¿Abolir el dinero en efectivo? ¿Estatizar todos los bancos? Las elites comienzan a pensar en medidas radicales ante la amenaza de un estancamiento permanente de la economía capitalista mundial
Wolfgang Münchau, Sin Permiso
Sobre la economía mundial se cierne la amenaza de un estancamiento de 30 años: eso profetiza ahora nada menos que el economista por antonomasia del establishment, Larry Summers. Para escapar de esa trampa, sólo valdrían soluciones muy radicales. Por ejemplo: el final del dinero en efectivo o la estatización de todos los bancos.
¿Se cierne sobre la economía mundial la amenaza de un estancamiento de varias décadas de duración? El antiguo ministro de finanzas norteamericano Larry Summers ha lanzado el debate durante una Conferencia reciente celebrada por el Fondo Monetario Internacional. Su argumento: la economía mundial padece de un exceso de ahorro en relación con las inversiones. Ahorro e inversión deben andar matemáticamente en equilibrio; no en un país, sino en la suma de todos los países. El interés es el precio que permite acompasar ahorro e inversión. Summers planteó la cuestión de si, entretanto, el interés no se ha vuelto negativo.
A ese tipo de interés se lo conoce como interés real. Un interés real negativo significa que el sector privado, incluso en las condiciones más favorables, muestra poco interés en la inversión.
Sobre la economía mundial se cierne la amenaza de un estancamiento de 30 años: eso profetiza ahora nada menos que el economista por antonomasia del establishment, Larry Summers. Para escapar de esa trampa, sólo valdrían soluciones muy radicales. Por ejemplo: el final del dinero en efectivo o la estatización de todos los bancos.
¿Se cierne sobre la economía mundial la amenaza de un estancamiento de varias décadas de duración? El antiguo ministro de finanzas norteamericano Larry Summers ha lanzado el debate durante una Conferencia reciente celebrada por el Fondo Monetario Internacional. Su argumento: la economía mundial padece de un exceso de ahorro en relación con las inversiones. Ahorro e inversión deben andar matemáticamente en equilibrio; no en un país, sino en la suma de todos los países. El interés es el precio que permite acompasar ahorro e inversión. Summers planteó la cuestión de si, entretanto, el interés no se ha vuelto negativo.
A ese tipo de interés se lo conoce como interés real. Un interés real negativo significa que el sector privado, incluso en las condiciones más favorables, muestra poco interés en la inversión.
La hipótesis de Summers es plausible
Podemos apreciarlo en el caso de Alemania, en donde las
tasas de inversión han caído visiblemente en los últimos años. Si Summers lleva
razón, la economía estaría permanentemente estancada. En sociedades con salario
mínimo ese pronóstico implica un elevado desempleo permanente. La alternativa
de una plena flexibilización de los salarios tampoco podría resolver el
problema, sino que muy posiblemente lo agravaría. Porque, entonces, no sólo se
estancarían las inversiones, sino también el consumo.
Conforme al modo en que nuestra economía está organizada, el pronóstico de Summers dibuja un escenario de decadencia mundial. Nuestro sistema económico podría verse abocado a 30 años de estancamiento. Nuestro sistema de pensiones se desplomaría. Ni siquiera serviría retrasar la edad de jubilación a los 75 años. Que el euro se desintegrara como consecuencia de eso, sería el menor de los daños colaterales.
A mí me resulta cuando menos plausible la hipótesis de Summers de un “estancamiento secular”. No sólo resulta teóricamente concebible, sino que Japón ofrece ya un instructivo ejemplo práctico.
¿Qué hacer, entonces?
Para enfrentarse a esta situación, se pueden hacer tres cosas, y desgraciadamente, no mucho más:
Conforme al modo en que nuestra economía está organizada, el pronóstico de Summers dibuja un escenario de decadencia mundial. Nuestro sistema económico podría verse abocado a 30 años de estancamiento. Nuestro sistema de pensiones se desplomaría. Ni siquiera serviría retrasar la edad de jubilación a los 75 años. Que el euro se desintegrara como consecuencia de eso, sería el menor de los daños colaterales.
A mí me resulta cuando menos plausible la hipótesis de Summers de un “estancamiento secular”. No sólo resulta teóricamente concebible, sino que Japón ofrece ya un instructivo ejemplo práctico.
¿Qué hacer, entonces?
Para enfrentarse a esta situación, se pueden hacer tres cosas, y desgraciadamente, no mucho más:
- Se podría abolir el dinero en efectivo. Eso permitiría a los Bancos Centrales rebajar los tipos de interés por debajo de cero, porque la gente ya no podría guardar en casa el dinero en efectivo. Con un tipo de interés del -5% se resolvería rápidamente el problema de un ahorro estructuralmente excesivo. Las gentes tendrían que gastar su dinero en lo que fuera.
- Se podría también estatizar todo el sector financiero y rebajar los intereses del crédito a la inversión, situándolos por debajo del tipo de interés de los mercados.
- Puesto que lo que tenemos es una carencia de inversiones en relación con el ahorro, también, y por último, el Estado podría intervenir consiguiendo empréstitos monetarios baratos e invirtiendo masivamente.
Estas tres medidas son radicales en comparación con los
modos con que gestiona hoy la economía.
- A mí me parece que la medida económicamente más sencilla sería la abolición del dinero en efectivo. Pero no se ve cómo podría ponerse políticamente por obra: seguro que nadie ganaría unas elecciones con esa propuesta.
- La estatización de todo el sistema financiero sería la propuesta políticamente más atractiva, al menos en Alemania. Pero precisaría de coordinación internacional; no sirve de nada que un país se lance solo por esta senda. A la vista de las dificultades que ya tienen nuestros políticos con la realización de la unión bancaria europea, se pueden augurar las situaciones más divertidas con la propuesta de estatización de todos los bancos…
- La tercera receta sería la respuesta propia de una economía de mercado, lo que resulta por lo pronto asombroso, habida cuenta de que de lo que estamos hablando aquí es, a fin de cuentas, de inversiones públicas masivas. Se trataría, empero, de medidas de economía de mercado, puesto que buscarían regular demanda (inversiones) y oferta (ahorros) a través del mecanismo de precios (interés real). Mediante inversiones públicas y la correspondiente mayor demanda de capital se buscaría situar otra vez el interés real en zona positiva.
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