Páginas

viernes, 17 de agosto de 2007

Toda la responsabilidad, muy poca vergüenza.

ATC
La negligencia de la Junta de Andalucía ha puesto en riesgo la vida de muchas personas pues, según denunció la arquitecta que renunció a la construcción del Hotel Guadalpín Marbella, puso en conocimiento de varias consejerías las graves deficiencias que se estaban produciendo en su construcción , sin que nadie aún haya procedido a su cierre. ¿Motivos electorales: cuatro votos, de los trabajadores que pondrían el grito en el cielo, si se les cierra el chiringuito?. ¿Fué ese el motivo por el que no se cerró en su día, pero acaso hizo público la Junta o la Gestora las precariedades del edificio, ni siquiera advirtieron del informe que tenían en sus manos?. ¡Pero bueno! ¿Dónde está la oposición en el Parlamento de Andalucía si es que existe?




¿Cuál es el arte “encantabobos” que usa la Junta para acabar siempre con la oposición a través de algún que otro acuerdo que siempre logra conseguir la mayoría necesaria para liquidar cualquier atisbo de oposición y debate en Andalucía, por más que sea de máximo interés general? El último caso lo protagonizó el PA apoyando la negativa de la Junta a que se celebrase un pleno sobre la Operación Malaya.

Debería explicarnos la oposición en Andalucía hasta dónde están dispuestos a llegar sirviendo de cortina de humo al PSOE en la Junta, por que la cosa parece que no ha hecho más que empezar, y sus votantes quieren saberlo.


Si este caso ocurre en Cataluña o el País Vasco, todos los andaluces desayunaríamos, almorzaríamos y cenaríamos todos los días con él en los telediarios y medios en general. Sin embargo ¿qué ocurre en Andalucía que jamás se habla de ella, si no es para hablar de flamenco, Semana Santa, Rocío y Feria de Sevilla, de forma que estamos más informados sobre Cataluña o País Vasco que sobre lo que se cuece políticamente en nuestra propia región?


Me pregunto también dónde está el “monopolio mediático PRISA” y qué criterios evalúa para no dar la difusión adecuada en sus medios (o sea casi todos los habidos y por haber) sobre la gravedad de los hechos que apuntan hacia la actuación presuntamente irresponsable de uno de sus mejores clientes: La Junta de Andalucía y de responsabilidades sobre sus actuaciones, que como en este caso, podrían haber supuesto una tragedia. Como ocurriera con Gil y Gil en los Ángeles de San Rafael, que acabó con la vida de 54 personas por el derrumbe del edifico el día de su inauguración, debido a la mala calidad de las materiales usados en su construcción. No obstante el caso del Guadalpín es más grave si cabe ya que no sólo habla de la mala calidad de los materiales, sino también de las deficiencias graves en su construcción.


La excusa ya no puede ser la intranscendencia de lo que ocurre, pues la gravedad del caso que nos ocupa es de tal calibre, que es difícil incluso de imaginar si no fuera por la rotundidad de las evidencias que se van conociendo respecto a la responsabilidad de la Junta de Andalucía en la Operación Malaya. Una responsabilidad que va más allá de la mera recaudación sobre las viviendas ilegales. Pero que al contrario de como el Juez Torres decía en una conferencia, no supondrá un motivo para dimitir. Aquí no dimite nadie. Aquí no dimiten y lo de la cárcel, eso es ciencia ficción.

Hay tan poca vergüenza en la clase política andaluza, que ni eso, por muy claro que esté la responsabilidad de la Junta (que como mínimo responsabilidad civil a tenor del informe de la arquitecta, la tiene), estamos borrachos si creemos que aquí va a dimitir alguien, o se le va a caer la cara de vergüenza. Más bien al contrario, se presentan para alcaldes, arropados por las élites de sus partidos; (no me extraña que cada vez la abstención sea mayor) y lo que es peor, habrá alguien que los voten. ¡En manos de quien estamos, Dios mío!


No hay comentarios:

Publicar un comentario