Un video al que ha tenido acceso la cadena SER muestra cómo una
patrullera de la Guardia Civil arrolló, en alta mar, a una patera
cargada con veinticinco inmigrantes.
Un video al que ha tenido acceso la cadena SER muestra cómo una patrullera de la Guardia Civil arrolló, en alta mar, a una patera cargada con veinticinco inmigrantes.
Uno de ellos falleció y seis han desaparecido, lo cual
en alta mar y de noche difícilmente puede equivaler a algo que no sea
una muerte espantosa.
No me corresponde acusar de homicidio múltiple a la Guardia Civil,
pero nuestra historia se encuentra repleta de “accidentes” en
comisarías, “suicidios” en cuartelillos y una innombrable pléyade de
montajes policiales y judiciales.
No hace falta remontarnos a los asesinatos perpetrados por la Guardia Civil
en el caso Almería para comprobar que la “versión oficial” no siempre
coincide con la realidad. Hoy, basta con observar la multitud de videos
que circulan por Internet y que execran la “ejemplar actuación” de las
fuerzas de seguridad.
“Curiosamente” en algunos despachos gubernamentales se
estudia prohibir la grabación de estas actuaciones que, bien lo
sabemos, solo ayudan a esclarecer hechos.
En el presente caso, los hechos, testarudos, fueron
los siguientes: la madrugada del pasado 13 de diciembre, una embarcación
de la Guardia Civil arrolló una patera con 25 inmigrantes.
La “versión oficial” manifiesta que la patera había
realizado movimientos de riesgo. Sin embargo, el video muestra que
aquella débil embarcación ya se había detenido cuando la Guardia Civil embistió.
De hecho, el video, como han informado algunos
medios, muestra que “desobedeció las normas para abordar una embarcación
irregular y terminó arrollando la patera una vez que ésta se había
detenido”.
En el video se comprueba que la patera se detiene,
seguramente porque el patrón asume que no hay escapatoria. Por el
contrario, la Guardia Civil
no se vale de sus lanchas para abordarla, como establecen sus
protocolos, sino que, sin reducir la velocidad de persecución, pasa por
encima de la patera y sus tripulantes.
Acto seguido, en el video se aprecian unos puntos
negros… seres humanos aferrándose desesperadamente al borde de la
patera, con la angustia de quien se debate entre la vida y la muerte.
Uno falleció. Otros seis fueron engullidos por las aguas negras y
gélidas de la noche y la alta mar. Nada más se ha sabido de esos
desdichados. Y dudo mucho que llegue a saberse.
No puedo afirmar, repito, que nos hallemos ante otro homicidio de la Guardia Civil.
Y dudo también que los hechos acaben aclarándose. De hecho, catorce
inmigrantes han sido devueltos rápidamente a Marruecos y ningún Guardia
Civil ha sido imputado.
Y tal vez, espesas y groseras paladas de tierra caigan
sobre este asunto… ¿a quién le interesa la muerte de unos desdichados
indigentes?
Hablamos de parias, desheredados de la tierra. Y no de
cortesanas de vagina alegre que viven a cuerpo de rey (¡ay este
subconsciente!) a costa de nuestros impuestos. Tampoco nos referimos a
descerebrados irresponsables que provocan homicidios imprudentes antes
de gozar de jugosos sueldos públicos que no se merecen ni se han ganado.
Desgraciadamente estamos hablando de seres humanos.
Pero seres humanos menesterosos. Tan necesitados que se juegan la vida
(y la pierden) por arribar a un país que, a su vez, se hunde. Y para
estos desventurados la caridad y las “raíces cristianas del PP no
existen.
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