivos de política exterior objetivos y bastante razonables, como “apaciguadores”. Entonces, después de haber tenido éxito en la destrucción de Alemania, enterraron las pruebas que desafiaban su narrativa, crearon pruebas falsas, y torturaron a los alemanes para sacarles falsas confesiones auto inculpatorias, etc para establecer su versión (la de los vencedores), acerca de los acontecimientos como la historia oficial, y que su guerra era completamente justificada y necesaria, la llamada “guerra buena.”

Desde 1945, este falso paradigma ha sido reciclado perpetuamente mientras los defensores de la agenda del Nuevo Orden Mundial siguen marcando a todos los verdaderos líderes nacionalistas que sirven a su pueblo (y no a los banqueros) como “El próximo Hitler” o como “nazis “, etc. Y, por supuesto, aquellos que los apoyan están de nuevo etiquetados como “apaciguadores” o “cobardes” o incluso como “terroristas”.

Es hora de que el mundo despierte, enfrente a los hechos, y reconozca este “método de operaciones ‘, y que entiendan que se desarrolló y se utilizó por primera vez contra Alemania en la Primera Guerra Mundial, y luego fue refinado y perfeccionado en la Segunda Guerra Mundial en una forma de arte horrible, con las que siempre conducen a los borregos a cumplir sus órdenes.


Publicado en 1940 por el diario Washington bajo los auspicios de la “Deutsche Informationsstelle”, por el Dr. Friedrich Stieve

Dr. Friedrich Stieve

[1] Los enemigos de Alemania mantienen hasta hoy que Adolf Hitler es el más grande perturbador de la paz conocido en la historia, que el -Hitler- amenazo a cada nación con ataques súbitos y opresión, que creo una terrible máquina de guerra para causar problemas y devastación a todo su alrededor. Al mismo tiempo ellos ocultaron intencionalmente hechos muy importantes: Ellos obligaron al líder Alemán a desenvainar la espada. Ellos obligaron a Hitler a obtener por la fuerza, aquello que Hitler había intentado ganar por persuasión en un principio: La seguridad de su país. Ellos hicieron esto no solo al declararle la guerra en septiembre de 1939, sino también al bloquear a cada paso durante 7 años el camino a cualquier discusión pacífica.

Las repetidas tentativas hechas por Adolf Hitler para inducir a los gobiernos de otros estados a colaborar con él en la reconstrucción de Europa fue un patrón constante que se repite en su conducta desde el inicio de sus labores en el Reich alemán. Pero estos intentos fueron destruidos cada vez por la razón del hecho de que en ninguna parte había ninguna disposición para darles la debida consideración, ya que el espíritu maligno de la Gran Guerra (1º Guerra Mundial) aún prevalecía en todas partes, ya que en Londres y París y en las capitales de las potencias occidentales había una intención fija: perpetuar el poder de Versalles.

Una rápida mirada a los acontecimientos más importantes aportara la prueba irrefutable de esta afirmación.

Cuando Adolf Hitler llegó al primer plano, Alemania era tan amordazada y tan impotente como los vencedores de 1918 querían que estuviera. Completamente desarmada, con un ejército de sólo 100.000 hombres destinados exclusivamente a la función policial en el país, Alemania se encontró dentro de un anillo cerrado firmemente de vecinos todos armados hasta los dientes y alineados entre sí. Para los antiguos enemigos de Occidente, Gran Bretaña, Bélgica y Francia, nuevos fueron creados artificialmente y añadidos en el este y en el sur: sobre todo Polonia y Checoslovaquia. Una cuarta parte de la población de Alemania, fueron arrancadas por la fuerza fuera de su país de origen y entregado a las potencias extranjeras. El Reich, mutilado por todos lados y despojado de todos sus medios de defensa, en cualquier momento podría convertirse en la víctima indefensa de algún vecino rapaz.

Fue entonces cuando Adolf Hitler por primera vez hizo su llamamiento al sentido común de los otros poderes. El 17 de mayo de 1933, unos pocos meses después de su nombramiento para el cargo de canciller del Reich (Reichskanzler), pronunció un discurso en el Reichstag alemán, del que extraemos los siguientes pasajes:

“Alemania estará perfectamente lista para disolver todo su aparato militar y destruir la pequeña cantidad de armas pendientes de ella, si los países vecinos hacen lo mismo con la misma rigurosidad.

… Alemania está enteramente dispuesta a renunciar a las armas de agresión de todo tipo si las naciones armadas, por su parte, destruyen sus armas de agresión dentro del plazo fijado, y si su uso está prohibido por una convención internacional.

