Desde hace siete años, José Manuel Cano rara vez se detiene con su coche en una gasolinera. “Solo en alguna ocasión que estaba en la reserva y tenía mucha prisa, pero para echar únicamente 10 euros con los que salir del apuro”, cuenta este murciano. Para qué pararse en un surtidor, si en casa tiene su propia biogasolinera. Él mismo fabrica el biodiésel con el que llena el depósito de su coche a partir de aceite usado de las frituras.
Aficionado a los experimentos, empezó haciendo una pequeña prueba con aceite nuevo sin creérselo demasiado. Echó un poco de aceite de girasol en un vaso y preparó el reactivo: metanol con hidróxido sódico (NaOH, también conocido como sosa caústica), que forman metóxido sódico. “Esto hay que manejarlo con cuidado, es inflamable, tóxico y corrosivo”, advierte el murciano. Tras juntarlo todo con precaución, removió la mezcla con una cuchara de acero durante varios minutos y luego la dejó reposar. Al cabo de una hora, ya tenía carburante para el coche: En la parte superior del vaso estaba el biodiésel y en el fondo había quedado la glicerina. Siete años después, en lugar del vaso utiliza en un patio de su casa un reactor para 150 litros de biodiésel.
Aunque tiene sus riesgos, el proceso es bastante sencillo y existe mucha información detallada en Internet. El siguiente paso de Cano tras probar con aceite nuevo era intentarlo con el aceite usado. Esto resulta un poco más complicado, pero obviamente es también mucho más interesante. En este caso, la materia prima no depende de cultivos que puedan competir con alimentos, como puede suceder con otros biocarburantes, sino que se trata de un residuo: el aceite de las freidoras o de las sartenes.
El propio Cano describe también en Internet el proceso seguido. Lo primero con el aceite usado es filtrarlo para retirar los restos de alimentos y calentarlo para quitar el agua que pueda contener. Luego hay que preparar el metóxido extremando las precauciones. Antes de llegar al actual tanque de 150 litros, este murciano se construyó primero un pequeño reactor hermético para trabajar de forma más segura con un bote de pintura, un motor-bomba de una lavadora y una resistencia eléctrica. De esta forma, una vez juntado el metóxido con el aceite usado podía mantener la temperatura requerida y remover bien la mezcla sin que se escapasen vapores tóxicos. Como en la prueba con el vaso, durante el proceso –llamado de transesterificación– los ácidos grasos se separan de la glicerina y el metanol se une a ellos para obtener el biodiésel. Ya sólo queda un último paso: lavar ese biocarburante con agua para eliminar los restos de otros compuestos.
Con los coches actuales no hay que realizar ningún cambio para poder utilizar biodiésel. Pero hay que pensárselo un par de veces antes de meter en el depósito un biocarburante fabricado por uno mismo con aceite de freidora. Cano probó primero con una mezcla pequeña cercana al 10%: añadió a 20 litros de gasóleo en el depósito de su automóvil dos litros de su biodiésel casero. Arrancó el coche y empezó a moverse por su barrio. ¿Resultado? El carburante que echa hoy en su automóvil es 100% biodiésel. “Nunca he tenido un problema mecánico, es maravilloso”, cuenta por teléfono este entusiasta del biocarburante casero, que ha estimado que el biodiésel que fabrica en casa le sale a 18 céntimos el litro. Según explica, lo más complicado es conseguir un suministro estable de aceite usado: Algún bar o restaurante que le ceda suficiente materia prima de forma regular.
Claro que tampoco es necesario asumir riesgos preparando el combustible en casa. Como explica APPA Biocarburantes, en 2010 se fabricaron de forma industrial en España 196.000 toneladas de este tipo de biocarburante elaborado a partir de aceites usados, lo que supone cerca del 20% de todo el biodiésel producido en el país.
“Cualquiera puede fabricarlo en la cocina de su casa, la transesterificación es fácil y está todo en Internet, pero lo que es ya más complicado es que cumpla con la normativa de calidad, la N14214, exigida para su venta al público”, incide Miguel Vila, consejero delegado de Stocks del Vallés, el principal fabricante de este tipo de biodiésel en el país.
El proceso seguido por esta empresa catalana emplea hidróxido de potasio (KOH) para la transesterificación, además resulta algo más complicado por utilizar, aparte de aceite usado, grasas animales. Como explica Vila, para conseguir el suministro de aceite usado de fritura tienen que comprar a empresas de recogida de toda España y de países como Francia. No hay suficiente y la demanda es muy grande. “Todavía se podría recuperar mucho más”, incide el consejero delegado de Stocks del Vallés, que cuenta como su precio se ha disparado. "Ya se paga casi tanto por el aceite usado como por algunos aceites crudos", asegura Vila. Según la empresa de recogida de este residuo Cavisa-Recicla, la tonelada de aceite usado, ya limpio y tratado, cuesta entre 750 y 800 euros. Un precio ya cercano a los 900 euros de la tonelada de aceite de soja o a los 1.000 euros de la tonelada de aceite de girasol. Demasiado valioso para ser tirado por el desagüe de la cocina.
el blog de forner .
fuente:
Apocalipticus
Qué genialidad, pero ya veo que funciona perfectamente, creo que todos deberíamos poner manos a la obra... jeje
ResponderEliminarBesitos de linda semana Guatavo,