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jueves, 12 de abril de 2012

Confesiones de la brasileña de Milady Palace: “No necesité acostarme con ellos para saber que eran coliblancos”



Una prostituta del club de alterne marbellí que frecuentaban algunos de los implicados en la trama de facturas falsas del Consistorio baenense desvela en exclusiva para El Semanario cómo eran las fiestas que se corrían los funcionarios municipales

La voz de los tontitos
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Lo que más les gustaba era tomar un jacuzzi rodeados de chicas y tapear jamón de pata negra con champán. Siempre venían juntos y pedían lo mismo. Solían decir a las compañeras: “No importa lo que cueste, pero averiguanos un platito de jamón del ‘güeno para ir entrando en faena’”.

Quien habla así es una de las prostitutas del club de alterne marbellí Milady Palace, donde supuestamente acudían con frecuencia algunos de los implicados en la trama de facturas falsas del Ayuntamiento de Baena. Ahora, M.G., una exhuberante mulata suramericana, “la favorita de los de Baena”, según sus propias palabras, desvela para El Semanario todos los pormenores de un lujurioso enredo que aún está siendo investigado en los tribunales.

“Ellos se sentían como en casa cuando venían al club. Conocían a todas las chicas y la saludaban siempre dándoles pellizcos en el culo. La verdad es que se llevaban bien con todo el mundo. Además, a veces, les daba por invitar a copas a todos los clientes. Decían: “estáis ‘tos’ ‘convidaos’ que esto lo paga el pueblo de Baena””, recuerda esta joven.

Tal era su carisma en el ‘puticlub’, que todas las chicas se disputaban ofrecerles sus servicios. Pero, según parece, al margen de dar buenas propinas y pellizcos en las nalgas, lo cierto es que daban más bien poco juego en la cama. “Los del Ayuntamiento de Baena eran de esos que dicen que la tienen pequeña pero juguetona. Por eso, no necesité acostarme con ellos para saber que eran coliblancos”, recueda esta meretriz.

Pero las cosas no han vuelto a ser igual en el Milady Palace desde que el caso trascendió a la opinión pública. “Todas las chicas nos solidarizamos con ellos, porque siempre dejaban propina. Ahora nos sentimos muy apenadas porque seguramente ya no vuelvan”. Y es que, a falta de una ración de bromuro para calmar los instintos más primarios, nada como un buen juicio para disuadir las ganas de sexo.



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