… Alemania es en todo momento dispuesta a renunciar a las armas ofensivas si el resto del mundo hace lo mismo. Alemania está dispuesta a aceptar cualquier pacto solemne de no agresión porque ella no piensa en atacar a nadie, sino sólo en la adquisición de seguridad.”

Hitler no recibió ninguna respuesta.

Sin hacer caso, los demás continuaron llenando sus arsenales con armas, a acumular sus reservas de explosivos, a aumentar el número de sus tropas. Al mismo tiempo, la Sociedad de Naciones (predecesora de la ONU), el instrumento de las potencias vencedoras, declaró que Alemania debe pasar primero a través de un período de “prueba” antes de que sea posible discutir con ella la cuestión del desarme de los otros países. El 14 de octubre de 1933, Hitler se separó de la Sociedad de las Naciones, con la cual era imposible llegar a algún acuerdo. Poco después, sin embargo, el 18 de diciembre de 1933, Hitler se presentó con una nueva propuesta para la mejora de las relaciones internacionales. Esta propuesta incluye los siguientes seis puntos:

 1. Alemania recibe una completa igualdad de derechos

2. Los estados completamente armados se comprometen entre sí a no aumentar sus armamentos más allá de su nivel actual.

3. Alemania se adhiere a este acuerdo, comprometiéndose libremente a hacer un uso moderado de la igualdad de derechos concedidos a ella mientras no represente una amenaza para la seguridad de cualquier otra potencia europea.

4. Todos los estados reconocen ciertas obligaciones en relación con la realización de la guerra con principios humanistas, o para la eliminación de ciertas armas para usar contra la población civil.

5. Todos los Estados aceptan un control general uniforme para vigilar y asegurar el cumplimiento de estas obligaciones.

6. Las naciones europeas garantizan mutuamente el mantenimiento incondicional de la paz mediante la celebración de pactos de no agresión, que debe renovarse después de diez años.

Seguidamente a esto se hizo una propuesta para aumentar la fuerza del ejército alemán a 300.000 hombres, lo que corresponde a la fuerza requerida por Alemania “teniendo en cuenta la longitud de sus fronteras y el tamaño de los ejércitos de sus vecinos”, con el fin de proteger su amenazado territorio de cualquier ataque. El defensor del principio del acuerdo pacífico trataba así de acomodarse a la falta de voluntad de los otros para desarmarse al expresar el deseo de un aumento limitado de armamentos para su propio país. Un intercambio de notas, a partir de este y durante años, finalmente llegó a un repentino final con un rotundo “no” de Francia. Este “no” fue, además, acompañado de un enorme crecimiento en las fuerzas armadas de Francia, Gran Bretaña y Rusia.

De este modo, la posición de Alemania empeoro mucho más que antes. El peligro para el Reich era tan grande que Adolf Hitler se sintió obligado a actuar. El 16 de marzo de 1935, volvió a introducir el servicio militar obligatorio. Sin embargo, en relación directa con esta medida, una vez más anunció una oferta de acuerdos de una extensa naturaleza, el propósito era para asegurar que en caso de cualquier guerra futura se realizaría en principios humanitarios, de hecho, para hacer una guerra prácticamente imposible mediante la eliminación de armamentos destructivos. En su discurso del 21 de mayo de 1935, declaró:

“El Gobierno alemán está dispuesto a participar activamente en todas las actividades que puedan conducir a una limitación práctica de armamentos. Considera que un retorno a la antigua idea de la Convención de la Cruz Roja de Ginebra como la única forma posible de lograrlo. Considera que en un primer momento sólo habrá la posibilidad de una supresión gradual y la proscripción de las armas y métodos de guerra que son esencialmente contrarios a la Convención de la Cruz Roja de Ginebra que todavía es válida.

Así como el uso de balas dumdum, fueron una vez prohibidas y, en general, ello se le impide, en la práctica, por lo que el uso de otras armas definidas deben ser prohibidas y evitadas. Aquí, el Gobierno alemán tiene en cuenta todas esas armas que traen muerte y destrucción no solo a los soldados que luchan, sino también a las mujeres y niños no combatientes.

El Gobierno alemán considera como errónea e ineficaz la idea de acabar con los aviones dejando la cuestión del bombardeo abierto. Pero se cree que es posible que proscriba el uso de ciertas armas como contrarias al derecho internacional y para excomulgar a aquellos países que aún las utilizan de la comunidad de la humanidad, sus derechos y sus leyes.

