Publicado en el periódico Jaque Mate, editado por Rafael Palacios.
El polémico –y falso– ‘Diario de Anna Frank’
Estudiada
en los colegios de medio mundo como la autobiografía de una niña judía
recluida en su casa de Ámsterdam para evitar ser capturada por los
nazis, la veracidad de El diario de Ana Frank se enfrenta a una serie de
evidencias imposibles de rebatir.
En 1959, una publicación sueca pone en
duda la veracidad del relato en una serie de artículos que serían
reproducidos por la revista americana Economic Council Setter del 15 de
abril de ese mismo año. Unos años antes, el 2 de octubre de 1955, el
diario New York Times hablaba de que en el diario original había
“aproximadamente 150 inscripciones propias de una jovencita (“mamita me
trata a veces como un bebé, lo que no puedo soportar”) con pocas
referencias políticas. Sin embargo, el diario que se publicó contiene
293 páginas, plagadas de referencias políticas que presuponen un
conocimiento de la historia impropio de una niña y con un estilo más
propio de un adulto.
El propio padre de la niña, Otto Frank,
reconoció que el relato que publicó se había filtrado previamente de las
referencias criticas a la madre (propias de una niña) y que al menos
tres personas lo habían corregido: la escritora judía Anneliese Schütz,
Isa Cauven y, por fin y sobre todo, el periodista holandés Albert
Cauven. El propio semanario oficialista alemán, Der Spiegel, reconoció:
“el diario en su conjunto no es auténtico y aquello que ha hecho
emocionar al mundo, no proviene enteramente de la mano de Anna Frank. En
la edición, el diario ha sido transformado por numerosas
manipulaciones…”
La investigación oficial llevada a cabo
por la Dra. Hübner deduce que el diario publicado está compuesto de 177
capítulos (cartas), que proceden de cuatro diferentes fuentes: cuatro
del diario original, cinco de un libro de relatos, 69 de dos diarios,
que la Dra. Hübner define como primera elaboración del Diario y 99
procedentes de hojas sueltas, que la investigadora define como segunda
elaboración del Diario.
La prueba definitiva de la falsedad del
diario que contribuyó a crear el holocausto en el imaginario colectivo,
es el pleito en el que se enzarzaron el escritor judío norteamericano
Meyer Levin y el padre de Ana Frank, Otto, por los “derechos de autor de
la obra, El diario de Ana Frank”. El juicio transcurrió entre 1956 y
1958 ante el County Court House de la ciudad de Nueva York, obteniendo
el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank
a abonarle una indemnización de 50.000 dólares de la época por “fraude,
violación de contrato y uso ilícito de ideas”. El pleito, que se
arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés,
versaba sobre la dramatización escenográfica y venta del diario. El juez
era el también judío Samuel L. Coleman, quien dictaminó en la sentencia
que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el diario
de Anne Frank”.
Entre la numerosa correspondencia privada
de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba
de las partes, surge la grave presunción juris tantum de que el diario
“es substancialmente una falsificación”, y que el autor material de esa
falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin. Levin, en legítima
defensa de sus derechos de autor, además de demandar al Sr. Frank por
cuatro millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito
“para el fin que tenía que cumplir…”, pleiteó igualmente contra el
productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película –del mismo
título que la obra– aparecen también escenas escritas por él, no estaban
contenidas en el diario original.
Pero no acaba aquí todo, la prueba
definitiva de la falsedad del diario de Anna Frank es que en él había
tinta de bolígrafo como lo determinaron unos expertos que acudieron
expresamente a Suiza para comprobar el manuscrito original. Según estos,
parte de los diarios habían sido escritos con bolígrafo –inventado en
1949 y cuya aparición en el mercado data como temprano de 1951– algo
imposible al haber fallecido Anne Frank de tifus en 1945. Dos ciudadanos
alemanes, Edgar Geiss y Ernst Roemer, pusieron públicamente en duda,
una vez más, la autenticidad del famoso diario. Ante ello, el Tribunal
del Distrito de Hamburgo encargó a la Oficina Federal Criminal Alemana
(BKA) un examen de los textos para determinar científicamente si la
escritura de éstos se había llevado a cabo durante los años 1941 a 1944,
basándose en los análisis del papel y la escritura del manuscrito
original. Este análisis químico y técnico fue llevado a cabo en abril de
1981, bajo la dirección del Doctor Werner. El español Pedro Varela pasó
cinco años en la cárcel por defender todas las evidencias expuestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario