“Tú no eres…una ladrona, tu no eres…una ladrona”, le
gritaron hace un par de días, durante su último concierto, miles de
fans a la Pantoja. Podríamos pensar que es un hecho aislado de retraso
mental en un grupo de españoles, gente ciega de mitomanía que está
dispuesta a morir por su idolatrada, aunque ésta pretenda robarles y
masacrarles, pero no, no es un caso aislado, ese grupo es un ejemplo
claro de lo que es el conjunto de la retrasada ciudadanía española.
Tenemos incrustada en la sangre la cultura del pícaro desde tiempos
ancestrales y premiamos al “listo” que va por la vida jodiendo a los
demás. “Ella no es culpable de nada, tan sólo de enamorarse”, decía
una fiel seguidora. Como si el amor (interesado o no) le perdonase
haber desfalcado, junto a su esperpéntico novio, las arcas del pueblo de
Marbella. Vamos, que todos sus últimos inmuebles adquiridos los pagó
con billetes de amor. Pues sí que tiene que ser raro, para algunos, eso
del amor, porque adorar a la hipócrita llorona tiene un pase, pero
¿quién es el gilipollas que le sigue votando al Fabra por amor? Manda
cojones, como diría el gran extorsionador de los jueces. ¡Vaya mierda de
País!
Somos idiotas, retrasados mentales. Nos roban en las narices, ostentan del producto de su codicia sin pudor, arruinan nuestras instituciones y, de paso, nuestra economía familiar, nos llevan a la ruina social y, en muchos casos, a la moral y les seguimos amando. Perdonando a la choriza cantante y votando, una y otra vez, a los abyectos delincuentes que nos gobiernan y roban desde nuestras propias instituciones. ¿Y después nos quejamos de lo que nos pasa y echamos la culpa de todo a los alemanes? Si nuestro país fuera Alemania, la mayoría de nuestros políticos estarían en la cárcel. Deberíamos aprender de ellos, en vez de criticarlos. Ellos eran un país en ruina –literalmente- hace poco más de 50 años y a nosotros nos han bastado 35 para derruir con nuestras propias manos (y votos) el paraíso democrático. Ellos, en poco más de medio siglo han alcanzado un nivel cultural más que aceptable y, nosotros, a pesar de esa “maravillosa” educación que defendemos, somos cada vez más los pseudoanalfabetos, llegando en muchos casos a la universidad sin saber escribir o expresarse correctamente y sin saber siquiera pensar. ¿Qué futuro podemos esperar de una mayoría de burros sin bozal? Seguirán votando ciegos a quién les vendan en pantalla, aunque nos muestre su Ferrari comprado con la tarjeta del banco suizo donde guarda los millones de euros robados al erario público. Es más, posiblemente, la chulería del Ferrari, unida a su altanería de chorizo impune, le otorgará más votos de tanto imbécil. ¡Vaya mierda de país!
No sé cuándo se arreglará esto, no sé siquiera si seremos
capaces de arreglarlo, pero si ocurre el milagro y los conseguimos sin
sangre, deberíamos aprender de la experiencia y no cegarnos nuevamente
con el crecimiento de la economía. Pienso que nuestra prioridad debiera
ser la de culturizar al pueblo, de modo que éste llegue a ser capaz de
pensar por sí mismo. Deberíamos olvidarnos de una puñetera vez de luchas
en pro de la evangelización ideológica, de la ciega fe dogmática del
partido que ostenta el turno del gobierno, de los decretos por cojones, y
comenzar, seriamente, a educar al pueblo en el pensamiento libre, en el
ejercicio democrático y en la acumulación de los indispensables
conocimientos que necesitamos para poder desarrollar una mente lógica y
llena de sentido común. Porque este país y su ciudadanía, así, cómo
están, no es más que una inmensa cagada que apesta y avergüenza al
mundo. Mientras el nivel cultural de este país siga naufragado en el
barro y los excrementos no tendremos solución, seguiremos teniendo
políticos corruptos, incluso condenados, gobernando en nuestras
instituciones, seguiremos votándoles fanáticamente por amor (interesado o
no). Chorizos y folclore, que no es un tópico, es nuestra puta
realidad. ¡Vaya mierda de país!
Somos idiotas, retrasados mentales. Nos roban en las narices, ostentan del producto de su codicia sin pudor, arruinan nuestras instituciones y, de paso, nuestra economía familiar, nos llevan a la ruina social y, en muchos casos, a la moral y les seguimos amando. Perdonando a la choriza cantante y votando, una y otra vez, a los abyectos delincuentes que nos gobiernan y roban desde nuestras propias instituciones. ¿Y después nos quejamos de lo que nos pasa y echamos la culpa de todo a los alemanes? Si nuestro país fuera Alemania, la mayoría de nuestros políticos estarían en la cárcel. Deberíamos aprender de ellos, en vez de criticarlos. Ellos eran un país en ruina –literalmente- hace poco más de 50 años y a nosotros nos han bastado 35 para derruir con nuestras propias manos (y votos) el paraíso democrático. Ellos, en poco más de medio siglo han alcanzado un nivel cultural más que aceptable y, nosotros, a pesar de esa “maravillosa” educación que defendemos, somos cada vez más los pseudoanalfabetos, llegando en muchos casos a la universidad sin saber escribir o expresarse correctamente y sin saber siquiera pensar. ¿Qué futuro podemos esperar de una mayoría de burros sin bozal? Seguirán votando ciegos a quién les vendan en pantalla, aunque nos muestre su Ferrari comprado con la tarjeta del banco suizo donde guarda los millones de euros robados al erario público. Es más, posiblemente, la chulería del Ferrari, unida a su altanería de chorizo impune, le otorgará más votos de tanto imbécil. ¡Vaya mierda de país!
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