Únete a LaRouche en la construcción del puente al futuro
Los informes económicos sobre el caos en los mercados que presentan los medios de comunicación en estos días, no son más que la lluvia de escombros que cae del cielo, de una explosión que ya sucedió. El sistema financiero, que en los últimos treinta años se montó sobre el proceso económico mundial, se agotó y, junto con él, nuestra capacidad física para mantenernos vivos.
Sin embargo, esto no ha sucedido por falta de alternativas.
Lyndon LaRouche, el connotado economista y ex candidato presidencial demócrata estadounidense, advirtió de este proceso ¡hace más de 35 años!
Pero la generación que hoy tiene a su cargo la toma de decisiones -los políticos, los empresarios, los académicos, etc.- una y otra vez ha dejado de adoptar las medidas necesarias para evitar una caída estrepitosa de la economía, como la que hoy vivimos y que nos acarreará las condiciones de reducción de la población mundial -el genocidio que desea la oligarquía global- mediante la hambruna y las pestes, que el desplome financiero mismo generará.
Así, el pasado 12 de agosto la presidente del Instituto Schiller y del partido BüSo (Movimiento de Derechos Civiles Solidaridad) de Alemania, Helga Zepp-LaRouche, en su llamado internacional para la creación de un Nuevo Bretton Woods, explica:
"El derrumbe sistémico del sistema financiero mundial está en plena marcha. Lo desató -aunque no es la causa- el desplome del mercado de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos y el fin del acarreo inflacionario de yenes en Japón, con lo cual se derrumbó el castillo de naipes de los 'instrumentos financieros creativos', como definió Alan Greenspan a los diversos derivados de crédito. Muchos más financieros hipotecarios estadounidenses se van a declarar en insolvencia y más bancos irán a la quiebra en el vórtice de la crisis crediticia. Actualmente circulan casi 10 billones de dólares en préstamos hipotecarios en EU, de los cuales más de un tercio son créditos de alto riesgo. En Alemania los ejemplos de los bancos IKB-Bank y Westdeutsche LandesBank muestran que sus directivas no quieren admitir a cuánto ascienden sus pérdidas.
"El mito de que los bancos centrales tienen una cantidad ilimitada de recursos para mantener siempre bajo control cualquier derrumbe está reventando. Están atrapados entre la Escila del combate a la inflación con altas tasas de interés -que urge por la evidente inflación en los alimentos, las materias primas y el petróleo, pero que llevará a un estallido más grande de las burbuja hipotecaria estadounidense y otras parecidas- y el Caribdis de la crisis crediticia que ha desatado el derrumbe de los créditos apalancados. Si los bancos centrales tratan de detener una reacción en cadena mediante la inyección de liquidez por el orden de los cientos de miles de millones de dólares, como ocurrió precisamente en cuestión de 24 horas durante la segunda semana de agosto, esto sólo puede significar que habrá una hiperinflación como la de la Alemania de Weimer en 1923, pero esta vez no sólo en un país, sino a escala mundial.
"Es un dilema sin salida: el sistema está acabado".[1]
Vivimos momentos históricos: - - El plan LaRouche
En medio de esta debacle financiera, el estadista y economista físico estadounidense Lyndon LaRouche ha venido impulsando una propuesta internacional para forzar un cambio de fase en el actual modelo económico mundial, con su reestructuración por bancarrota y rompiendo con los parámetros monetaristas y financieros actuales, para fundarnos en la economía física, que encuentra su pilar fundamental en la chispa de la creatividad, cualidad exclusiva del ser humano.
Primero, hay que someter al sistema del Fondo Monetario Internacional (FMI) a una reorganización por bancarrota y crear un Nuevo Bretton Woods, para emitir crédito nuevo de largo plazo y a bajas tasas de interés. Con esto, podemos poner de nuevo el acento en la inversión productiva en grandes obras de infraestrucutra.
El eje de esta propuesta estriba en su perspectiva de largo plazo, algo impensable o cuasiinexistente en las finanzas de los banqueros actuales, una perspectiva que cobra cuerpo en el proyecto del Puente Terrestre Mundial que uniría a casi todos los continentes, al fortalecer el florecimiento de Estados verdaderamente soberanos mediante la aplicación de tecnologías de punta en las áreas cruciales de la infraestructura económica básica. Estamos hablando de corredores troncales de transporte terrestre a base de trenes de levitación magnética (maglev), y de mucha, mucha energía nuclear de fisión. Es decir, en una primera etapa se emprendería un programa de desarrollo del potencial energético nuclear, con lo cual podremos desencadenar procesos que antes eran imposibles, como reverdecer los desiertos, desalar agua de mar para el consumo humano, olvidarnos de la combustión de petróleo para así destinarlo a la industria química y de los plásticos, y abrirle paso al perfeccionamiento de la energía de fusión. En fin, hay que romper la regla de oro de la oligarquía financiera mundial y de sus voceros como el desprestigiado Al Gore, con esta idea truncada de que el ser humano es una peste que está destruyendo al mundo con su "sobrepoblación" y el consiguiente "desarrollo industrial".
