- Escrito por del Corro, Fernando
Por Fernando Del Corro.
Las políticas colonialistas, detrás de las cuales marchan los intereses económicos, a propósito del reciente conflicto de Crimea, han permitido desenmascarar, una vez más, la carencia de principios de los gobiernos de los países hegemónicos, cualquiera sea la presunta ideología de cada uno de ellos. Al respecto, como ejemplo paradigmático, se debe recordar la brutal represión desatada por los gobiernos “progresistas” de Francia sobre los patriotas argelinos, en particular por el socialista Guy Mollet, hasta que con la llegada al poder del general Charles De Gaulle se le reconoció la independencia a la vieja colonia. Es que De Gaulle representaba otros intereses nacionales como que fue de los primeros gobiernos occidentales en reconocer a la República Popular China y quién, en el marco de la guerra de Vietnam, con su política monetaria, rompiendo en los hechos con los acuerdos de Bretton Woods, obligó al presidente estadounidense Richard Milhaus Nixon a hacer formalmente lo propio devaluando la moneda de su país y quitándole el respaldo en oro convirtiéndola en un mero papel sólo sostenible como unidad de intercambio mundial por la credibilidad en el poder militar y, entonces, económico de la potencia emisora. Esa decisión de Nixon se implementó a partir del 16 de agosto de 1971 y desde entonces han transcurrido casi 43 años durante los cuales muchas cosas han cambiado y en ese marco, como sucediera históricamente ante la decadencia de los grandes poderes de turno los mismos se tornan particularmente agresivos y como ya observara Publio Elio Adriano en Roma, al asumir como emperador en 117, se llega a un punto en que la relación costo-beneficio de los procesos expansionistas se torna negativa.
Hoy, a 32 años de la gesta de recuperación de las irredentas Malvinas, más allá del gobierno genocida de entonces, vale la pena reflexionar sobre algunos procesos que se han venido dando en diferentes enclaves coloniales y la hipocresía manifestada respecto de cada uno de ellos por las grandes potencias, sobre todo por los gobiernos del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RU), hayan sido de cuño conservador o laborista que sólo se diferenciaron en algunas formalidades siendo unos más brutales y otros más cordiales en sus verbalizaciones pero sin modificar el fondo de las cuestiones. Y en esa reflexión parece interesante analizar las diferencias y similitudes respecto de la cuestión Malvinas versus algunos de los conflictos que se han desatado a lo largo de estas tres décadas y un poco más.
Gibraltar
Cuando las Malvinas fueron ocupadas por los británicos en 1833 el peñón de Gibraltar ya llevaba, formalmente, 120 años en manos del actual RU. Como acotación al margen cabe consignar que Gibraltar, antes las Montañas de Hércules, lleva ese nombre como lugar de paso de los magrebíes que en 711 ocuparon España al mando del jefe de Tánger, Djeb El Tarik, epónimo del estrecho que sirve de unión del Mar Mediterráneo con el Océano Atlántico.
La cuestión es que Gibraltar quedó en manos británicas en 1713 mediante el Tratado de Utrecht que estableció el reparto del viejo reino de España entre Austria, el RU, los Países Bajos (PB) y Francia, aunque ésta sin adquirir territorios. Reparto que, con escasas variantes, se mantiene vigente. Austria se quedó, básicamente, con el norte de la actual Italia que luego perdió en el marco del proceso de formación de este país en 1870 impulsado por el entonces Reino Sardo Piamontés desde el noroeste y por el nizano Giuseppe Garibaldi desde el profundo sur. Los PB se quedaron con lo que hoy es parte de su territorio, como es el caso de la provincia de Limburgo, a la que inicialmente se le dio un grado de autonomía. Gibraltar y algunas posesiones españolas extra europeas, como islas caribeñas, pasaron a ser controlados por el RU. Francia impuso a un Borbón, Felipe V, como rey de España, con lo cual se cubrió las espaldas tras los Pirineos con una alianza de familia. Con ese tratado se puso fin a una guerra, tras la muerte del rey Carlos II, que se desarrolló en el actual territorio español entre los franceses y bávaros instalados en Madrid y los austríacos, neerlandeses, portugueses, británicos y algunos estados alemanes que tenían su capital en Barcelona, mientras los españoles propiamente dichos se repartieron entre los dos bandos. Otra digresión: el jefe de las fuerzas del RU y sus aliados era John Churchill, duque de Marlborough, de quién fue chozno el luego primer ministro Winston Churchill, de cuyo título nobiliario, mal pronunciado por los hispano hablantes, surgió la canción “Mambrú se fue a la guerra”.
La actual población de Gibraltar desciende de los viejos pobladores españoles que nunca fueron trasplantados. Su actual ministro principal (primer ministro) es Fabián Picardo, fuerte defensor de los lazos con el RU, quién recientemente repudió los intentos del gobierno de España, el que por vías de su ministro de Relaciones Exteriores, José María García Margalló, viene reclamando negociaciones por el peñón. En tanto, Gibraltar se ha convertido en un paraíso fiscal y financiero a pesar de que lo niegue Picardo. Numerosas empresas han instalado allí sus sedes fiscales en desmedro de sus países de origen razón por la cual la economía de ese enclave está siendo investigada por una comisión de la Unión Europea (UE) encabezada por el español Joaquín Almunia. Del mismo modo los bancos constituyen un centro de lavado financiero mundial como las Islas Caimán y otros paraísos del mismo tipo. Es la 201 economía planetaria tomando a Gibraltar como un país independiente con un producto interno bruto (pib) de 1.275 millones de dólares estadounidenses (u$s) compuesto absolutamente por el sector servicios (casi absolutamente financieros) y con cero en las áreas rural e industrial de las que carece. Sus pobladores son 29.185 según la cifra más reciente y si bien el idioma oficial es el inglés en un alto porcentaje hablan en castellano y complementariamente en italiano y portugués. En materia religiosa el 78 por ciento se declara católico y sólo el 7% anglicano. Sin embargo son firmemente pro RU del cual se sienten parte porque no se trata de implantados sino de asimilados.
