Es un poco largo, pero vale tu tiempo el leerlo…
A
partir y mucho antes de 1939 y continuando hasta el día de hoy, la
opinión mundial ha sido manipulada sistemáticamente para inducir la
falsa creencia de que Adolf Hitler era un poderoso loco, despótico,
guerrerista y malvado tirano que se había apoderado ilegalmente del
poder en Alemania, que buscó la guerra con su vecinos europeos, y que
tenía un plan para dominar el mundo. Los “historiadores” oficiales, han
mantenido y perpetuado esta narrativa propagandística desde 1945,
mientras que hábilmente ignoran los numerosos intentos bien documentados
de Hitler para convencer a los Aliados de la 1º Guerra Mundial, a
través de la vía diplomática, a cumplir con sus propios compromisos de
desarme, y para trabajar con él para lograr una solución justa de las
cuestiones pendientes derivadas del Tratado de Versalles, que había
mutilado gravemente Alemania (y por consiguiente, también la economía
mundial), así como, causado crecientes tensiones persistentes en Europa,
fueron repetidamente rechazadas.
Este artículo
de 1940 por el Dr. Friedrich Stieve proporciona una visión general de
las diversas iniciativas de paz de Hitler desde el momento en que fue
debidamente nombrado canciller en 1933 hasta que se declaró la guerra a
Alemania en 1939. Esto demuestra claramente que estos esfuerzos de
preservación de la paz mundial se vieron frustrados por los traficantes
de guerra británicos, franceses, estadounidenses y rusos y sus
titiriteros, los banqueros internacionales que tenían –y tienen- una
agenda muy diferente a la que las propuestas de Hitler y su modelo el
Nacional Socialismo planteaba una gran amenaza. Por lo tanto, estos
declararon que “Hitler era una amenaza para el mundo y debe ser
detenido”, empleando una propaganda atroz, citas falsas o citas sacadas
completamente de contexto, y desinformación para propagar y perpetuar su
propia narrativa, para incitar a las naciones a la guerra, y desviar
siempre la culpa de ellos mismos. Y, por supuesto, también
desprestigiaron a aquellos que apoyaron a Hitler, o a aquellos que al
menos encontraron sus objetivos de política exterior objetivos y
bastante razonables, como “apaciguadores”. Entonces, después de haber
tenido éxito en la destrucción de Alemania, enterraron las pruebas que
desafiaban su narrativa, crearon pruebas falsas, y torturaron a los
alemanes para sacarles falsas confesiones auto inculpatorias, etc para
establecer su versión (la de los vencedores), acerca de los
acontecimientos como la historia oficial, y que su guerra era
completamente justificada y necesaria, la llamada “guerra buena.”
Desde
1945, este falso paradigma ha sido reciclado perpetuamente mientras los
defensores de la agenda del Nuevo Orden Mundial siguen marcando a todos
los verdaderos líderes nacionalistas que sirven a su pueblo (y no a los
banqueros) como “El próximo Hitler” o como “nazis “, etc. Y, por
supuesto, aquellos que los apoyan están de nuevo etiquetados como
“apaciguadores” o “cobardes” o incluso como “terroristas”.
Es
hora de que el mundo despierte, enfrente a los hechos, y reconozca este
“método de operaciones ‘, y que entiendan que se desarrolló y se
utilizó por primera vez contra Alemania en la Primera Guerra Mundial, y
luego fue refinado y perfeccionado en la Segunda Guerra Mundial en una
forma de arte horrible, con las que siempre conducen a los borregos a
cumplir sus órdenes.
Publicado en 1940 por el diario Washington bajo los auspicios de la “Deutsche Informationsstelle”, por el Dr. Friedrich Stieve
Dr. Friedrich Stieve
[1]
Los enemigos de Alemania mantienen hasta hoy que Adolf Hitler es el más
grande perturbador de la paz conocido en la historia, que el -Hitler-
amenazo a cada nación con ataques súbitos y opresión, que creo una
terrible máquina de guerra para causar problemas y devastación a todo su
alrededor. Al mismo tiempo ellos ocultaron intencionalmente hechos muy
importantes: Ellos obligaron al líder Alemán a desenvainar la espada.
Ellos obligaron a Hitler a obtener por la fuerza, aquello que Hitler
había intentado ganar por persuasión en un principio: La seguridad de su
país. Ellos hicieron esto no solo al declararle la guerra en septiembre
de 1939, sino también al bloquear a cada paso durante 7 años el camino a
cualquier discusión pacífica.
Las repetidas
tentativas hechas por Adolf Hitler para inducir a los gobiernos de otros
estados a colaborar con él en la reconstrucción de Europa fue un patrón
constante que se repite en su conducta desde el inicio de sus labores
en el Reich alemán. Pero estos intentos fueron destruidos cada vez por
la razón del hecho de que en ninguna parte había ninguna disposición
para darles la debida consideración, ya que el espíritu maligno de la
Gran Guerra (1º Guerra Mundial) aún prevalecía en todas partes, ya que
en Londres y París y en las capitales de las potencias occidentales
había una intención fija: perpetuar el poder de Versalles.
Una rápida mirada a los acontecimientos más importantes aportara la prueba irrefutable de esta afirmación.
Cuando
Adolf Hitler llegó al primer plano, Alemania era tan amordazada y tan
impotente como los vencedores de 1918 querían que estuviera.
Completamente desarmada, con un ejército de sólo 100.000 hombres
destinados exclusivamente a la función policial en el país, Alemania se
encontró dentro de un anillo cerrado firmemente de vecinos todos armados
hasta los dientes y alineados entre sí. Para los antiguos enemigos de
Occidente, Gran Bretaña, Bélgica y Francia, nuevos fueron creados
artificialmente y añadidos en el este y en el sur: sobre todo Polonia y
Checoslovaquia. Una cuarta parte de la población de Alemania, fueron
arrancadas por la fuerza fuera de su país de origen y entregado a las
potencias extranjeras. El Reich, mutilado por todos lados y despojado de
todos sus medios de defensa, en cualquier momento podría convertirse en
la víctima indefensa de algún vecino rapaz.
Fue
entonces cuando Adolf Hitler por primera vez hizo su llamamiento al
sentido común de los otros poderes. El 17 de mayo de 1933, unos pocos
meses después de su nombramiento para el cargo de canciller del Reich
(Reichskanzler), pronunció un discurso en el Reichstag alemán, del que
extraemos los siguientes pasajes:
“Alemania
estará perfectamente lista para disolver todo su aparato militar y
destruir la pequeña cantidad de armas pendientes de ella, si los países
vecinos hacen lo mismo con la misma rigurosidad.
…
Alemania está enteramente dispuesta a renunciar a las armas de agresión
de todo tipo si las naciones armadas, por su parte, destruyen sus armas
de agresión dentro del plazo fijado, y si su uso está prohibido por una
convención internacional.
… Alemania es en
todo momento dispuesta a renunciar a las armas ofensivas si el resto del
mundo hace lo mismo. Alemania está dispuesta a aceptar cualquier pacto
solemne de no agresión porque ella no piensa en atacar a nadie, sino
sólo en la adquisición de seguridad.”
Hitler no recibió ninguna respuesta.
Sin
hacer caso, los demás continuaron llenando sus arsenales con armas, a
acumular sus reservas de explosivos, a aumentar el número de sus tropas.
Al mismo tiempo, la Sociedad de Naciones (predecesora de la ONU), el
instrumento de las potencias vencedoras, declaró que Alemania debe pasar
primero a través de un período de “prueba” antes de que sea posible
discutir con ella la cuestión del desarme de los otros países. El 14 de
octubre de 1933, Hitler se separó de la Sociedad de las Naciones, con la
cual era imposible llegar a algún acuerdo. Poco después, sin embargo,
el 18 de diciembre de 1933, Hitler se presentó con una nueva propuesta
para la mejora de las relaciones internacionales. Esta propuesta incluye
los siguientes seis puntos:
1. Alemania recibe una completa igualdad de derechos
2. Los estados completamente armados se comprometen entre sí a no aumentar sus armamentos más allá de su nivel actual.
3.
Alemania se adhiere a este acuerdo, comprometiéndose libremente a hacer
un uso moderado de la igualdad de derechos concedidos a ella mientras
no represente una amenaza para la seguridad de cualquier otra potencia
europea.
4. Todos los estados reconocen ciertas
obligaciones en relación con la realización de la guerra con principios
humanistas, o para la eliminación de ciertas armas para usar contra la
población civil.
5. Todos los Estados aceptan un control general uniforme para vigilar y asegurar el cumplimiento de estas obligaciones.
6.
Las naciones europeas garantizan mutuamente el mantenimiento
incondicional de la paz mediante la celebración de pactos de no
agresión, que debe renovarse después de diez años.
Seguidamente
a esto se hizo una propuesta para aumentar la fuerza del ejército
alemán a 300.000 hombres, lo que corresponde a la fuerza requerida por
Alemania “teniendo en cuenta la longitud de sus fronteras y el tamaño de
los ejércitos de sus vecinos”, con el fin de proteger su amenazado
territorio de cualquier ataque. El defensor del principio del acuerdo
pacífico trataba así de acomodarse a la falta de voluntad de los otros
para desarmarse al expresar el deseo de un aumento limitado de
armamentos para su propio país. Un intercambio de notas, a partir de
este y durante años, finalmente llegó a un repentino final con un
rotundo “no” de Francia. Este “no” fue, además, acompañado de un enorme
crecimiento en las fuerzas armadas de Francia, Gran Bretaña y Rusia.
De
este modo, la posición de Alemania empeoro mucho más que antes. El
peligro para el Reich era tan grande que Adolf Hitler se sintió obligado
a actuar. El 16 de marzo de 1935, volvió a introducir el servicio
militar obligatorio. Sin embargo, en relación directa con esta medida,
una vez más anunció una oferta de acuerdos de una extensa naturaleza, el
propósito era para asegurar que en caso de cualquier guerra futura se
realizaría en principios humanitarios, de hecho, para hacer una guerra
prácticamente imposible mediante la eliminación de armamentos
destructivos. En su discurso del 21 de mayo de 1935, declaró:
“El
Gobierno alemán está dispuesto a participar activamente en todas las
actividades que puedan conducir a una limitación práctica de armamentos.
Considera que un retorno a la antigua idea de la Convención de la Cruz
Roja de Ginebra como la única forma posible de lograrlo. Considera que
en un primer momento sólo habrá la posibilidad de una supresión gradual y
la proscripción de las armas y métodos de guerra que son esencialmente
contrarios a la Convención de la Cruz Roja de Ginebra que todavía es
válida.
Así como el uso de balas dumdum, fueron
una vez prohibidas y, en general, ello se le impide, en la práctica,
por lo que el uso de otras armas definidas deben ser prohibidas y
evitadas. Aquí, el Gobierno alemán tiene en cuenta todas esas armas que
traen muerte y destrucción no solo a los soldados que luchan, sino
también a las mujeres y niños no combatientes.
El
Gobierno alemán considera como errónea e ineficaz la idea de acabar con
los aviones dejando la cuestión del bombardeo abierto. Pero se cree que
es posible que proscriba el uso de ciertas armas como contrarias al
derecho internacional y para excomulgar a aquellos países que aún las
utilizan de la comunidad de la humanidad, sus derechos y sus leyes.
Asimismo,
considera que el progreso gradual es el mejor camino hacia el éxito.
Por ejemplo, podría prohibirse el lanzamiento de gas, bombas
incendiarias y explosivas fuera de la zona de batalla real. Esta
limitación podría luego ampliarse a nivel internacional y prohibirse en
todos los bombardeos. Sin embargo, siempre y cuando se permita el
bombardeo como tal, cualquier limitación del número de aviones de
bombardeo es cuestionable en vista de la posibilidad de sustitución
rápida.
Si tal tipo de bombardeo, como este,
fuera marcado como una barbarie contraria al derecho internacional, la
construcción de aviones de bombardeo pronto seria abandonada como
superflua y sin efecto. Si, a través del Convenio de la Cruz Roja de
Ginebra, en efecto resultó posible para evitar la muerte de un hombre
herido o prisionero, debería ser igualmente posible de prohibir, por un
convenio análogo, y, finalmente, detener el bombardeo de poblaciones
civiles indefensas por igual.
De una manera tan
fundamental de abordar el problema, Alemania ve una mayor tranquilidad y
seguridad para las naciones que en todos los pactos de los convenios de
asistencia y militares.
El Gobierno alemán
está listo para aceptar cualquier limitación que conduzca a la abolición
de las armas más pesadas, especialmente ajustadas para la agresión.