La humanidad abrió una puerta al optimismo cuando parte del proyecto que ha impulsado el señor LaRouche en las últimas décadas para alcanzar la paz mediante el desarrollo saltó a primer plano el 18 de abril, cuando Rusia le propuso oficialmente a Estados Unidos colaborar en la construcción de un túnel por debajo del estrecho de Bering, que uniría el Ferrocarril Transiberiano ruso con las redes ferroviarias de Alaska y Estados Unidos mediante trenes de alta velocidad. El "Plan LaRouche" especifica que hay que crear corredores de desarrollo de 100 km de ancho en torno a estas nuevas vías férreas, para que el interior de los países se desarrolle en beneficio de la calidad de vida de sus habitantes, con tecnología de avanzada y obras de infraestructura básica financiadas con el crédito estatal del sistema financiero de un Nuevo Bretton Woods. Esto recibió una rápida respuesta por parte del presidente de la Asociación Lyndon LaRouche de Colombia, Maximiliano Londoño Penilla, quien instó al presidente colombiano Álvaro Uribe a actuar de inmediato para vincular el Puente Terrestre Eurasiático-Norteamericano con Sudamérica, con la construcción de un ferrocarril que salve el tapón de Darién y, así, hacer realidad el Puente Terrestre Mundial.
El progreso no es algo imposible. En un mundo en el que hay desarrollo, debemos madurar como generación en este planeta, asumir nuestra humanidad, y acabar de una vez por todas con la pobreza en la que hoy viven 3 mil millones de personas. Para la humanidad, la economía es la ciencia que le permite ir en la busqueda constante del bienestar general. Nuestra misión como seres humanos es desarrollarnos para contribuir al provecho de las generaciones por venir.
Los jóvenes construiremos el futuro
El Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) internacional tiene este papel decisivo que desempeñar en la creación y puesta en marcha del liderato necesario que consolidará la cooperación continental de todas las naciones en las próximas generaciones.
En EU la batalla es árdua y acelerada por enjuiciar al vicepresidente Dick Cheney antes de que el sistema mundial se desplome, a fin de poder regresar a las políticas de crecimiento, construcción de infraestructura y empleo a gran escala de Franklin Delano Roosevelt, como lo propone LaRouche en su ley de Recuperación Económica de 2006.[2]
En Europa, el LYM tiene la tarea de construir el lazo con esta tradición, que ya resuena en ambos extremos del Atlántico, en EU y en Rusia. Y esto lo catalizará la próxima conferencia que tendrá lugar el 15 y 16 de septiembre en Alemania, "¡El Puente Terrestre Eurasiático se hace realidad! Un nuevo orden mundial para la paz mediante corredores de desarrollo", en la que intervendrán expositores de varios continentes.
Y en Iberoamérica, el desafío que este movimiento de jóvenes ha aceptado es histórico y divertido. Tenemos que consolidar la integración continental en torno a estos proyectos mundiales. Hay que reivindicar a nuestros líderes actuales, a los verdaderos héroes de la patria, a aquellos que supieron darle batalla al pulpo de la oligarquía financiera al reconocer el carácter histórico de sus decisiones políticas. Tal es el caso del ex presidente de México, José López Portillo, quien a principios de los 1980 se alió con Lyndon LaRouche para defender a su país de las políticas genocidas del FMI, e hizo un llamado histórico por un nuevo orden mundial más justo en un discurso que dio en las Naciones Unidas el 1 de octubre de 1982, cuyo 25 aniversario celebramos este año.[3] En 1998 López Portillo hizo un nuevo llamado público, cuando dijo: "Es necesario que el mundo escuche la sabia palabra de Lyndon LaRouche".
Hoy también tenemos dirigentes que enarbolan la bandera de la soberanía económica y nacional, lejos de las ataduras de los fondos buitre y de las decrépitas instituciones financieras del FMI y el Banco Mundial. Un caso ejemplar es el del actual Presidente de Argentina, Néstor Kirchner, así como el de su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, candidata a continuar este legado, y el del actual Presidente de Ecuador, Rafael Correa, quienes hoy promueven -junto con otras naciones- un proceso de integración con la propuesta de crear el "Banco del Sur" y el "Fondo del Sur", destinados fomentar el desarrollo infraestructural que los países iberoamericanos necesitan, libres de las recetas retrógradas del FMI.
Por eso, para ser victoriosos, tenemos que vincular estas peleas nacionales y regionales con la batalla internacional que encabeza Lyndon LaRouche por un Nuevo Bretton Woods y por una nueva era de la humanidad, de fomento de las condiciones económico-física que permitan el pleno desarrollo de los poderes creativos de todo ser humano en el planeta, presente y futuro.
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