Diego García
Un poco antes de la ocupación de las Malvinas, en el marco de las guerras napoleónicas, el RU se apoderó de la isla de Diego García, una vieja colonia portuguesa. La misma, ubicada en el Océano Indico estaba poblada por aborígenes de la misma llamados chagosianos por ser Chagos el nombre original de la isla. Así transcurrieron las cosas durante poco más de un siglo y medio pero en 1966, durante la Primera Guerra Fría (término del historiador Luiz Alberto de Vianna Moniz Bandeira quién sostiene que en la actualidad estamos en la Segunda Guerra Fría), los británicos le alquilaron su colonia a los EUA para la implantación allí de una de las alrededor de mil bases militares que este país tiene en todo el planeta Tierra. El alquiler se hizo por 50 años por lo que vence en 2016 pero, seguramente, será prorrogado mas allá de que dichas bases constituyen uno de los principales problemas económico-financieros por los que atraviesa la decadente, y por ahora, primera potencia mundial. En esa isla en la actualidad también funciona una cárcel secreta de la Central de Inteligencia Americana (CIA), similar a la de Guantánamo en Cuba, donde se practica un “humanismo antiterrorista” basado en el secuestro, tortura y desaparición de personas.
En tal sentido es interesante reproducir parte de una nota firmada por Fernando Cibeira en el matutino Página/12. “La autodeterminación de los dos mil habitantes de Diego García (los “chagosianos”, ya que viven en Chagos), una ironía: los echaron sin miramientos. Lo hicieron de diversas maneras. Por ejemplo, con el bloqueo al ingreso de alimentos, por lo que algunos no aguantaron y se trasladaron a villas miseria de la vecina isla Mauricio, donde aún sobreviven como pueden en casillas de chapa. Hubo también embarcados a la fuerza y otros que fueron engañados con anzuelos tales como vacaciones gratis en el exterior para después impedirle el regreso. Se recuerdan casos emblemáticos como el de María Aimee, quien en 1969 llevó a sus hijos a Port Louis, en Mauricio, para un tratamiento médico y luego no le dejaron subir al barco para la vuelta. Recién se pudo reencontrar con su marido dos años más tarde. Cuentan que muchos de los pobladores no soportaron el destierro. Hubo suicidios y casos de alcoholismo. En una nota de The Times, de Londres, en 2007, una isleña recuerda: “Era el paraíso, éramos como aves libres, y ahora estamos igual que en una prisión”. Se calcula que de los dos mil habitantes originales, hoy viven menos de 700.
En 1998, los chagosianos y sus descendientes resolvieron acudir a la Justicia. Para todos los especialistas, en su caso se había producido una flagrante violación al derecho internacional. Dos años después, en efecto, el Tribunal Supremo británico dictaminó que la expulsión había sido ilegal y que los habitantes debían regresar. En 2004, el fallo fue confirmado en la Corte de Apelaciones. Los sucesivos gobiernos británicos ignoraron la sentencia y el Foreign Office (cancillería) continuó apelando hasta que, en 2008, la Cámara de los Lores –última instancia del particular sistema legal inglés– falló a favor del gobierno por un ajustado tres a dos. El argumento esgrimido por los lores fue que el gobierno contaba con títulos suficientes para legislar sobre una de sus colonias en función de la seguridad de los intereses del Reino Unido. Estados Unidos ya había advertido que la vuelta de los habitantes significaría un “riesgo inaceptable” para su base. Jonathan Crown representó a la Cancillería británica y fue elocuente en su argumentación. “Los chagosianos no tienen territorio propio, no tienen derecho sobre las islas en absoluto”, sostuvo en su exposición. Crown debe haber llegado tarde el día que en la facultad enseñaron autodeterminación”.
“Obstinados en recuperar su paraíso, los isleños acudieron a la Corte Europea de Derechos Humanos. Entonces, en 2010, el gobierno inglés sacó un increíble argumento de la manga. El canciller David Miliband anunció que crearía la mayor reserva natural oceánica del mundo alrededor del archipiélago, que componen unas 55 minúsculas islas, en función de las 220 especies de corales y las más de mil de peces que se encuentran en sus aguas. Para preservar el área virgen, obviamente, resultaba imprescindible que no esté habitada por los depredadores agricultores chagosianos. Al parecer, los peces no tenían problemas con las naves norteamericanas que salían a bombardear Afganistán o Irak. Tampoco con los 1700 militares que viven allí, ni los 1500 empleados civiles. Tan triste todo, que un cable difundido por Wikileaks reveló el obvio trasfondo de la maniobra. Cada tanto, los chagosianos realizan algún acto para que su situación no caiga en el olvido. En mayo pasado, hicieron una presentación ante la prensa en las puertas de la Royal Geographical Society, en Londres. Bachar Khan, del Grupo de Refugiados Chagosianos, comentó su sentimiento a The Guardian: “¿Cómo puede ser que una base militar sea legal y que los habitantes de la isla no puedan vivir ahí? Tenemos ocupas militares que nos dejan sin nuestros derechos”. Otro delegado comentó que los isleños se sentían “como dando vueltas y vueltas en una calesita para caer siempre en el mismo lugar”. La novelista Philippa Gregory lo describió en un artículo de junio pasado (2011) en The Times titulado elocuentemente “Las Falklands secretas que siguen en conflicto”. “He leído los papeles del Foreign Office desde 1960 intentando entender la historia de Chagos: es una lacrimógena experiencia sobre el engaño y la arrogancia”, escribió”.
La CIA informa oficialmente que no quedan habitantes originarios en Diego García ya que “aproximadamente 1.200 ex trabajadores agrícolas residentes en el archipiélago de Chagos, a menudo referido como Chagossians o Ilois, fueron trasladados a Mauricio y las Seychelles en los años 1960 y 1970”. No hace falta aclarar más. En Diego García así como no han quedado pobladores originarios tampoco existe actividad productiva alguna y, ni siquiera, de servicios. Todo está centrado en la base militar estadounidense.
Kosovo
La hoy República de Kosovo fue un territorio históricamente disputado por turcos, y serbios, fundamentalmente, pero también por otros estados que fueron potencias regionales durante diferentes períodos, como en el caso de los austríacos y los búlgaros. Se trata de un pequeño estado que no llega a los 11.000 kilómetros cuadrados (el 40% de la Provincia de Tucumán) y que está muy cerca de la costa oriental del Mar Adriático aunque no tiene salida al mismo. Linda con la República de Albania con cuya población tiene fuertes lazos étnicos, lingüísticos y religiosos. Por esa razón los kosovares fueron históricamente partidarios de una fusión con Albania, lo que era reclamado por el gobierno comunista de este país encabezado por Enver Hoxha. A su vez el gobierno de Yugoslavia liderado por Josip Broz (Tito) había dado mayor autonomía de gestión a las repúblicas federadas y a ciertas regiones como Kosovo que formaba parte de Serbia.
Las políticas de Tito facilitaron la convivencia pero a su muerte, estimuladas por los EUA y algunos países europeos, Yugoslavia entró en un proceso de fragmentación donde cada una de las repúblicas federadas declaró su independencia, quedando Kosovo como parte de Serbia que anuló la autonomía de la provincia y le quitó casi todas sus facultades. Los gobiernos occidentales que querían destituir a Slobodan Milosevic como presidente de Serbia alentaron a los kosovares y provocaron una guerra en la que terminaron interviniendo las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte que concluyó con una serie de negociaciones que desembocaron en la declaración de la independencia impulsada por la población albanesa. Que representa el 88% del total frente al 8% de serbios y un 4% de otras minorías, mientras el 96% es de religión musulmana.
Claro está que prontamente quedó en evidencia que el aparente apoyo de los EUA a la población albano-kosovar tuvo poco que ver con razones humanitarias en respuesta a la represión ejercida por el gobierno serbio como se argumentó en su momento. A poco de liquidar el control serbio y de constituirse un gobierno autónomo éste cedió a los estadounidenses la posibilidad de establecer un poderoso control militar en la zona de Urosevac. Allí se instaló Camp Bondsteel, la segunda base militar más importante de los EUA en el mundo y la más importante fuera de su propio país. Por la región pasan el oleoducto Trans Balcanes y otros menores donde tiene fuerte interés la transnacional Halliburton. Por otra parte esa base tiene muy a mano a la región Caucásica, con lo que ello representa para Rusia, y al Cercano Oriente. Esta base de Camp Bondsteel, como la de Diego García, la de Guantánamo y otras, también es utilizada como prisión clandestina según lo probó el Comisariato de Derechos Humanos de la UE. En tanto más del 45% de su población se encuentra desocupada.
Crimea
La península de Crimea tiene una enorme importancia histórica para la humanidad. Allí, en 1945, el estadounidense Franklin Delano Roosevelt; el británico Winston Leonard Spencer Churchill y el soviético Iósif Vissariónovich Dzhugashvili (Stalin), firmaron el célebre acuerdo de Yalta tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Y antes, en 1854, hubo una guerra entre Rusia, por un lado, y Turquía, Francia, el RU y el Reino Sardo-Piamontés por otro. La participación de este último le permitió el posterior apoyo del emperador francés Luis Napoleón Bonaparte (Napoleón III) para la unificación del territorio italiano derrotando, fundamentalmente, a los austríacos y la creación de la actual República de Italia, tarea en la que también fue importante el alzamiento de Giuseppe Garibaldi. En tanto Francia se apoderó de la zona de Niza en la Costa Azul y facilitó la formación del principado de Mónaco, ambos territorios originalmente italianos. También esa guerra de Crimea estuvo plagada de anécdotas como la participación de un oficial médico británico, inventor de la cesárea, que años después, a su muerte, se descubrió que era una mujer (probablemente inspiradora de “El capitán Tormenta” de Emilio Salgari); la aparición de una enfermera de actuación decisiva para la cruz roja; la popularización de la moda de las mangas ranglan y los sacos cárdigan; el debut de los corresponsales de guerra, y la posterior aparición de filmes y obras literarias como “La guerra y la paz” del ruso Lev Nilolaévich (León) Tolstoi, quién combatió en esa confrontación bélica.
Crimea es una península poblada históricamente por tártaros que fueron sometidos por el Imperio Otomano del que se independizaron con el apoyo de la zarina Catalina II (“La Grande”), la que luego los anexó al Imperio Ruso. En 1917 se proclamó nuevamente la República de Crimea, bastión de los anti bolcheviques, pero incorporada, más tarde, como parte de Rusia a la Unión Soviética hasta que Nikita Serguéievich Jruschov la cedió a Ucrania, a la que nunca había pertenecido, en 1954. Los habitantes de Crimea se sienten rusos y hablan ruso como corresponde a su origen, más allá de estos 60 años de anexión a Ucrania. Son los históricos pobladores de ese territorio de 27.000 kilómetros cuadrados, apenas mayor que el de la referida Provincia de Tucumán, que fuera colonizado culturalmente por los griegos y más tarde ocupado por los romanos y, siglos después, los turcos hasta ser sumados a Rusia en 1783. Hoy habitantes de origen ruso constituyen el 58,32% del total de la población mientras los ucranianos son el 24,32%, los tártaros (más ligados a los rusos) el 12,64% y el resto diversas minorías. Ello hace que una inmensa mayoría prefiera que Crimea sea parte de Rusia.
Malvinas
En el caso de las islas Malvinas los británicos se apoderaron como parte de su política del control de los grandes pasos marinos como habían hecho en su momento en Gibraltar y más tarde en Ciudad del Cabo. Formaba parte del sistema de control internacional de la navegación en un momento en que se consolidaron como los “reyes de los mares”, como consecuencia de las “Actas de Navegación” de Oliver Cromwell de 1651. Pronto expulsaron a la población que se había ido asentando allí para encarar actividades productivas estableciendo la soberanía nacional sobre ese territorio insular para lo cual debía impedir las incursiones ilegales de buques extranjeros, particularmente británicos. Una población pequeña pero con alta participación de aborígenes como que el primer gobernador, Pedro Areguatí, lo era. En su reemplazo se importó una cantidad de habitantes procedentes del RU. Desde entonces existe tan sólo una población originalmente transplantada a la que se la han ido sumando otros nuevos actores como por ejemplo trabajadores transitorios llevados desde Chile para algunas tareas de bajo nivel rechazadas por los británicos.
