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lunes, 16 de noviembre de 2009

Los perjuicios ocasionados por las vacunaciones y revacunaciones anuales serían mayores que sus beneficios.


(Fuente: blog de Miguel Jara http://www.migueljara.com/ )
Dos profesionales de la salud de la categoría de Juan Gérvas y Jim Wright, catedrático canadiense de Anestesiología, Farmacología y Terapéuticas, no se andan por las ramas ante la vacunación presuntamente masiva que se avecina contra la “pandemia” de la gripe A.

“Si funcionase la vacuna contra la gripe A podría evitar la inmunidad natural que persiste 50 años”.

Es un argumento digno de ser, como mínimo, escuchado o leído en este caso. La aprobación por la estadounidense FDA (la agencia del medicamento del país norteamericano) de las vacunas contra la gripe A (H1N1) abre las puertas para los planes gubernamentales de vacunación masiva en los próximos meses. Los autores de esta información opinan:

“Tales planes son irracionales y se fundan en el miedo y la creación de enfermedades imaginarias, bien lejos una política de “sentido común y tranquilidad”. Discrepamos enérgicamente de la vacunación masiva, que se funda en varias falsas premisas. La primera es que la pandemia de gripe A será similar a la “gripe española” de 1919. Ello es improbable, pues aquella pandemia se dio en un mundo empobrecido, sin sistemas sanitarios públicos de cobertura nacional, sin agua corriente y sin antibióticos para tratar las complicaciones. Por ello, la gripe española mató fundamentalmente a los pobres, como bien demuestra el ejemplo en la India, donde afectó gravemente a los soldados hacinados en barracones, mal alimentados y en pésimas condiciones higiénicas, mientras respetó a los oficiales, bien alimentados y alojados en sus casas estilo británico”.

La segunda premisa de la que tratan es que la gripe A es una enfermedad grave y mortal: “Pero tenemos datos ciertos y consistentes que repetidamente demuestran que esto es falso. De hecho la mortalidad por gripe A es mucho menor que por la gripe estacional.

La tercera premisa es que la vacuna funcionará. Sin embargo, la simple respuesta inmunológica no garantiza que la vacuna reduzca en la práctica las complicaciones infecciosas y la mortalidad. Para demostrar esto se precisa de grandes ensayos clínicos controlados, con los que no contamos ni para la vacuna contra la gripe A ni para la vacuna contra la gripe estacional.




La cuarta premisa es que la vacuna contra el virus A (H1N1) producirá inmunidad similar a la que provoca la infección natural. Pero el virus gripal tiene una peculiaridad singular, conocida como ‘inmunidad de pecado original’, de manera que el primer virus al que nos exponemos provoca la mayor respuesta inmunológica, que persiste más de 50 años. Por eso las actuales personas mayores parecen tener algún tipo de inmunidad al virus A (H1N1), pues virus similares circularon entre los años 1918 y 1957. Parece, pues, que la inmunidad natural dura más de 50 años y se logra sin coste por comparación con la vacunación que requiere una o dos dosis anuales para lograr un nivel inmunitario menor.

Por todo ello recomiendan: “Que las vacunas contra la gripe A se empleen en el contexto de ensayos clínicos controlados que permitan valorar si los beneficios superan a los daños. Sin tal información seguiremos sin saber a quién vacunar. Tales ensayos clínicos son también imprescindibles para las vacunas contra la gripe estacional ya que desconocemos los efectos a largo plazo de las vacunaciones y revacunaciones anuales y es probable que los daños de las mismas superen a sus beneficios“.


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