Tales son, en primer lugar, la artillería pesada, y, en segundo lugar,
los tanques pesados. En vista de las enormes fortificaciones en la
frontera francesa, dicha abolición internacional de las armas pesadas de
ataque daría a Francia ipso facto 100 por ciento de seguridad.
Alemania
se declara lista a aceptar cualquier limitación del calibre-fortaleza
de artillería, acorazados, cruceros y lanchas torpederas. De la misma
manera, el Gobierno alemán está listo a aceptar cualquier limitación
internacional del tamaño de los buques de guerra. Y por último está
listo a aceptar la limitación de tonelaje para los submarinos, o para su
abolición total en caso de acuerdo internacional.
Y
-Alemania- da la garantía, que estará de acuerdo con cualquier
limitación internacional o la abolición de las armas de cualquier tipo
durante un espacio de tiempo uniforme.”
Esta
vez de nuevo las declaraciones de Hitler no encontraron la más mínima
respuesta. Por el contrario, Francia se alió con Rusia a fin de aumentar
su influencia preponderante en el continente aún más, y aumentar en un
gigantesco la presión sobre Alemania del Este.
En
vista de las evidentes intenciones destructivas de sus oponentes, Adolf
Hitler se vio obligado a adoptar nuevas medidas para garantizar la
seguridad del Reich alemán. El 3 de marzo de 1936, ocupó Rhineland, que
había estado sin protección militar desde Versalles, y así cerró la
ancha puerta a través de la cual el vecino occidental podría llevar a
cabo una invasión. Una vez más, dio el paso defensivo que se había visto
obligado a tomar con un llamamiento a la reconciliación liberal en
general y para la solución de todas las diferencias. El 31 de marzo de
1936, el –Hitler- formuló el siguiente plan de paz:
“1.
A fin de dar a los futuros acuerdos que fijan la paz de Europa el
carácter de tratados inviolables, las naciones participantes en las
negociaciones, lo hacen sólo en condiciones de plena igualdad y los
miembros igualmente apreciados. La única razón de peso para la firma de
estos tratados puede sólo estar en la viabilidad de estos acuerdos
generalmente reconocidos y evidentes para la paz de Europa, y por lo
tanto para la felicidad social y la prosperidad económica de las
naciones.
2. Con el fin de acortar en el
interés económico de las naciones europeas el periodo de incertidumbre,
el Gobierno alemán propone un límite de cuatro meses para el primer
período hasta la firma de los pactos de no agresión para garantizar la
paz en Europa.
3. El Gobierno alemán da la
seguridad de no añadir ningún refuerzo de ningún tipo a las tropas en
Rhineland durante este período, siempre a condición de que los Gobiernos
de Bélgica y Francia actúen de la misma manera.
4.
El Gobierno alemán da la seguridad de que no moverán las tropas
estacionadas en la actualidad en Rhineland más cerca de las fronteras de
Bélgica y Francia durante este período.
5. El
Gobierno alemán propone la creación de una comisión integrada por las
dos potencias garantes, Gran Bretaña e Italia, y una tercera potencia
neutral desinteresada, para garantizar esta seguridad que debe darse por
ambas partes.
6. Alemania, Bélgica y Francia,
tienen cada uno el derecho a enviar un representante a esta Comisión. Si
Alemania, Francia o Bélgica piensan que por alguna razón en particular
pueden señalar a un cambio en la situación militar que ha tenido lugar
dentro de este período de cuatro meses, tienen el derecho de informar a
la Comisión de Garantías de sus observaciones.
7.
Alemania, Bélgica y Francia declaran su voluntad en tal caso, de
permitir que esta Comisión haga las investigaciones necesarias a través
de los militares británicos e italianos adjuntos, y de informe al
respecto a las potencias participantes.
8.
Alemania, Bélgica y Francia dan la seguridad de que van a otorgar la
mayor consideración a las excepciones derivadas de las mismas.
9.
Por otra parte, el Gobierno alemán está dispuesto sobre una base de
reciprocidad completa con sus dos vecinos del oeste de Alemania, de
acordar a cualquier limitación militar en la frontera occidental
alemana.