Hoy las Malvinas, además de la pesca y de la difundida expectativa del petróleo, contribuyen con una interesante producción agropecuaria donde la lana resulta importante para la industria textil del RU con exportaciones que, sumadas a las de moneda y sellos para filatelistas y numismáticos, más algo de carne de venado para los países escandinavos, pero centralmente la lana, sumaban en 2004 unos u$s 125 millones al año. Si bien no hay últimas precisiones, ya en 2002, a 20 años de la Guerra de las Malvinas el Producto Interno Bruto (pib) por poder de compra (ppp) del archipiélago llegaba a u$s 105,1 millones, lo que daba lugar a un PIB per cápita de u$s 55.400 anuales. En 2007 había trepado a u$s 164,5 millones, es decir había subido más de un 56,5 por ciento en solamente cinco años. Hoy, varios años después, en el Reino Unido el pib per cápita del RU es de u$s 37.400 anuales. Su paridad cambiaria es de 0,6241 libras malvinenses por cada dólar estadounidense. La conclusión es que los ingresos de los isleños son superiores a los de la metrópoli si se tienen en cuenta una serie de añadiduras como ventajas impositivas y otras. Y no sólo eso, sólo son superados a nivel global por los pib per cápita de seis países, según las cifras que provee la Central de Inteligencia Americana (CIA), que no sólo se ocupa de desestabilizar gobiernos. Hay que pensar, además, en el ingreso real de los kelpers (gentilicio de los ocupantes) que incluye subsidios como que un viaje ida y vuelta a Londres, en un avión militar, con escala en la isla de Ascensión, cuesta unos ridículos u$s 150 y que los jóvenes que deseen estudiar en el RU lo hacen a costo cero en la universidad que elijan.
Se trata de unos 3.000 habitantes de habla inglesa y de religión mayoritariamente anglicana. A ellos se suman otros tantos, de residencia temporaria, que constituyen el destacamento militar en la región y los tripulantes de las tres docenas de barcos pesqueros que depredan el Atlántico Sur y los más de 30.000 turistas que llegan anualmente y que dejan una buena cantidad de recursos para los kelpers.
Conclusión
La breve descripción de estos cinco casos de colonialismos, algunos más desembozados, otros más encubiertos, muestran en sus disímiles características los disparatados argumentos que esgrimen los colonizadores para justificar sus hechos utilizando sinrazones en base a comparaciones sin asideros. Así es como el RU ha inscripto en su propuesta para la Constitución Europea incluir a las Malvinas como territorio europeo de ultramar así como sucede en otros casos, de otros de los miembros del acuerdo continental, sin contar con una Dinamarca que es unas 50 veces más grande en América que en Europa desde la colonización de Erik Thordvaldsson (“El Rojo”) en el Siglo X que le permitió sumar más de dos millones de kilómetros cuadrados en el norte del continente.
Lo más parecido al caso Malvinas es el de los chagosianos de Diego García. Allí no se convocó a ningún referendo antes de su expulsión y hoy no se puede hacerlo. Incluso, aunque el RU quisiera no los podría repatriar porque los EUA no se lo permitirían. Pero el tema es intocable mientras el antiguo paraíso de los nativos en la actualidad es el apostadero para una cárcel en la cual se practican las peores violaciones a los derechos humanos. La diferencia con Malvinas a favor de lo que sucede en éstas es que si bien existe una base militar no hay una cárcel de ese tipo y que la población implantada realiza algunas actividades productivas que, por supuesto, no apuntan al bien común sino al de un pequeño grupo de pobladores y, se supone, que también para su patria colonial de concretarse el aberrante proyecto de explotación petrolera en la zona. Por lo tanto pedirle a los kelpers opinión sobre si quieren ser argentinos o ciudadanos del RU resulta un absoluto disparate.
En el caso de Gibraltar también todo es diferente aunque se lo pretenda hacer aparecer como similar. En primer lugar no fue su ocupación por parte del RU un atropello al estilo Malvinas. Como se vio formó parte de una negociación en el marco del desguace del viejo Reino de España, aquél que quiso convertirse en un Imperio Universal a comienzos del Siglo XVI en base a las ideas sobre la globalización de ese gran intelectual piamontés llamado Mercurino Arborio di Gattinara, canciller del rey Carlos I. La cesión de Gibraltar al RU fue parte del acuerdo para la designación de Felipe V como rey de España, consentido por éste y sus sucesores. Además no hubo desplazamiento de la población local como en Malvinas y en Diego García sino que la misma fue ganada para los intereses británicos por lo que terminó siendo parte de los negocios escandalosos de la banca metropolitana instaladora de algunos de los principales paraísos fiscales y financieros del mundo. Incluso los partidos políticos existentes en Gibraltar, como en el caso de los laboristas (actualmente en el gobierno del Peñón), de los conservadores (primera minoría) y de los liberales (segunda minoría), son apéndices de los existentes en el RU.
Curiosamente mientras se avala un referéndum en Malvinas en base a población importada, se rechaza que los habitantes históricos de Crimea se hayan pronunciado a favor de su integración a Rusia. Como ahí la realidad no les conviene, el RU al igual que los EUA y otros socios, niegan sus derechos a la inmensa mayoría que se expresó, contundentemente, por su adhesión a Rusia. El problema pasa porque el gobierno del presidente Vladimir Vladimirovich Putin ha decidido no permitir los avances de la desestabilización hacia el interior de Rusia frenando a los mercenarios de los EUA en Siria y evitando toda intromisión occidental en Europa Oriental e Irán. Eso implica no hacer concesiones en la península de Crimea y tomar como válida la opinión de los ciudadanos de la misma que no constituyen un grupo de implantados.
Por último, la intervención de la OTAN en Kosovo si bien fue en aparente respaldo a la opinión de la inmensa mayoría de albano-kosovares no fue ésta la preocupación que movió a los EUA y sus socios europeos. El tema central, claramente, fue la desestabilización de Serbia, facilitada por el gobierno de Milosevic al desarmar las políticas integradoras de Tito que implicaron la destrucción de Yugoslavia, cosa temida en vida por el propio Tito, aquél que alguna vez viviese en la Argentina y cuyas ideas fueron recogidas por Juan Domingo Perón cuando en 1973 puso en marcha el plan de empresas públicas autogestionadas para lo cual comenzó exitosamente con la ex Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (Segba), comendada por Juan José Taccone. Ahora los kosovares carecen de trabajo, viven muy pobremente y deben soportar la presencia de tropas extranjeras en su territorio, además de la mencionada base militar que constituye un grave peligro no sólo para los Balcanes sino para otros varios países de la región como que está, por ejemplo, a menos de una hora de vuelo de Italia. En ese caso sí les convino la opinión pública kosovar como, enormes distancias de por medio, usan la de los kelpers, o se benefician con los habitantes de Gibraltar en tanto a los de Diego García los obligaron a ser parias del universo.
Miembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano "Manuel Dorrego"
Las políticas colonialistas, detrás de las cuales marchan los intereses económicos, a propósito del reciente conflicto de Crimea, han permitido desenmascarar, una vez más, la carencia de principios de los gobiernos de los países hegemónicos, cualquiera sea la presunta ideología de cada uno de ellos. Al respecto, como ejemplo paradigmático, se debe recordar la brutal represión desatada por los gobiernos “progresistas” de Francia sobre los patriotas argelinos, en particular por el socialista Guy Mollet, hasta que con la llegada al poder del general Charles De Gaulle se le reconoció la independencia a la vieja colonia. Es que De Gaulle representaba otros intereses nacionales como que fue de los primeros gobiernos occidentales en reconocer a la República Popular China y quién, en el marco de la guerra de Vietnam, con su política monetaria, rompiendo en los hechos con los acuerdos de Bretton Woods, obligó al presidente estadounidense Richard Milhaus Nixon a hacer formalmente lo propio devaluando la moneda de su país y quitándole el respaldo en oro convirtiéndola en un mero papel sólo sostenible como unidad de intercambio mundial por la credibilidad en el poder militar y, entonces, económico de la potencia emisora. Esa decisión de Nixon se implementó a partir del 16 de agosto de 1971 y desde entonces han transcurrido casi 43 años durante los cuales muchas cosas han cambiado y en ese marco, como sucediera históricamente ante la decadencia de los grandes poderes de turno los mismos se tornan particularmente agresivos y como ya observara Publio Elio Adriano en Roma, al asumir como emperador en 117, se llega a un punto en que la relación costo-beneficio de los procesos expansionistas se torna negativa.
Hoy, a 32 años de la gesta de recuperación de las irredentas Malvinas, más allá del gobierno genocida de entonces, vale la pena reflexionar sobre algunos procesos que se han venido dando en diferentes enclaves coloniales y la hipocresía manifestada respecto de cada uno de ellos por las grandes potencias, sobre todo por los gobiernos del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RU), hayan sido de cuño conservador o laborista que sólo se diferenciaron en algunas formalidades siendo unos más brutales y otros más cordiales en sus verbalizaciones pero sin modificar el fondo de las cuestiones. Y en esa reflexión parece interesante analizar las diferencias y similitudes respecto de la cuestión Malvinas versus algunos de los conflictos que se han desatado a lo largo de estas tres décadas y un poco más.
Gibraltar
Cuando las Malvinas fueron ocupadas por los británicos en 1833 el peñón de Gibraltar ya llevaba, formalmente, 120 años en manos del actual RU. Como acotación al margen cabe consignar que Gibraltar, antes las Montañas de Hércules, lleva ese nombre como lugar de paso de los magrebíes que en 711 ocuparon España al mando del jefe de Tánger, Djeb El Tarik, epónimo del estrecho que sirve de unión del Mar Mediterráneo con el Océano Atlántico.
La cuestión es que Gibraltar quedó en manos británicas en 1713 mediante el Tratado de Utrecht que estableció el reparto del viejo reino de España entre Austria, el RU, los Países Bajos (PB) y Francia, aunque ésta sin adquirir territorios. Reparto que, con escasas variantes, se mantiene vigente. Austria se quedó, básicamente, con el norte de la actual Italia que luego perdió en el marco del proceso de formación de este país en 1870 impulsado por el entonces Reino Sardo Piamontés desde el noroeste y por el nizano Giuseppe Garibaldi desde el profundo sur. Los PB se quedaron con lo que hoy es parte de su territorio, como es el caso de la provincia de Limburgo, a la que inicialmente se le dio un grado de autonomía. Gibraltar y algunas posesiones españolas extra europeas, como islas caribeñas, pasaron a ser controlados por el RU. Francia impuso a un Borbón, Felipe V, como rey de España, con lo cual se cubrió las espaldas tras los Pirineos con una alianza de familia. Con ese tratado se puso fin a una guerra, tras la muerte del rey Carlos II, que se desarrolló en el actual territorio español entre los franceses y bávaros instalados en Madrid y los austríacos, neerlandeses, portugueses, británicos y algunos estados alemanes que tenían su capital en Barcelona, mientras los españoles propiamente dichos se repartieron entre los dos bandos. Otra digresión: el jefe de las fuerzas del RU y sus aliados era John Churchill, duque de Marlborough, de quién fue chozno el luego primer ministro Winston Churchill, de cuyo título nobiliario, mal pronunciado por los hispano hablantes, surgió la canción “Mambrú se fue a la guerra”.
La actual población de Gibraltar desciende de los viejos pobladores españoles que nunca fueron trasplantados. Su actual ministro principal (primer ministro) es Fabián Picardo, fuerte defensor de los lazos con el RU, quién recientemente repudió los intentos del gobierno de España, el que por vías de su ministro de Relaciones Exteriores, José María García Margalló, viene reclamando negociaciones por el peñón. En tanto, Gibraltar se ha convertido en un paraíso fiscal y financiero a pesar de que lo niegue Picardo. Numerosas empresas han instalado allí sus sedes fiscales en desmedro de sus países de origen razón por la cual la economía de ese enclave está siendo investigada por una comisión de la Unión Europea (UE) encabezada por el español Joaquín Almunia. Del mismo modo los bancos constituyen un centro de lavado financiero mundial como las Islas Caimán y otros paraísos del mismo tipo. Es la 201 economía planetaria tomando a Gibraltar como un país independiente con un producto interno bruto (pib) de 1.275 millones de dólares estadounidenses (u$s) compuesto absolutamente por el sector servicios (casi absolutamente financieros) y con cero en las áreas rural e industrial de las que carece. Sus pobladores son 29.185 según la cifra más reciente y si bien el idioma oficial es el inglés en un alto porcentaje hablan en castellano y complementariamente en italiano y portugués. En materia religiosa el 78 por ciento se declara católico y sólo el 7% anglicano. Sin embargo son firmemente pro RU del cual se sienten parte porque no se trata de implantados sino de asimilados.
Diego García
Un poco antes de la ocupación de las Malvinas, en el marco de las guerras napoleónicas, el RU se apoderó de la isla de Diego García, una vieja colonia portuguesa. La misma, ubicada en el Océano Indico estaba poblada por aborígenes de la misma llamados chagosianos por ser Chagos el nombre original de la isla. Así transcurrieron las cosas durante poco más de un siglo y medio pero en 1966, durante la Primera Guerra Fría (término del historiador Luiz Alberto de Vianna Moniz Bandeira quién sostiene que en la actualidad estamos en la Segunda Guerra Fría), los británicos le alquilaron su colonia a los EUA para la implantación allí de una de las alrededor de mil bases militares que este país tiene en todo el planeta Tierra. El alquiler se hizo por 50 años por lo que vence en 2016 pero, seguramente, será prorrogado mas allá de que dichas bases constituyen uno de los principales problemas económico-financieros por los que atraviesa la decadente, y por ahora, primera potencia mundial. En esa isla en la actualidad también funciona una cárcel secreta de la Central de Inteligencia Americana (CIA), similar a la de Guantánamo en Cuba, donde se practica un “humanismo antiterrorista” basado en el secuestro, tortura y desaparición de personas.
En tal sentido es interesante reproducir parte de una nota firmada por Fernando Cibeira en el matutino Página/12. “La autodeterminación de los dos mil habitantes de Diego García (los “chagosianos”, ya que viven en Chagos), una ironía: los echaron sin miramientos. Lo hicieron de diversas maneras. Por ejemplo, con el bloqueo al ingreso de alimentos, por lo que algunos no aguantaron y se trasladaron a villas miseria de la vecina isla Mauricio, donde aún sobreviven como pueden en casillas de chapa. Hubo también embarcados a la fuerza y otros que fueron engañados con anzuelos tales como vacaciones gratis en el exterior para después impedirle el regreso. Se recuerdan casos emblemáticos como el de María Aimee, quien en 1969 llevó a sus hijos a Port Louis, en Mauricio, para un tratamiento médico y luego no le dejaron subir al barco para la vuelta. Recién se pudo reencontrar con su marido dos años más tarde. Cuentan que muchos de los pobladores no soportaron el destierro. Hubo suicidios y casos de alcoholismo. En una nota de The Times, de Londres, en 2007, una isleña recuerda: “Era el paraíso, éramos como aves libres, y ahora estamos igual que en una prisión”. Se calcula que de los dos mil habitantes originales, hoy viven menos de 700.
En 1998, los chagosianos y sus descendientes resolvieron acudir a la Justicia. Para todos los especialistas, en su caso se había producido una flagrante violación al derecho internacional. Dos años después, en efecto, el Tribunal Supremo británico dictaminó que la expulsión había sido ilegal y que los habitantes debían regresar. En 2004, el fallo fue confirmado en la Corte de Apelaciones. Los sucesivos gobiernos británicos ignoraron la sentencia y el Foreign Office (cancillería) continuó apelando hasta que, en 2008, la Cámara de los Lores –última instancia del particular sistema legal inglés– falló a favor del gobierno por un ajustado tres a dos. El argumento esgrimido por los lores fue que el gobierno contaba con títulos suficientes para legislar sobre una de sus colonias en función de la seguridad de los intereses del Reino Unido. Estados Unidos ya había advertido que la vuelta de los habitantes significaría un “riesgo inaceptable” para su base. Jonathan Crown representó a la Cancillería británica y fue elocuente en su argumentación. “Los chagosianos no tienen territorio propio, no tienen derecho sobre las islas en absoluto”, sostuvo en su exposición. Crown debe haber llegado tarde el día que en la facultad enseñaron autodeterminación”.
“Obstinados en recuperar su paraíso, los isleños acudieron a la Corte Europea de Derechos Humanos. Entonces, en 2010, el gobierno inglés sacó un increíble argumento de la manga. El canciller David Miliband anunció que crearía la mayor reserva natural oceánica del mundo alrededor del archipiélago, que componen unas 55 minúsculas islas, en función de las 220 especies de corales y las más de mil de peces que se encuentran en sus aguas. Para preservar el área virgen, obviamente, resultaba imprescindible que no esté habitada por los depredadores agricultores chagosianos. Al parecer, los peces no tenían problemas con las naves norteamericanas que salían a bombardear Afganistán o Irak. Tampoco con los 1700 militares que viven allí, ni los 1500 empleados civiles. Tan triste todo, que un cable difundido por Wikileaks reveló el obvio trasfondo de la maniobra. Cada tanto, los chagosianos realizan algún acto para que su situación no caiga en el olvido. En mayo pasado, hicieron una presentación ante la prensa en las puertas de la Royal Geographical Society, en Londres. Bachar Khan, del Grupo de Refugiados Chagosianos, comentó su sentimiento a The Guardian: “¿Cómo puede ser que una base militar sea legal y que los habitantes de la isla no puedan vivir ahí? Tenemos ocupas militares que nos dejan sin nuestros derechos”. Otro delegado comentó que los isleños se sentían “como dando vueltas y vueltas en una calesita para caer siempre en el mismo lugar”. La novelista Philippa Gregory lo describió en un artículo de junio pasado (2011) en The Times titulado elocuentemente “Las Falklands secretas que siguen en conflicto”. “He leído los papeles del Foreign Office desde 1960 intentando entender la historia de Chagos: es una lacrimógena experiencia sobre el engaño y la arrogancia”, escribió”.
La CIA informa oficialmente que no quedan habitantes originarios en Diego García ya que “aproximadamente 1.200 ex trabajadores agrícolas residentes en el archipiélago de Chagos, a menudo referido como Chagossians o Ilois, fueron trasladados a Mauricio y las Seychelles en los años 1960 y 1970”. No hace falta aclarar más. En Diego García así como no han quedado pobladores originarios tampoco existe actividad productiva alguna y, ni siquiera, de servicios. Todo está centrado en la base militar estadounidense.
Kosovo
La hoy República de Kosovo fue un territorio históricamente disputado por turcos, y serbios, fundamentalmente, pero también por otros estados que fueron potencias regionales durante diferentes períodos, como en el caso de los austríacos y los búlgaros. Se trata de un pequeño estado que no llega a los 11.000 kilómetros cuadrados (el 40% de la Provincia de Tucumán) y que está muy cerca de la costa oriental del Mar Adriático aunque no tiene salida al mismo. Linda con la República de Albania con cuya población tiene fuertes lazos étnicos, lingüísticos y religiosos. Por esa razón los kosovares fueron históricamente partidarios de una fusión con Albania, lo que era reclamado por el gobierno comunista de este país encabezado por Enver Hoxha. A su vez el gobierno de Yugoslavia liderado por Josip Broz (Tito) había dado mayor autonomía de gestión a las repúblicas federadas y a ciertas regiones como Kosovo que formaba parte de Serbia.
