Los viajes del jefe del Estado o del presidente del gobierno a países extranjeros con representantes de las empresas del Ibex 35, publicitando profusamente la marca España, para explicar la intencionalidad de apertura de mercado español en el exterior, encierran otra lectura: el interés de esos grandes empresarios en buscar ventajas fiscales para invertir en terceros países, sin que afecte al nuestro desde ningún punto de vista, porque los beneficios se quedarán en ellos o en paraísos fiscales, la tributación en el nuestro será mínima, o tal vez en una sola dirección, comisiones a determinadas personas, con un palacete, Rolex de oro, una cacería…, todo por permitir diversificar sus intereses y reducir personal en las empresas españolas. Podemos citar múltiples ejemplos.
El Rey de España posa junto al Comisionado de la Marca España |
Gamesa reducirá en un 11% su plantilla en España, 500 personas, por
trasladar a China su principal centro de producción y suministro. Tras
la visita a Brasil, Telefónica Internacional se traslado a ese país.
¿Resultado? 250 personas al paro si no aceptan irse a Brasil. En el
reciente viaje a la India, nos sacan de dudas las declaraciones del jefe
del Estado español al enumerar los atractivos que puede ofrecer la
India a la inversión española: “modernas infraestructuras, mano de obra
cualificada y un marco regulatorio favorable”. Más claro imposible.
Dentro de unos meses aumentará el paro en España por la inversión de
alguna de nuestras empresas en dicho país.
Tanto el jefe del Estado como el del gobierno, deben fomentar el capital
en el comercio interior de un país, ofrecer estímulo y mantenimiento a
una mayor cantidad de trabajo productivo, para incrementar el valor del
PIB interior, en lugar de fijar sólo el objetivo del capital en el
comercio exterior. Porque los excedentes del producto del trabajo
interno estimulan a mejorar sus capacidades productivas y a expandir al
exterior, de este modo se incrementarían el ingreso y la riqueza reales
de la sociedad.
Estos supuestos viajes de interés general con representantes del Ibex 35 dan una imagen de supeditación a la mezquina rapacidad y espíritu de monopolio de los capitalistas y de los grandes corporaciones.
Según Sismondi (1773 -1842), la economía política liberal es, ante todo, la ciencia abstracta de la riqueza, la que gira en torno a los beneficios procedentes del cambio de mercancía y no orientada hacia la utilidad social.
Estos supuestos viajes de interés general con representantes del Ibex 35 dan una imagen de supeditación a la mezquina rapacidad y espíritu de monopolio de los capitalistas y de los grandes corporaciones.
Según Sismondi (1773 -1842), la economía política liberal es, ante todo, la ciencia abstracta de la riqueza, la que gira en torno a los beneficios procedentes del cambio de mercancía y no orientada hacia la utilidad social.
Los liberales desconocen que la demanda debería basarse en las clases
más numerosas y que, si estas ganaran más, tendrían mayor poder de
compra y, por lo tanto se evitarían las crisis. Para el liberal, el
consumidor es el capitalista, no el pueblo, mientras que la realidad ni
es ni debe ser así. Los que viven de la riqueza comercial viven de un
público metafísico y no de la sociedad real, que es la que trabaja y la
que debería de consumir más.
Los que mandan son esclavos, a menudo, de fuerzas egoístas, sectoriales,
gremiales o capitalistas, todas ellos incompatibles con el bien común,
por eso los incapacita para ver o actuar más allá de sus inmediatas
exigencias, por lo tanto no deben ser nuestros representantes, debemos
de exigirles que miren a la ciudadanía, obligar al gobierno a que se
supedite al interés general en lugar de al interés del capital.
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