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domingo, 18 de septiembre de 2011

11-S, EL GRAN EMBUSTE



Carlos Cordero

Dentro de un siglo y quizá menos, si la Humanidad todavía no se ha
autodestruido, la Historia tendrá registrado los acontecimientos del
11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos como la mentira política y
mediática más sorprendente con que el gran capitalismo internacional
inició una ola de violencia y terrorismo masivo contra los pueblos del
mundo. Y que el objetivo principal de esos malvados y tenebrosos
acontecimientos era preparar el terreno para terminar de imponer, a
nivel planetario, el dominio total de los gigantescos intereses de las
corporaciones transnacionales y los bancos de Estados Unidos y Europa
Occidental. Es decir, aplastar a los pueblos con este sistema
depredador, inhumano, genocida, anti ambiental, explotador e injusto,
entre tantos otros aspectos negativos que son su característica.
Además de terminar con la libertad política y económica de los
ciudadanos.
Los futuros historiadores se preguntarán cómo pudo suceder. Y en sus
indagatorias hallarán los siguientes motivos.
Primero, que los actos terroristas perpetrados por el Gobierno
Republicano de George Bush Jr. contra el pueblo de Estados Unidos se
venían preparando desde casi una década atrás cuando, con el indudable
respaldo de la Central de Inteligencia (CIA), se publicó y promovió
mundialmente el libro “Guerra de Civilizaciones” (1993), de un tal
Samuel Huntington, cuyo propósito fue realizar un auténtico lavado de
cerebro masivo para convencer a los académicos, políticos e
“intelectuales” de que el islamismo constituía una amenaza para las
supuestas libertades de Occidente. Y que el supuesto “mundo libre”,
encabezado por Estados Unidos y Europa, tenía que “confrontar” esa
amenaza y “derrotarla”.
Segundo, que durante varios años a partir de ese “exitoso
mamotreto” (semejante a los libros de propaganda nazi de la Alemania
hitleriana), las agencias informativas internacionales, los grandes
medios y las grandes cadenas de información (impresos y electrónicos)
de Estados Unidos y Europa Occidental repitieron día y noche ese
discurso perverso que satanizaba al islam, presentándolo como lo peor
de la Humanidad. De este modo, la CIA fue induciendo en los ciudadanos
un temor irracional hacia el mundo islámico y preparando la mentalidad
de las masas para que aceptara las mentiras que ya tenían ensayadas.
Tercero, que hubo la colaboración activa y pasiva de casi todos los
Gobiernos del mundo, algunos por conveniencia, otros por complicidad y
la mayoría por temor a ser blanco de las iras del Gobierno de George
Bush Jr., en caso de no seguir el juego o de tratar de desmentir ese
gran embuste. Y que, por este motivo, siguieron la política del dejar
hacer y dejar pasar, mirando para otro lado.
Esos mismos historiadores sabrán también que, al tiempo que creaba el
“terrorismo islámico” para justificar guerras de invasión y piratería
contra las naciones árabes, el Gobierno Republicano de George Bush Jr.
también hacía lo mismo con al narcotráfico y la “delincuencia
organizada” para preparar la invasión de otros países o, en su
defecto, justificar la implantación de bases militares en pueblos
libres como México y Colombia. También, para imponer Gobiernos
títeres mediante la falsa democracia del dinero, la corrupción y los
partidos políticos y tomar el control de las instituciones públicas de
esas repúblicas, con objeto de proteger las actividades de saqueo y
piratería que venían realizando las empresas transnacionales y bancas
de Europa y Estados Unidos.
Igualmente, los historiadores conocerán que a ese terrorismo
internacional de George Bush Jr. se unieron pronto los Gobiernos de
Inglaterra y España para poder participar de la rapiña contra los
pueblos invadidos por el Ejército de Estados Unidos y la OTAN. Y que
lo que siguió a continuación (guerras de agresión en Afganistán e
Irak; desestabilización política de México, con la guerra sucia
disfrazada de “guerra antinarco, anticrimen y antidelincuencia”;
“revoluciones” pro occidentales en países árabes, etc.) fue asimismo
resultado de ese perverso proyecto desarrollado y puesto en marcha por
el Departamento de Estado de los Estados Unidos y secundado por
Gobiernos cómplices (España, Inglaterra, Francia y Alemania, entre
otros) sedientos, por su propia pequeñez y pobreza, de los mercados y
las materias primas y energéticos de América Latina, África y Asía.
Por lo anterior, los futuros Jacques Pirenne (el gran maestro de la
Historia universal) tendrán claro que los atentados del 11 de
Septiembre de 2001 en Estados Unidos de ninguna manera fueron
“espontáneos”. Y que, además, únicamente constituyeron el paso
siguiente de un proyecto de dominación mundial que tiene como objetivo
indudable la represión y el sometimiento total de los pueblos al
sistema capitalista y financiero (neoliberal y neofeudal) que tiene su
sede operativa en Estados Unidos y Europa Occidental.
Por último, sabrán que el éxito de ese proyecto de dominación mundial
de los grandes corporativos y grupos financieros de Estados Unidos y
Europa tenía su mejor sustento en la mentira y la perversidad. Y que,
en cuanto apareció la Verdad, humanista e inteligente, todo eso se
vino abajo y comenzó la nueva Revolución Ciudadana mundial para
imponer la Democracia Humanista (mejores seres humanos al frente de
las instituciones públicas, calificados con el Certificado de
Desarrollo Humano Integral), la Democracia Económica (el reparto de la
producción y el mercado entre el mayor número posible) y el Desarrollo
Humano Integral (una educación pública obligatoria, gratuita, laica,
lógica y científica).
Y en eso estamos en este momento.



1 comentario:

  1. Muy buen artículo. Salvo el final: cómo la sociedad seguirá dividida en clases sociales y propiedad privada = nuevo capitalismo con rostro humano.

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