Las políticas de Tito facilitaron la convivencia pero a su muerte, estimuladas por los EUA y algunos países europeos, Yugoslavia entró en un proceso de fragmentación donde cada una de las repúblicas federadas declaró su independencia, quedando Kosovo como parte de Serbia que anuló la autonomía de la provincia y le quitó casi todas sus facultades. Los gobiernos occidentales que querían destituir a Slobodan Milosevic como presidente de Serbia alentaron a los kosovares y provocaron una guerra en la que terminaron interviniendo las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte que concluyó con una serie de negociaciones que desembocaron en la declaración de la independencia impulsada por la población albanesa. Que representa el 88% del total frente al 8% de serbios y un 4% de otras minorías, mientras el 96% es de religión musulmana.
Claro está que prontamente quedó en evidencia que el aparente apoyo de los EUA a la población albano-kosovar tuvo poco que ver con razones humanitarias en respuesta a la represión ejercida por el gobierno serbio como se argumentó en su momento. A poco de liquidar el control serbio y de constituirse un gobierno autónomo éste cedió a los estadounidenses la posibilidad de establecer un poderoso control militar en la zona de Urosevac. Allí se instaló Camp Bondsteel, la segunda base militar más importante de los EUA en el mundo y la más importante fuera de su propio país. Por la región pasan el oleoducto Trans Balcanes y otros menores donde tiene fuerte interés la transnacional Halliburton. Por otra parte esa base tiene muy a mano a la región Caucásica, con lo que ello representa para Rusia, y al Cercano Oriente. Esta base de Camp Bondsteel, como la de Diego García, la de Guantánamo y otras, también es utilizada como prisión clandestina según lo probó el Comisariato de Derechos Humanos de la UE. En tanto más del 45% de su población se encuentra desocupada.
Crimea
La península de Crimea tiene una enorme importancia histórica para la humanidad. Allí, en 1945, el estadounidense Franklin Delano Roosevelt; el británico Winston Leonard Spencer Churchill y el soviético Iósif Vissariónovich Dzhugashvili (Stalin), firmaron el célebre acuerdo de Yalta tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Y antes, en 1854, hubo una guerra entre Rusia, por un lado, y Turquía, Francia, el RU y el Reino Sardo-Piamontés por otro. La participación de este último le permitió el posterior apoyo del emperador francés Luis Napoleón Bonaparte (Napoleón III) para la unificación del territorio italiano derrotando, fundamentalmente, a los austríacos y la creación de la actual República de Italia, tarea en la que también fue importante el alzamiento de Giuseppe Garibaldi. En tanto Francia se apoderó de la zona de Niza en la Costa Azul y facilitó la formación del principado de Mónaco, ambos territorios originalmente italianos. También esa guerra de Crimea estuvo plagada de anécdotas como la participación de un oficial médico británico, inventor de la cesárea, que años después, a su muerte, se descubrió que era una mujer (probablemente inspiradora de “El capitán Tormenta” de Emilio Salgari); la aparición de una enfermera de actuación decisiva para la cruz roja; la popularización de la moda de las mangas ranglan y los sacos cárdigan; el debut de los corresponsales de guerra, y la posterior aparición de filmes y obras literarias como “La guerra y la paz” del ruso Lev Nilolaévich (León) Tolstoi, quién combatió en esa confrontación bélica.
Crimea es una península poblada históricamente por tártaros que fueron sometidos por el Imperio Otomano del que se independizaron con el apoyo de la zarina Catalina II (“La Grande”), la que luego los anexó al Imperio Ruso. En 1917 se proclamó nuevamente la República de Crimea, bastión de los anti bolcheviques, pero incorporada, más tarde, como parte de Rusia a la Unión Soviética hasta que Nikita Serguéievich Jruschov la cedió a Ucrania, a la que nunca había pertenecido, en 1954. Los habitantes de Crimea se sienten rusos y hablan ruso como corresponde a su origen, más allá de estos 60 años de anexión a Ucrania. Son los históricos pobladores de ese territorio de 27.000 kilómetros cuadrados, apenas mayor que el de la referida Provincia de Tucumán, que fuera colonizado culturalmente por los griegos y más tarde ocupado por los romanos y, siglos después, los turcos hasta ser sumados a Rusia en 1783. Hoy habitantes de origen ruso constituyen el 58,32% del total de la población mientras los ucranianos son el 24,32%, los tártaros (más ligados a los rusos) el 12,64% y el resto diversas minorías. Ello hace que una inmensa mayoría prefiera que Crimea sea parte de Rusia.
Malvinas
En el caso de las islas Malvinas los británicos se apoderaron como parte de su política del control de los grandes pasos marinos como habían hecho en su momento en Gibraltar y más tarde en Ciudad del Cabo. Formaba parte del sistema de control internacional de la navegación en un momento en que se consolidaron como los “reyes de los mares”, como consecuencia de las “Actas de Navegación” de Oliver Cromwell de 1651. Pronto expulsaron a la población que se había ido asentando allí para encarar actividades productivas estableciendo la soberanía nacional sobre ese territorio insular para lo cual debía impedir las incursiones ilegales de buques extranjeros, particularmente británicos. Una población pequeña pero con alta participación de aborígenes como que el primer gobernador, Pedro Areguatí, lo era. En su reemplazo se importó una cantidad de habitantes procedentes del RU. Desde entonces existe tan sólo una población originalmente transplantada a la que se la han ido sumando otros nuevos actores como por ejemplo trabajadores transitorios llevados desde Chile para algunas tareas de bajo nivel rechazadas por los británicos.
Hoy las Malvinas, además de la pesca y de la difundida expectativa del petróleo, contribuyen con una interesante producción agropecuaria donde la lana resulta importante para la industria textil del RU con exportaciones que, sumadas a las de moneda y sellos para filatelistas y numismáticos, más algo de carne de venado para los países escandinavos, pero centralmente la lana, sumaban en 2004 unos u$s 125 millones al año. Si bien no hay últimas precisiones, ya en 2002, a 20 años de la Guerra de las Malvinas el Producto Interno Bruto (pib) por poder de compra (ppp) del archipiélago llegaba a u$s 105,1 millones, lo que daba lugar a un PIB per cápita de u$s 55.400 anuales. En 2007 había trepado a u$s 164,5 millones, es decir había subido más de un 56,5 por ciento en solamente cinco años. Hoy, varios años después, en el Reino Unido el pib per cápita del RU es de u$s 37.400 anuales. Su paridad cambiaria es de 0,6241 libras malvinenses por cada dólar estadounidense. La conclusión es que los ingresos de los isleños son superiores a los de la metrópoli si se tienen en cuenta una serie de añadiduras como ventajas impositivas y otras. Y no sólo eso, sólo son superados a nivel global por los pib per cápita de seis países, según las cifras que provee la Central de Inteligencia Americana (CIA), que no sólo se ocupa de desestabilizar gobiernos. Hay que pensar, además, en el ingreso real de los kelpers (gentilicio de los ocupantes) que incluye subsidios como que un viaje ida y vuelta a Londres, en un avión militar, con escala en la isla de Ascensión, cuesta unos ridículos u$s 150 y que los jóvenes que deseen estudiar en el RU lo hacen a costo cero en la universidad que elijan.