10. Alemania, Bélgica y Francia, y las
dos potencias garantes convienen en entablar negociaciones bajo el
liderazgo del Gobierno británico de inmediato, o a más tardar, después
de las elecciones francesas, para la conclusión de un pacto de
no-agresión o de seguridad de 25 años entre Francia y Bélgica, por un
lado, y Alemania por el otro.
11. Alemania está de acuerdo en que el Reino Unido e Italia firmarán el pacto de seguridad como potencias garantes, una vez más.
12.
En caso de contratos especiales para prestar asistencia militar que
surjan como resultado de estos acuerdos de seguridad, Alemania, por su
parte declara su voluntad de participar en tales compromisos.
13.
El Gobierno alemán por lo tanto reitera su propuesta para la
celebración de un pacto de aire para complementar y consolidar los
acuerdos de seguridad.
14. Los Gobierno Alemán
reitera que si los Países Bajos si así lo desean, están dispuesto a
incluir ese país también en este acuerdo de seguridad de Europa
occidental.
15. Para estampar esta pacto de
paz, al que entraron voluntariamente Alemania y Francia, como la
conclusión de reconciliación de una disputa de siglos de antigüedad,
Alemania y Francia se comprometen a tomar medidas para que en la
educación de los jóvenes, así como en la prensa y las publicaciones de
ambas naciones, se evitará todo lo que pueda ser dañino para las
relaciones entre los dos pueblos, sea que se trate de una actitud
despreciativa o desdeñosa o injerencia indebida en los asuntos internos
del otro país. Están de acuerdo en establecer, en la sede de la Liga de
las Naciones en Ginebra, una comisión mixta cuya función consiste en
presentar todas las quejas recibidas antes de los dos Gobiernos para la
información y la investigación.
16. En
cumplimiento de su intención de dar a este acuerdo un carácter de una
promesa sagrada, Alemania y Francia se comprometen a ratificarlo por
medio de un plebiscito de las dos naciones.
17.
Alemania expresa su voluntad, por su parte, de establecer contacto con
los Estados sobre sus fronteras al sur-este y noreste, con el fin de
invitar directamente a la conclusión de los pactos de no agresión ya
propuestos.
18. Alemania expresa su voluntad de
volver a entrar en la Sociedad de Naciones, ya sea a la vez, o después
de la celebración de estos acuerdos. Al mismo tiempo, el Gobierno alemán
manifiesta de nuevo como su esperanza de que, después de un plazo
razonable y por el método de negociaciones amistosas, la cuestión de la
igualdad de los derechos coloniales y el de la separación del Pacto de
la Sociedad de Naciones desde sus cimientos en el Tratado de Versalles
será aclarado.
19. Alemania propone la creación
de un Tribunal Internacional de Arbitraje, la cual será responsable de
la observancia de los diferentes acuerdos celebrados, y cuyas decisiones
serán vinculantes para todas las partes.
Después
de la conclusión de esta gran obra de asegurar la paz en Europa, el
Gobierno alemán considera que es necesario y urgente tratar con medidas
prácticas para poner fin a la competencia sin límites en materia de
armamentos. En su opinión, esto significaría no sólo una mejora de la
situación financiera y económica de las naciones, sino sobre todo una
disminución de la tensión psicológica.
El
Gobierno alemán, sin embargo, no tiene fe en el intento de lograr
acuerdos universales, ya que esto estaría condenado al fracaso desde el
principio, y por lo tanto sólo podrá proponerse por aquellos que no
tienen ningún interés en el logro de resultados prácticos. Por otra
parte, es de la opinión de que las negociaciones llevadas a cabo y los
resultados obtenidos en la limitación de los armamentos navales deben
tener un efecto instructivo y estimulante.
Por tanto, el Gobierno alemán propone que las futuras conferencias tendrán un objetivo claramente definido.
Por
el momento, -Alemania- cree que la tarea más importante es llevar la
guerra aérea a una atmósfera moral y humana a la protección de los no
combatientes o heridos por la Convención de Ginebra. Al igual que la
matanza de indefensos heridos o prisioneros, o el uso de balas dum-dum o
la conducción de la guerra submarina sin previo aviso, que han sido o
prohibidas o reguladas por los convenios internacionales, por lo que
debe ser posible para la humanidad civilizada el prevenir el abuso sin
sentido de cualquier nuevo tipo de arma, sin que sean contrarias al
objeto de la guerra.
Por tanto, el Gobierno alemán formula la propuesta de que las tareas prácticas inmediatas de esta conferencia serán:
1. Prohibición del bombardeo de gas, veneno, o bombas incendiarias.
2.
Prohibición del lanzamiento bombas de cualquier tipo en las ciudades y
pueblos abiertos fuera del rango de la media artillería pesada de los
frentes de combate.
3. Prohibición del
bombardeo con armas de fuego de largo alcance de las ciudades a más de
20 kilómetros de distancia de la zona de batalla.
4. Abolición y prohibición de la construcción de tanques de tipo pesado.
5. Abolición y prohibición de la artillería de los calibres más pesados.
Tan
pronto como las posibilidades para una mayor limitación de armamentos
surjan de tales discusiones y acuerdos, deben ser utilizados.
El
Gobierno alemán considera que si incluso un primer paso se hace en el
camino hacia el desarme, esto será de enorme importancia para las
relaciones entre las naciones, y para la recuperación de la confianza,
el comercio y la prosperidad.
De acuerdo con el
deseo general de la restauración de las condiciones económicas
favorables, el Gobierno alemán se prepara inmediatamente después de la
conclusión de los tratados políticos para llegar a un intercambio de
opiniones sobre los problemas económicos con los demás países
interesados, en el espíritu de las propuestas presentadas, y de hacer
todo lo que está a su alcance para mejorar la situación económica en
Europa, y la situación económica mundial, que está estrechamente ligada a
ella.
El Gobierno alemán considera que el plan
de paz propuesto por encima de ella ha hecho su contribución a la
reconstrucción de una nueva Europa sobre la base del respeto mutuo y la
confianza entre los Estados soberanos. Muchas oportunidades para tal
pacificación de Europa, por la que Alemania tan a menudo en los últimos
años ha hecho sus propuestas, se han descuidado. Que este intento de
lograr la comprensión europea tenga éxito por fin.
El
Gobierno alemán cree con seguridad que ha abierto el camino en esta
dirección mediante la presentación del plan de paz ya indicado.”
Cualquiera
que hoy lea este exhaustivo plan de paz global se dará cuenta en la
dirección que el desarrollo de Europa, de acuerdo con los deseos de
Adolf Hitler, realmente debería haber procedido. Aquí estaba la
posibilidad de un trabajo verdaderamente constructivo, esto podría haber
sido un punto de inflexión real para el bienestar de todas las
naciones. Pero una vez más el único que llamo a la paz no fue escuchado.
Sólo Gran Bretaña respondió con un cuestionario más desdeñoso que evitó
cualquier consideración seria de los puntos esenciales que se
planteaban. Dicho sea de paso, sin embargo, ella –Gran Bretaña- reveló
sus verdaderas intenciones al posicionarse a sí misma como la protectora
de Francia y al imponer y comenzar las conversaciones del personal
militar regular con la República Francesa al igual que en el período
anterior a la Gran Guerra -1º Guerra Mundial-.
Ya
no puede haber ninguna duda ahora que las potencias occidentales
estaban siguiendo el antiguo camino hacia un conflicto armado y que
preparan de manera constante un nuevo golpe contra Alemania, a pesar de
los pensamientos y esfuerzos enteros de Adolf Hitler se orientaron a
probar que él quiso permanecer en los mejores términos posibles con
ellos. En el curso de los años que había llevado a cabo numerosas
medidas en esta dirección, de las cuales se hará referencia a algunas
más aquí. Él –Hitler- negoció el Acuerdo Naval del 18 de junio 1935 con
Gran Bretaña, que tenía previsto que la marina de guerra alemana sólo
debería tener una fuerza del 35% en comparación con la de la Armada
británica. Con esto el –Hitler- quería demostrar que el Reich, para usar
sus propias palabras, tenía “ni la intención ni los medios, ni tampoco
era necesario” de entrar en cualquier rivalidad en cuanto a poder naval,
como había tenido tan fatídica influencia en su relaciones con Gran
Bretaña en los días bien recordados antes de la Gran Guerra.
Hitler
aseguró a Francia en cada posible ocasión de su deseo de vivir en paz
con ella. Renunció repetidamente en términos claros cualquier pretensión
al Alsacia-Lorena. En el regreso al Reich del territorio del Sarre como
el resultado del plebiscito, Hitler declaró el 1 de marzo 1935:
“Es
nuestra esperanza que a través de este acto de indemnización justa, en
la que vemos un retorno a la razón natural, las relaciones entre
Alemania y Francia han mejorado de forma permanente. Tanto como nosotros
deseamos la paz, debemos esperar que nuestro gran vecino está listo y
dispuesto a buscar la paz con nosotros. Debe ser posible para dos
grandes pueblos el unirse y colaborar en oposición a las dificultades
que amenazan con abrumar a Europa.”
Hitler
incluso trató de llegar a un mejor entendimiento con Polonia, el aliado
oriental de las potencias occidentales, a pesar de que este país había
incorporado ilegalmente millones de alemanes en 1919 y los había
sometido a la peor opresión desde entonces. El 26 de enero de 1934,
Hitler concluyó un pacto de no-agresión con ella en la que los dos
gobiernos acordaron “a resolver directamente todas las cuestiones de
cualquier clase que corresponda a sus relaciones recíprocas.”
Así,
en todos los lados se opuso a que el enemigo planee su determinación de
preservar la paz y se esforzó por proteger a Alemania de esta manera.
Sin embargo, cuando vio que Londres y París se estaban armando para el
ataque, Hitler se vio una vez más obligado a adoptar nuevas medidas de
defensa. El campo enemigo, como hemos visto anteriormente, se había
ampliado enormemente gracias a la alianza entre Francia y Rusia. Además
de esto, las dos potencias se habían asegurado una línea de comunicación
con el sur del Reich a través de Checoslovaquia tras haber concluido un
tratado con Rusia, que la puso en la posición de un puente entre el
este y el oeste. Checoslovaquia, sin embargo, tenía el control del país
de alta altitud de Bohemia y Moravia, que Bismarck había llamado la
ciudadela de Europa, y esta ciudadela se proyectaba bastante dentro del
territorio alemán. La amenaza a Alemania, por lo tanto asumió
proporciones verdaderamente irresistibles.
El
genio de Adolf Hitler encontró la manera de lidiar con este peligro. Las
condiciones en la Austria alemana, que bajo el terror del Gobierno de
Schuschnigg se encaminaba a la guerra civil, le ofrecieron la
oportunidad de intervenir para salvar la situación, y para llevar de
vuelta al Reich la nación hermana al sur-este que había sido condenada
por los poderes vencedores para llevar la vida de un “Estado Libre”
decadente y sin esperanzas. Después de que él se había establecido cerca
de la línea de comunicación entre Francia y Rusia mencionada
anteriormente, un proceso de disolución se produjo en el Estado mixto de
Checoslovaquia, que había sido creado artificialmente del conjunto de
los más diversos elementos nacionales, hasta después de la liberación de
Sudetenland y la secesión de Eslovaquia, los checos por si mismos
pidieron la protección del Reich alemán. Con este puente del enemigo que
entró en posesión de Adolf Hitler, y al mismo tiempo fue posible una
conexión directa con Italia, cuya amistad se había asegurado hace algún
tiempo.
Mientras que él estaba ganando este
éxito estratégico para la seguridad de su país, Adolf Hitler fue
nuevamente tratando con gran afán de llegar a un entendimiento pacífico
con las potencias occidentales. En Múnich directamente después de la
liberación de los alemanes Sudetes, aprobada por Gran Bretaña, Francia e
Italia, Hitler hizo un acuerdo con el primer ministro británico,
Neville Chamberlain, cuyo texto era el siguiente:
“Hemos
tenido una reunión hoy y estamos de acuerdo en reconocer que la
cuestión de las relaciones anglo-alemanas es de primera importancia para
los dos países y para Europa.
Consideramos que
el acuerdo firmado ayer por la noche y el Acuerdo Naval Anglo-Alemán
como símbolo del deseo de nuestros dos pueblos de no ir a la guerra unos
con otros de nuevo.
Estamos decididos que el
método de la consulta será el método adoptado para hacer frente a
cualquier otra cuestión que puedan referirse, nuestros dos países, y
estamos decididos a continuar con nuestros esfuerzos para eliminar las
posibles fuentes de diferencia y contribuir así a asegurar la paz en
Europa.”
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