«Con mi decisión sé que me expongo a un castigo de hasta un año de
prisión o 24 meses de multa; lo dice una ley injusta, pero lo asumo. Mi
motivo, objeción de conciencia por razones ideológicas y morales,
recogida en el artículo 16 de la Constitución, la misma que nos
garantiza vivienda y trabajo».
Nuria Zurita Aragonés lo tuvo claro desde el momento en que leyó la carta que le llegó por correo el pasado 29 de abril. «No iba a formar parte de ninguna mesa electoral», afirma convencida.
Por eso, el 12 de mayo pasado presentó ante la junta electoral de zona las alegaciones en las que explica los motivos por los que no quiere ser la primera vocal de esa mesa electoral para los comicios.
Esas alegaciones han sido rechazadas y, aun así, esta madrileña afincada desde hace siete años en la localidad cacereña de Hervás anuncia que el domingo no acudirá a su cita, a pesar de las consecuencias que deberá afrontar por su insumisión. «Asumiré el castigo que el juez me imponga por defender mis principios», declara.
Votó nulo por primera vez, cuando tenía 18 años. Nunca más desde entonces hasta ahora, con 29 cumplidos, ha vuelto a participar en un proceso electoral.
«No creo en este sistema, en esta democracia que tenemos que es injusta para tantas personas y por ello yo no voy a formar parte de él». Asume que vive dentro del mismo, pero se niega a secundarlo. «Yo no voto, no me veo capaz de legitimar este modelo político, mi conciencia no me lo permite. Y no suscribiré el ‘si no votas, no puedes quejarte’».
Esta licenciada en Ciencias Ambientales, que se costeó trabajando sus estudios desde que a los 18 años decidiera independizarse, mantiene que para cambiar el sistema no se debe participar en él. Ella no lo hace, pero sí en movimientos alternativos y asamblearios con el convencimiento de que «la soberanía es el alma de un pueblo y no debe venderse ni entregarse», afirma.
Aunque reconoce que hubiera preferido no haber recibido la carta electoral, está dispuesta a defender sus principios hasta el final. «Es preciso el cambio y por él trabajo, a pesar de que yo no veré nunca esa nueva sociedad». Por eso ha levantado su voz discordante y ha alegado objeción de conciencia por motivos ideológicos y morales para no participar en los comicios del domingo.
«Pero resulta que mis motivos no son válidos, aunque sí se contempla la posibilidad de no asistir por motivos religiosos y también la relevancia de un acontecimiento deportivo, como hecho extraordinario, para eximir a un hincha de un equipo de fútbol de su llamamiento a formar parte de una mesa electoral», lamenta.
Pero no se rinde. «Haré primar mis principios este 25 de mayo». Nuria no acudirá a su cita con las urnas.
Nuria Zurita Aragonés lo tuvo claro desde el momento en que leyó la carta que le llegó por correo el pasado 29 de abril. «No iba a formar parte de ninguna mesa electoral», afirma convencida.
Por eso, el 12 de mayo pasado presentó ante la junta electoral de zona las alegaciones en las que explica los motivos por los que no quiere ser la primera vocal de esa mesa electoral para los comicios.
Esas alegaciones han sido rechazadas y, aun así, esta madrileña afincada desde hace siete años en la localidad cacereña de Hervás anuncia que el domingo no acudirá a su cita, a pesar de las consecuencias que deberá afrontar por su insumisión. «Asumiré el castigo que el juez me imponga por defender mis principios», declara.
Votó nulo por primera vez, cuando tenía 18 años. Nunca más desde entonces hasta ahora, con 29 cumplidos, ha vuelto a participar en un proceso electoral.
«No creo en este sistema, en esta democracia que tenemos que es injusta para tantas personas y por ello yo no voy a formar parte de él». Asume que vive dentro del mismo, pero se niega a secundarlo. «Yo no voto, no me veo capaz de legitimar este modelo político, mi conciencia no me lo permite. Y no suscribiré el ‘si no votas, no puedes quejarte’».
Lo deseable
Nuria se posiciona en un lado radicalmente opuesto: «Si votas,
decides que sea otro el que hable por ti. Yo creo que la abstención es
una crítica en sí misma; la abstención activa, lo deseable».Esta licenciada en Ciencias Ambientales, que se costeó trabajando sus estudios desde que a los 18 años decidiera independizarse, mantiene que para cambiar el sistema no se debe participar en él. Ella no lo hace, pero sí en movimientos alternativos y asamblearios con el convencimiento de que «la soberanía es el alma de un pueblo y no debe venderse ni entregarse», afirma.
Por una nueva sociedad
Opina que es más fácil dejarse gobernar por un absoluto desconocido
que luchar por una convicción propia. «Porque nos enseñan desde pequeños
a ello, porque no se premia la crítica trabajada, porque no son
bienvenidas las voces discordantes que ayudan a tumbar antiguas
hipótesis y a crear nuevos puntos de vista, porque aprendemos bien a
acatar, a no intentar llamar la atención más que por méritos
académicos».Aunque reconoce que hubiera preferido no haber recibido la carta electoral, está dispuesta a defender sus principios hasta el final. «Es preciso el cambio y por él trabajo, a pesar de que yo no veré nunca esa nueva sociedad». Por eso ha levantado su voz discordante y ha alegado objeción de conciencia por motivos ideológicos y morales para no participar en los comicios del domingo.
«Pero resulta que mis motivos no son válidos, aunque sí se contempla la posibilidad de no asistir por motivos religiosos y también la relevancia de un acontecimiento deportivo, como hecho extraordinario, para eximir a un hincha de un equipo de fútbol de su llamamiento a formar parte de una mesa electoral», lamenta.
Pero no se rinde. «Haré primar mis principios este 25 de mayo». Nuria no acudirá a su cita con las urnas.
Apoyo a esta valiente mujer, nos venden una democracia disfrazada de dictadura militar, ojalá todos tuvieran esas agallas para defender nuestros derechos, así terminaríamos con la corrupción y este sistema que nos esclaviza.
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