Se trata de unos 3.000 habitantes de habla inglesa y de religión mayoritariamente anglicana. A ellos se suman otros tantos, de residencia temporaria, que constituyen el destacamento militar en la región y los tripulantes de las tres docenas de barcos pesqueros que depredan el Atlántico Sur y los más de 30.000 turistas que llegan anualmente y que dejan una buena cantidad de recursos para los kelpers.
Conclusión
La breve descripción de estos cinco casos de colonialismos, algunos más desembozados, otros más encubiertos, muestran en sus disímiles características los disparatados argumentos que esgrimen los colonizadores para justificar sus hechos utilizando sinrazones en base a comparaciones sin asideros. Así es como el RU ha inscripto en su propuesta para la Constitución Europea incluir a las Malvinas como territorio europeo de ultramar así como sucede en otros casos, de otros de los miembros del acuerdo continental, sin contar con una Dinamarca que es unas 50 veces más grande en América que en Europa desde la colonización de Erik Thordvaldsson (“El Rojo”) en el Siglo X que le permitió sumar más de dos millones de kilómetros cuadrados en el norte del continente.
Lo más parecido al caso Malvinas es el de los chagosianos de Diego García. Allí no se convocó a ningún referendo antes de su expulsión y hoy no se puede hacerlo. Incluso, aunque el RU quisiera no los podría repatriar porque los EUA no se lo permitirían. Pero el tema es intocable mientras el antiguo paraíso de los nativos en la actualidad es el apostadero para una cárcel en la cual se practican las peores violaciones a los derechos humanos. La diferencia con Malvinas a favor de lo que sucede en éstas es que si bien existe una base militar no hay una cárcel de ese tipo y que la población implantada realiza algunas actividades productivas que, por supuesto, no apuntan al bien común sino al de un pequeño grupo de pobladores y, se supone, que también para su patria colonial de concretarse el aberrante proyecto de explotación petrolera en la zona. Por lo tanto pedirle a los kelpers opinión sobre si quieren ser argentinos o ciudadanos del RU resulta un absoluto disparate.
En el caso de Gibraltar también todo es diferente aunque se lo pretenda hacer aparecer como similar. En primer lugar no fue su ocupación por parte del RU un atropello al estilo Malvinas. Como se vio formó parte de una negociación en el marco del desguace del viejo Reino de España, aquél que quiso convertirse en un Imperio Universal a comienzos del Siglo XVI en base a las ideas sobre la globalización de ese gran intelectual piamontés llamado Mercurino Arborio di Gattinara, canciller del rey Carlos I. La cesión de Gibraltar al RU fue parte del acuerdo para la designación de Felipe V como rey de España, consentido por éste y sus sucesores. Además no hubo desplazamiento de la población local como en Malvinas y en Diego García sino que la misma fue ganada para los intereses británicos por lo que terminó siendo parte de los negocios escandalosos de la banca metropolitana instaladora de algunos de los principales paraísos fiscales y financieros del mundo. Incluso los partidos políticos existentes en Gibraltar, como en el caso de los laboristas (actualmente en el gobierno del Peñón), de los conservadores (primera minoría) y de los liberales (segunda minoría), son apéndices de los existentes en el RU.
Curiosamente mientras se avala un referéndum en Malvinas en base a población importada, se rechaza que los habitantes históricos de Crimea se hayan pronunciado a favor de su integración a Rusia. Como ahí la realidad no les conviene, el RU al igual que los EUA y otros socios, niegan sus derechos a la inmensa mayoría que se expresó, contundentemente, por su adhesión a Rusia. El problema pasa porque el gobierno del presidente Vladimir Vladimirovich Putin ha decidido no permitir los avances de la desestabilización hacia el interior de Rusia frenando a los mercenarios de los EUA en Siria y evitando toda intromisión occidental en Europa Oriental e Irán. Eso implica no hacer concesiones en la península de Crimea y tomar como válida la opinión de los ciudadanos de la misma que no constituyen un grupo de implantados.
Por último, la intervención de la OTAN en Kosovo si bien fue en aparente respaldo a la opinión de la inmensa mayoría de albano-kosovares no fue ésta la preocupación que movió a los EUA y sus socios europeos. El tema central, claramente, fue la desestabilización de Serbia, facilitada por el gobierno de Milosevic al desarmar las políticas integradoras de Tito que implicaron la destrucción de Yugoslavia, cosa temida en vida por el propio Tito, aquél que alguna vez viviese en la Argentina y cuyas ideas fueron recogidas por Juan Domingo Perón cuando en 1973 puso en marcha el plan de empresas públicas autogestionadas para lo cual comenzó exitosamente con la ex Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (Segba), comendada por Juan José Taccone. Ahora los kosovares carecen de trabajo, viven muy pobremente y deben soportar la presencia de tropas extranjeras en su territorio, además de la mencionada base militar que constituye un grave peligro no sólo para los Balcanes sino para otros varios países de la región como que está, por ejemplo, a menos de una hora de vuelo de Italia. En ese caso sí les convino la opinión pública kosovar como, enormes distancias de por medio, usan la de los kelpers, o se benefician con los habitantes de Gibraltar en tanto a los de Diego García los obligaron a ser parias del universo.
del Corro, Fernando
Docente. InvestigadorMiembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano "Manuel Dorrego"
El neocolonialismo, de forma sutil y amparadas en leyes internacionales falsas, destruye la autonomia y autodeterminacion de muchas poblaciones, pero es igual de salvaje y despotico, como el colonialismo del siglo XV que destruyo a nuestro bello continente hoy mal llamado: America......
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