Asimismo, considera que el progreso gradual es el mejor camino hacia el éxito. Por ejemplo, podría prohibirse el lanzamiento de gas, bombas incendiarias y explosivas fuera de la zona de batalla real. Esta limitación podría luego ampliarse a nivel internacional y prohibirse en todos los bombardeos. Sin embargo, siempre y cuando se permita el bombardeo como tal, cualquier limitación del número de aviones de bombardeo es cuestionable en vista de la posibilidad de sustitución rápida.

Si tal tipo de bombardeo, como este, fuera marcado como una barbarie contraria al derecho internacional, la construcción de aviones de bombardeo pronto seria abandonada como superflua y sin efecto. Si, a través del Convenio de la Cruz Roja de Ginebra, en efecto resultó posible para evitar la muerte de un hombre herido o prisionero, debería ser igualmente posible de prohibir, por un convenio análogo, y, finalmente, detener el bombardeo de poblaciones civiles indefensas por igual.

De una manera tan fundamental de abordar el problema, Alemania ve una mayor tranquilidad y seguridad para las naciones que en todos los pactos de los convenios de asistencia y militares.

El Gobierno alemán está listo para aceptar cualquier limitación que conduzca a la abolición de las armas más pesadas, especialmente ajustadas para la agresión. Tales son, en primer lugar, la artillería pesada, y, en segundo lugar, los tanques pesados. En vista de las enormes fortificaciones en la frontera francesa, dicha abolición internacional de las armas pesadas de ataque daría a Francia ipso facto 100 por ciento de seguridad.

Alemania se declara lista a aceptar cualquier limitación del calibre-fortaleza de artillería, acorazados, cruceros y lanchas torpederas. De la misma manera, el Gobierno alemán está listo a aceptar cualquier limitación internacional del tamaño de los buques de guerra. Y por último está listo a aceptar la limitación de tonelaje para los submarinos, o para su abolición total en caso de acuerdo internacional.

Y -Alemania- da la garantía, que estará de acuerdo con cualquier limitación internacional o la abolición de las armas de cualquier tipo durante un espacio de tiempo uniforme.”

Esta vez de nuevo las declaraciones de Hitler no encontraron la más mínima respuesta. Por el contrario, Francia se alió con Rusia a fin de aumentar su influencia preponderante en el continente aún más, y aumentar en un gigantesco la presión sobre Alemania del Este.

En vista de las evidentes intenciones destructivas de sus oponentes, Adolf Hitler se vio obligado a adoptar nuevas medidas para garantizar la seguridad del Reich alemán. El 3 de marzo de 1936, ocupó Rhineland, que había estado sin protección militar desde Versalles, y así cerró la ancha puerta a través de la cual el vecino occidental podría llevar a cabo una invasión. Una vez más, dio el paso defensivo que se había visto obligado a tomar con un llamamiento a la reconciliación liberal en general y para la solución de todas las diferencias. El 31 de marzo de 1936, el –Hitler- formuló el siguiente plan de paz:

“1. A fin de dar a los futuros acuerdos que fijan la paz de Europa el carácter de tratados inviolables, las naciones participantes en las negociaciones, lo hacen sólo en condiciones de plena igualdad y los miembros igualmente apreciados. La única razón de peso para la firma de estos tratados puede sólo estar en la viabilidad de estos acuerdos generalmente reconocidos y evidentes para la paz de Europa, y por lo tanto para la felicidad social y la prosperidad económica de las naciones.

2. Con el fin de acortar en el interés económico de las naciones europeas el periodo de incertidumbre, el Gobierno alemán propone un límite de cuatro meses para el primer período hasta la firma de los pactos de no agresión para garantizar la paz en Europa.

3. El Gobierno alemán da la seguridad de no añadir ningún refuerzo de ningún tipo a las tropas en Rhineland durante este período, siempre a condición de que los Gobiernos de Bélgica y Francia actúen de la misma manera.

4. El Gobierno alemán da la seguridad de que no moverán las tropas estacionadas en la actualidad en Rhineland más cerca de las fronteras de Bélgica y Francia durante este período.

5. El Gobierno alemán propone la creación de una comisión integrada por las dos potencias garantes, Gran Bretaña e Italia, y una tercera potencia neutral desinteresada, para garantizar esta seguridad que debe darse por ambas partes.

