Siria, Ucrania y el mundo que viene
Lo sucedido
en Ucrania es resultado de una decisión de Estados Unidos y de la Unión Europea
–decisión tomada desde hace tiempo– de asestar un golpe a Rusia en el corazón
de su zona de influencia estratégica.
Ucrania es para
Rusia de gran importancia económica y militar. Situada entre Asia y Europa
oriental, constituye uno de sus escasos accesos a los mares cálidos, con la
Flota del Mar Negro, basada en Crimea. Es también por Ucrania por donde pasan
los gaseoductos que alimentan Europa con el gas ruso.
Está de más decir
que el golpe de Estado estadounidense-europeo en Ucrania es totalmente
anticonstitucional y que nada tiene de democrático. Es una violación flagrante
del acuerdo concluido –bajo la égida de los ministros europeos de Relaciones
Exteriores– entre el presidente Viktor Yanukovich y la oposición. Las huellas
de los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de los miembros de la
Unión Europea aparecen claramente en los acontecimientos que desembocaron en el
derrocamiento de Yanukovich, quien buscó refugio en Rusia.
Esta escalada
occidental contra Rusia tiene como objetivo imponer a Moscú las reglas del
nuevo sistema de relaciones internacionales, bajo la dirección de Estados
Unidos, según la concepción de Richard Haas, presidente del Council of Foreign
Relations.
Estos
acontecimientos plantean a Rusia el desafío que consiste en defender su
seguridad nacional y sus intereses supremos así como su propia concepción de la
asociación internacional entre ella y Estados Unidos.
Hay que reconocer
que Rusia dio muestras de pasividad antes del inicio de la conferencia Ginebra
2 sobre Siria, lo cual estimuló a Washington y Occidente a tratar de forzarle
la mano a la dirección rusa así como a tratar también de sentar precedentes y
recurrir a una lógica de hechos consumados.
Al aceptar que Irán
no fuese invitado a la conferencia Ginebra 2 y que el secretario general de la
ONU siguiese recibiendo órdenes de Estados Unidos, Rusia dio muestras de
sumisión al concepto de asociación que Washington pretende imponer, en
detrimento de la lógica del equilibrio y la igualdad en materia de responsabilidades.
Eso llevó naturalmente a estadounidenses y occidentales a dar muestras de
arrogancia y a mostrarse provocadores, lo cual pudo verse durante la
Conferencia de Munich sobre el tema de Ucrania y el escudo antimisiles.
El Estado sirio ha
logrado, gracias a su firmeza en la gestión del enfrentamiento, hacer fracasar
la agresión y preservar su alianza con Rusia. La solidaridad, la racionalidad y
el espíritu de resistencia desplegados por la delegación siria durante la
negociación de Ginebra también hicieron fracasar el plan de Estados Unidos,
consistente en explotar las lagunas creadas por la pasividad de Rusia.
En este momento,
después de lo sucedido en Ucrania, toda reevaluación por parte de Rusia tendrá
que llevarla a ser más firme en la lucha contra el terrorismo y en la adopción
de medidas tendientes a aislar a todos los Estados implicados en el apoyo al
terrorismo. En el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia debe intensificar su
accionar en contra de los padrinos del terrorismo, visión que defienden Siria e
Irán. Estos dos países han desplegado serios esfuerzos por preservar y
fortalecer su alianza con Rusia, teniendo a la vez mucho cuidado de tener en
cuenta los cálculos de Moscú, aún cuando no estaban totalmente convencidos de
la lectura y del análisis ruso sobre la posición estadounidense en relación con
la lucha contra el terrorismo –terrorismo respaldado, financiado, entrenado y
armado precisamente por Estados satélites de Estados Unidos, como Turquía,
Qatar y Arabia Saudí.
Sea cual sea la
naturaleza de la respuesta de Rusia en Ucrania, estará en concordancia con una
política rusa más firme en cuanto al tema de Siria. Mientras tanto, el Estado
sirio y sus aliados siguen obteniendo éxitos políticos y militares y sigue
aumentando el respaldo popular a la dirección siria. Estados Unidos se dispone,
por su parte, a cubrir un proyecto israelí tendiente a crear –en territorio
sirio– una «zona de seguridad» controlada por una milicia sometida a Israel.
Varios meses nos
separan de la hora de la verdad en Afganistán, donde la administración Obama se
verá obligada a abrir canales de negociación con Irán y Rusia. En estos meses
deben aparecer nuevas fórmulas que permitan instaurar una nueva forma de
asociación internacional, que tendrá que comenzar por un cambio en la
estructura y la correlación de fuerzas en la ONU, para liberar a esa
organización de la hegemonía estadounidense.
La victoria de
Siria, que hoy se perfila en el horizonte, culminará con la reelección del
presidente Bashar al Assad, cosa que ya reconocen varios informes de
inteligencia estadounidenses presentados al Congreso en Washington.
No hay comentarios:
Publicar un comentario