Mucha gente ya lo había advertido.
Los avisos estaban ahí, para quien quisiera leerlos o escucharlos…pero no ha servido de nada.
Al final, ha vuelto a suceder otra vez.
Le han vuelto a tomar el pelo a la población española.
De nuevo, han realizado una genial maniobra de manipulación social.
Una manipulación que, sin embargo, ha sido más que evidente desde sus inicios.
En anteriores artículos ya expusimos nuestras sospechas sobre algunos
de los nuevos partidos políticos aparecidos en España, especialmente en
los casos de Podemos y Ciudadanos.
Nuestras sospechas no se centraban en los partidos políticos en sí, ni en sus líderes, ni en sus presuntas ideologías.
Desde un cierto punto de vista, la aparición de nuevas alternativas
políticas debería ser motivo de celebración en cualquier democracia y
más cuando se produce una crisis de confianza en los partidos
tradicionales.
Su aparición, pues, podría considerarse como algo lógico y previsible.
Lo que ya no ha sido tan lógico y lo que nos llevó a sospechar, es la
excepcional exposición mediática a la que estos partidos han sido
sometidos y más concretamente, la promoción televisiva de sus
respectivos líderes.
Ha sido una maniobra tan obvia, tan descarada, tan burda y tan
excesiva, que parece mentira que la población se haya tragado una
píldora como ésta. LA CLAVE ESTÁ EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
La mayoría de gente, ante la aparición de un nuevo líder político,
acostumbra a centrar la atención en su aspecto, en su actitud, en su
discurso y en sus presuntos principios políticos o ideológicos.
Es decir, en todos aquellos aspectos aparentes que adornan a un político.
Y es precisamente al hacer esto, cuando todos caemos en el engaño.
Para saber realmente a quién representa un líder político y su
partido, también debemos fijarnos en cómo se le promociona en los medios
de comunicación.
Estar atentos a qué tempos se siguen, qué nivel de exposición
mediática tiene, cuantos y qué medios de comunicación se implican en su
promoción y sobretodo, qué función desempeña ese líder y ese partido
para el funcionamiento de todo el sistema en su conjunto, con
independencia de lo que el líder declare o de la ideología que nos
venda.
Debemos ser conscientes de que los medios de comunicación de masas
son el reflejo directo de los intereses de aquellos que albergan el
auténtico poder y por lo tanto, cualquier elemento que aparezca en
dichos medios, tiene una función de ingeniería social y de servicio a
los intereses de los más poderosos.
Y esto es así por una simple razón: los mass media están en manos de
grandes poderes económicos y financieros, pues son los únicos que pueden
sufragar los costes elevadísimos de la producción televisiva.
Habrá quien afirme, con cierto grado de razón, que cualquier persona o
grupo puede llegar a aparecer ocasionalmente en radio o televisión y
exponer lo que piensa, con un cierto grado de libertad.
Pero si lo que expresa esa persona o ese grupo no resulta conveniente
a los poderes fácticos, podemos tener por seguro que su aparición será
puntual y que jamás volverá a hacer acto de presencia ante las cámaras,
si no es para ser desacreditado.
En el mundo de los grandes medios, a nadie se le da espacio
continuadamente para que exponga sus opiniones si sus ideas resultan
incómodas o ponen en peligro las bases del sistema.
Siempre habrá quien aduzca que en la televisión lo que prevalece es
la audiencia y que en la caja tonta aparecen aquellos personajes que
interesan al público y que generan negocio.
Pero este razonamiento, que parece lógico, no se ajusta a la realidad
de las cosas, al menos cuando hablamos de política o de control social.
Y los ejemplos abundan.
No veremos a anarquistas en las tertulias televisivas, ni tampoco
veremos a grupos anti-sistema, por más pacifistas que sean,
promocionados constantemente en los grandes medios.
Y eso a pesar de que, sin duda, sus opiniones radicales darían mucho
juego, resultarían polémicas, levantarían pasiones a favor y en contra, y
por lo tanto, generarían audiencia y el correspondiente negocio.
Esto significa que, al menos en lo que se refiere a la política, los
índices de audiencia no son lo que prevalece: lo que determina la
promoción mediática de un líder, de un partido o de una ideología, es su
adecuación a los intereses del status quo y del poder financiero que
controla los medios; es decir, su valor como herramienta de manipulación
social.
Comprendido algo tan obvio como esto, podemos empezar a cuestionarnos
el ascenso de Podemos y de Ciudadanos y tratar de intuir cuál es la
función que le ha sido asignada a cada uno de estos partidos.
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