La Constitución española de 1978 fue la culminación de los pactos secretos entre el gobierno de la dictadura y los líderes de la oposición clandestina. La reforma de la Monarquía franquista, consistió en transformar el sistema de poder dictatorial en una oligarquía de partidos, que financiados por el Estado los perpetua como órganos del Estado. El poder continua siendo tan incontrolable como en la dictadura.
El consenso constitucional soldó su traición a la democracia con el sistema electoral proporcional de listas de partido, dejando a la Sociedad civil sin representación política y al poder político sin control de su corrupción. Los jefes de cada partido rellenan las listas de diputados, estos sólo actúan, votan y representan a su jefe.
La Constitución prohíbe al poder legislativo que acuerde leyes por mandato imperativo. Y ni una sola ley ha sido votada sin mandato imperativo de los aparatos de los partidos políticos a todos los diputados. Todas las leyes promulgadas desde que entró en vigor la Constitución son de hecho inconstitucionales, todas ellas podrían ser declaradas nulas.
En este régimen de partidos, no existe representación de la Sociedad. Sin separación de los poderes estatales no hay democracia. El poder se concentra en el jefe del partido gobernante, él nombra y dispone los tres poderes del Estado; el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
La fusión de intereses oligárquicos, entre capital financiero especulativo, partidos y sindicatos estatales y sus medios de mentiras y propaganda, ha causado una crisis económica de cifras aterradoras, que no resuelven sin bancarrota estatal, miseria social y la ruina de futuras generaciones.
Las razones del fracaso moral, político y cultural del Estado de partidos son congénitas e institucionales. Las causas son; ausencia de libertad política colectiva y falta de representación de la Sociedad ante el Estado. La libertad política está secuestrada por los partidos estatales, únicos agentes y gestores del monopolio político de la representación (de sí mismos), comportada por el sistema proporcional de listas de partido”.
Esto No Es Democracia, denunciamos, frente a la gran mentira arraigada en todo un pueblo que confunde las libertades civiles de que goza con la libertad política de la que carece. La corrupción, el crimen de Estado y la inmoralidad pública son los frutos naturales e inevitables del régimen oligárquico de las Monarquías o Repúblicas de partidos.
Dos conceptos, democracia política y democracia social se confunden. Uno es regla formal para el juego político, y otro es criterio de justicia social. Importa saber, que la regla constituye el juego antes de comenzar la competición, mientras que el criterio de justicia social, depende de la ideología de los vencedores en el juego.
La Constitución española de 1978 fue la culminación de los pactos secretos entre el gobierno de la dictadura y los líderes de la oposición clandestina. La reforma de la Monarquía franquista, consistió en transformar el sistema de poder dictatorial en una oligarquía de partidos, que financiados por el Estado los perpetua como órganos del Estado. El poder continua siendo tan incontrolable como en la dictadura.
El consenso constitucional soldó su traición a la democracia con el sistema electoral proporcional de listas de partido, dejando a la Sociedad civil sin representación política y al poder político sin control de su corrupción. Los jefes de cada partido rellenan las listas de diputados, estos sólo actúan, votan y representan a su jefe.
La Constitución prohíbe al poder legislativo que acuerde leyes por mandato imperativo. Y ni una sola ley ha sido votada sin mandato imperativo de los aparatos de los partidos políticos a todos los diputados. Todas las leyes promulgadas desde que entró en vigor la Constitución son de hecho inconstitucionales, todas ellas podrían ser declaradas nulas.
En este régimen de partidos, no existe representación de la Sociedad. Sin separación de los poderes estatales no hay democracia. El poder se concentra en el jefe del partido gobernante, él nombra y dispone los tres poderes del Estado; el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
La fusión de intereses oligárquicos, entre capital financiero especulativo, partidos y sindicatos estatales y sus medios de mentiras y propaganda, ha causado una crisis económica de cifras aterradoras, que no resuelven sin bancarrota estatal, miseria social y la ruina de futuras generaciones.
Las razones del fracaso moral, político y cultural del Estado de partidos son congénitas e institucionales. Las causas son; ausencia de libertad política colectiva y falta de representación de la Sociedad ante el Estado. La libertad política está secuestrada por los partidos estatales, únicos agentes y gestores del monopolio político de la representación (de sí mismos), comportada por el sistema proporcional de listas de partido”.
Esto No Es Democracia, denunciamos, frente a la gran mentira arraigada en todo un pueblo que confunde las libertades civiles de que goza con la libertad política de la que carece. La corrupción, el crimen de Estado y la inmoralidad pública son los frutos naturales e inevitables del régimen oligárquico de las Monarquías o Repúblicas de partidos.
Dos conceptos, democracia política y democracia social se confunden. Uno es regla formal para el juego político, y otro es criterio de justicia social. Importa saber, que la regla constituye el juego antes de comenzar la competición, mientras que el criterio de justicia social, depende de la ideología de los vencedores en el juego.
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