6. Alemania, Bélgica y Francia, tienen cada uno el derecho a enviar un representante a esta Comisión. Si Alemania, Francia o Bélgica piensan que por alguna razón en particular pueden señalar a un cambio en la situación militar que ha tenido lugar dentro de este período de cuatro meses, tienen el derecho de informar a la Comisión de Garantías de sus observaciones.

7. Alemania, Bélgica y Francia declaran su voluntad en tal caso, de permitir que esta Comisión haga las investigaciones necesarias a través de los militares británicos e italianos adjuntos, y de informe al respecto a las potencias participantes.

8. Alemania, Bélgica y Francia dan la seguridad de que van a otorgar la mayor consideración a las excepciones derivadas de las mismas.

9. Por otra parte, el Gobierno alemán está dispuesto sobre una base de reciprocidad completa con sus dos vecinos del oeste de Alemania, de acordar a cualquier limitación militar en la frontera occidental alemana.

10. Alemania, Bélgica y Francia, y las dos potencias garantes convienen en entablar negociaciones bajo el liderazgo del Gobierno británico de inmediato, o a más tardar, después de las elecciones francesas, para la conclusión de un pacto de no-agresión o de seguridad de 25 años entre Francia y Bélgica, por un lado, y Alemania por el otro.

11. Alemania está de acuerdo en que el Reino Unido e Italia firmarán el pacto de seguridad como potencias garantes, una vez más.

12. En caso de contratos especiales para prestar asistencia militar que surjan como resultado de estos acuerdos de seguridad, Alemania, por su parte declara su voluntad de participar en tales compromisos.

13. El Gobierno alemán por lo tanto reitera su propuesta para la celebración de un pacto de aire para complementar y consolidar los acuerdos de seguridad.

14. Los Gobierno Alemán reitera que si los Países Bajos si así lo desean, están dispuesto a incluir ese país también en este acuerdo de seguridad de Europa occidental.

15. Para estampar esta pacto de paz, al que entraron voluntariamente Alemania y Francia, como la conclusión de reconciliación de una disputa de siglos de antigüedad, Alemania y Francia se comprometen a tomar medidas para que en la educación de los jóvenes, así como en la prensa y las publicaciones de ambas naciones, se evitará todo lo que pueda ser dañino para las relaciones entre los dos pueblos, sea que se trate de una actitud despreciativa o desdeñosa o injerencia indebida en los asuntos internos del otro país. Están de acuerdo en establecer, en la sede de la Liga de las Naciones en Ginebra, una comisión mixta cuya función consiste en presentar todas las quejas recibidas antes de los dos Gobiernos para la información y la investigación.

16. En cumplimiento de su intención de dar a este acuerdo un carácter de una promesa sagrada, Alemania y Francia se comprometen a ratificarlo por medio de un plebiscito de las dos naciones.

17. Alemania expresa su voluntad, por su parte, de establecer contacto con los Estados sobre sus fronteras al sur-este y noreste, con el fin de invitar directamente a la conclusión de los pactos de no agresión ya propuestos.

18. Alemania expresa su voluntad de volver a entrar en la Sociedad de Naciones, ya sea a la vez, o después de la celebración de estos acuerdos. Al mismo tiempo, el Gobierno alemán manifiesta de nuevo como su esperanza de que, después de un plazo razonable y por el método de negociaciones amistosas, la cuestión de la igualdad de los derechos coloniales y el de la separación del Pacto de la Sociedad de Naciones desde sus cimientos en el Tratado de Versalles será aclarado.

19. Alemania propone la creación de un Tribunal Internacional de Arbitraje, la cual será responsable de la observancia de los diferentes acuerdos celebrados, y cuyas decisiones serán vinculantes para todas las partes.

Después de la conclusión de esta gran obra de asegurar la paz en Europa, el Gobierno alemán considera que es necesario y urgente tratar con medidas prácticas para poner fin a la competencia sin límites en materia de armamentos. En su opinión, esto significaría no sólo una mejora de la situación financiera y económica de las naciones, sino sobre todo una disminución de la tensión psicológica.

El Gobierno alemán, sin embargo, no tiene fe en el intento de lograr acuerdos universales, ya que esto estaría condenado al fracaso desde el principio, y por lo tanto sólo podrá proponerse por aquellos que no tienen ningún interés en el logro de resultados prácticos. Por otra parte, es de la opinión de que las negociaciones llevadas a cabo y los resultados obtenidos en la limitación de los armamentos navales deben tener un efecto instructivo y estimulante.

Por tanto, el Gobierno alemán propone que las futuras conferencias tendrán un objetivo claramente definido.

Por el momento, -Alemania- cree que la tarea más importante es llevar la guerra aérea a una atmósfera moral y humana a la protección de los no combatientes o heridos por la Convención de Ginebra. Al igual que la matanza de indefensos heridos o prisioneros, o el uso de balas dum-dum o la conducción de la guerra submarina sin previo aviso, que han sido o prohibidas o reguladas por los convenios internacionales, por lo que debe ser posible para la humanidad civilizada el prevenir el abuso sin sentido de cualquier nuevo tipo de arma, sin que sean contrarias al objeto de la guerra.

Por tanto, el Gobierno alemán formula la propuesta de que las tareas prácticas inmediatas de esta conferencia serán:

1. Prohibición del bombardeo de gas, veneno, o bombas incendiarias.

2. Prohibición del lanzamiento bombas de cualquier tipo en las ciudades y pueblos abiertos fuera del rango de la media artillería pesada de los frentes de combate.

3. Prohibición del bombardeo con armas de fuego de largo alcance de las ciudades a más de 20 kilómetros de distancia de la zona de batalla.

4. Abolición y prohibición de la construcción de tanques de tipo pesado.

5. Abolición y prohibición de la artillería de los calibres más pesados.

Tan pronto como las posibilidades para una mayor limitación de armamentos surjan de tales discusiones y acuerdos, deben ser utilizados.

El Gobierno alemán considera que si incluso un primer paso se hace en el camino hacia el desarme, esto será de enorme importancia para las relaciones entre las naciones, y para la recuperación de la confianza, el comercio y la prosperidad.

De acuerdo con el deseo general de la restauración de las condiciones económicas favorables, el Gobierno alemán se prepara inmediatamente después de la conclusión de los tratados políticos para llegar a un intercambio de opiniones sobre los problemas económicos con los demás países interesados, en el espíritu de las propuestas presentadas, y de hacer todo lo que está a su alcance para mejorar la situación económica en Europa, y la situación económica mundial, que está estrechamente ligada a ella.

El Gobierno alemán considera que el plan de paz propuesto por encima de ella ha hecho su contribución a la reconstrucción de una nueva Europa sobre la base del respeto mutuo y la confianza entre los Estados soberanos. Muchas oportunidades para tal pacificación de Europa, por la que Alemania tan a menudo en los últimos años ha hecho sus propuestas, se han descuidado. Que este intento de lograr la comprensión europea tenga éxito por fin.

El Gobierno alemán cree con seguridad que ha abierto el camino en esta dirección mediante la presentación del plan de paz ya indicado.”

Cualquiera que hoy lea este exhaustivo plan de paz global se dará cuenta en la dirección que el desarrollo de Europa, de acuerdo con los deseos de Adolf Hitler, realmente debería haber procedido. Aquí estaba la posibilidad de un trabajo verdaderamente constructivo, esto podría haber sido un punto de inflexión real para el bienestar de todas las naciones. Pero una vez más el único que llamo a la paz no fue escuchado. Sólo Gran Bretaña respondió con un cuestionario más desdeñoso que evitó cualquier consideración seria de los puntos esenciales que se planteaban. Dicho sea de paso, sin embargo, ella –Gran Bretaña- reveló sus verdaderas intenciones al posicionarse a sí misma como la protectora de Francia y al imponer y comenzar las conversaciones del personal militar regular con la República Francesa al igual que en el período anterior a la Gran Guerra -1º Guerra Mundial-.

Ya no puede haber ninguna duda ahora que las potencias occidentales estaban siguiendo el antiguo camino hacia un conflicto armado y que preparan de manera constante un nuevo golpe contra Alemania, a pesar de los pensamientos y esfuerzos enteros de Adolf Hitler se orientaron a probar que él quiso permanecer en los mejores términos posibles con ellos. En el curso de los años que había llevado a cabo numerosas medidas en esta dirección, de las cuales se hará referencia a algunas más aquí. Él –Hitler- negoció el Acuerdo Naval del 18 de junio 1935 con Gran Bretaña, que tenía previsto que la marina de guerra alemana sólo debería tener una fuerza del 35% en comparación con la de la Armada británica. Con esto el –Hitler- quería demostrar que el Reich, para usar sus propias palabras, tenía “ni la intención ni los medios, ni tampoco era necesario” de entrar en cualquier rivalidad en cuanto a poder naval, como había tenido tan fatídica influencia en su relaciones con Gran Bretaña en los días bien recordados antes de la Gran Guerra.

Hitler aseguró a Francia en cada posible ocasión de su deseo de vivir en paz con ella. Renunció repetidamente en términos claros cualquier pretensión al Alsacia-Lorena. En el regreso al Reich del territorio del Sarre como el resultado del plebiscito, Hitler declaró el 1 de marzo 1935:

“Es nuestra esperanza que a través de este acto de indemnización justa, en la que vemos un retorno a la razón natural, las relaciones entre Alemania y Francia han mejorado de forma permanente. Tanto como nosotros deseamos la paz, debemos esperar que nuestro gran vecino está listo y dispuesto a buscar la paz con nosotros. Debe ser posible para dos grandes pueblos el unirse y colaborar en oposición a las dificultades que amenazan con abrumar a Europa.”

Hitler incluso trató de llegar a un mejor entendimiento con Polonia, el aliado oriental de las potencias occidentales, a pesar de que este país había incorporado ilegalmente millones de alemanes en 1919 y los había sometido a la peor opresión desde entonces. El 26 de enero de 1934, Hitler concluyó un pacto de no-agresión con ella en la que los dos gobiernos acordaron “a resolver directamente todas las cuestiones de cualquier clase que corresponda a sus relaciones recíprocas.”

Así, en todos los lados se opuso a que el enemigo planee su determinación de preservar la paz y se esforzó por proteger a Alemania de esta manera. Sin embargo, cuando vio que Londres y París se estaban armando para el ataque, Hitler se vio una vez más obligado a adoptar nuevas medidas de defensa. El campo enemigo, como hemos visto anteriormente, se había ampliado enormemente gracias a la alianza entre Francia y Rusia. Además de esto, las dos potencias se habían asegurado una línea de comunicación con el sur del Reich a través de Checoslovaquia tras haber concluido un tratado con Rusia, que la puso en la posición de un puente entre el este y el oeste. Checoslovaquia, sin embargo, tenía el control del país de alta altitud de Bohemia y Moravia, que Bismarck había llamado la ciudadela de Europa, y esta ciudadela se proyectaba bastante dentro del territorio alemán. La amenaza a Alemania, por lo tanto asumió proporciones verdaderamente irresistibles.

El genio de Adolf Hitler encontró la manera de lidiar con este peligro. Las condiciones en la Austria alemana, que bajo el terror del Gobierno de Schuschnigg se encaminaba a la guerra civil, le ofrecieron la oportunidad de intervenir para salvar la situación, y para llevar de vuelta al Reich la nación hermana al sur-este que había sido condenada por los poderes vencedores para llevar la vida de un “Estado Libre” decadente y sin esperanzas. Después de que él se había establecido cerca de la línea de comunicación entre Francia y Rusia mencionada anteriormente, un proceso de disolución se produjo en el Estado mixto de Checoslovaquia, que había sido creado artificialmente del conjunto de los más diversos elementos nacionales, hasta después de la liberación de Sudetenland y la secesión de Eslovaquia, los checos por si mismos pidieron la protección del Reich alemán. Con este puente del enemigo que entró en posesión de Adolf Hitler, y al mismo tiempo fue posible una conexión directa con Italia, cuya amistad se había asegurado hace algún tiempo.

Mientras que él estaba ganando este éxito estratégico para la seguridad de su país, Adolf Hitler fue nuevamente tratando con gran afán de llegar a un entendimiento pacífico con las potencias occidentales. En Múnich directamente después de la liberación de los alemanes Sudetes, aprobada por Gran Bretaña, Francia e Italia, Hitler hizo un acuerdo con el primer ministro británico, Neville Chamberlain, cuyo texto era el siguiente:

“Hemos tenido una reunión hoy y estamos de acuerdo en reconocer que la cuestión de las relaciones anglo-alemanas es de primera importancia para los dos países y para Europa.

Consideramos que el acuerdo firmado ayer por la noche y el Acuerdo Naval Anglo-Alemán como símbolo del deseo de nuestros dos pueblos de no ir a la guerra unos con otros de nuevo.

Estamos decididos que el método de la consulta será el método adoptado para hacer frente a cualquier otra cuestión que puedan referirse, nuestros dos países, y estamos decididos a continuar con nuestros esfuerzos para eliminar las posibles fuentes de diferencia y contribuir así a asegurar la paz en Europa.”

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Pensamiento de A. Rogers (1931)

Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo. El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona. Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso... mi querido amigo...

...es el fin de cualquier Nación. “No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola”. Dr. Adrian Rogers, 1931

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"Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, Estos privaran a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, enseguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron."

THOMAS JEFFERSON, 1802

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