Autor : Mónica Iglesias
Fecha : ( 06-Abril-2006 )
Categoria : Estado Español
Vivimos tiempos de inestabilidad. Las excesivas aspiraciones de los trabajadores en todo el mundo amenazan con provocar la quiebra de la cohesión social y el fin del estado de bienestar en un país tras otro. Eso es al menos lo que quieren hacernos creer cada día aquellos que menos padecen las penalidades y la incertidumbre económica. En los países más desarrollados, declaraciones insistentes de la patronal, que abogan por una “necesaria” y “urgente” reforma laboral, continuas alertas sobre la insostenibilidad del sistema público de pensiones si no se aumenta la edad de jubilación, llamamientos a la moderación salarial y a la necesidad de trabajar más horas, constantes reducciones de plantillas en las empresas públicas y privadas, el fin de la “tutela” del estado y los subsidios… Y multitud de estudios, cumbres y reuniones inútiles de instituciones y gobiernos de todo pelo para concluir que en los países menos desarrollados la miseria avanza implacable, faltan el agua y los alimentos básicos, la educación y la sanidad universales son un deseo inalcanzable, la prostitución y la explotación infantil alcanzan cifras record, y la violencia y la barbarie son la realidad cotidiana para millones de personas.
Realmente, la burguesía no esconde las consecuencias de su sistema económico. Sólo que mientras se debate sobre este panorama desolador, el número de multimillonarios se ha incrementado nuevamente este año, y el total de las fortunas personales que atesoran alcanza cifras tan astronómicas que se escapan de la comprensión del común de los mortales. Es entonces cuando uno empieza a ponerle nombre y apellidos a la riqueza más escandalosa, rostro al derroche y el lujo, y lugar de residencia a la opulencia más indigna. Verdaderos habitantes del paraíso, del cual ellos han desterrado al 99% de la humanidad.
Son empresarios, terratenientes, o ambas cosas a la vez, propietarios de medios de comunicación, amigos personales de presidentes y primeros ministros, quitan y ponen gobiernos, toman decisiones económicas que conllevan cierres de empresas, destruyen puestos de trabajo, mueven sus capitales de un lugar a otro del planeta, buscando el mejor postor para sus intereses, viven hasta 15 años más de media que un obrero..., y de vez en cuando asisten a una cena benéfica, visitan a los niñitos hambrientos o huérfanos en el tercer mundo, levantan un hospital en un lugar remoto o hacen donaciones admirables, que las más de las veces conllevan interesantes desgravaciones fiscales.
Tan sólo los veinte más ricos de ellos tienen una fortuna personal de 371.000 millones de dólares, y un puñado de 500 poseen un patrimonio que supera ampliamente los mil millones. En el año 2005, el número de milmillonarios se incrementó en 102 personas más, hasta los 793. Son una muestra admirable de multiculturalidad y podemos encontrarles en los cinco continentes… Ricos de países ricos y ricos de países devastados por la pobreza. Las últimas incorporaciones: prósperos empresarios chinos, forjados al calor de la nueva economía capitalista en ese país. Este selecto puñado de “ultrarricos” son la cabeza más visible de una élite social compuesta por unas 78.000 personas, cada una de las cuales supera los treinta millones de dólares.
‘Los empresarios, verdaderos creadores
de riqueza’
Esta frase hecha, repetida hasta la saciedad por decenas de tertulianos, “generadores de opinión”, y demás lacayos mediáticos, y que se asume sin ningún tipo de discusión entre sectores amplísimos de las direcciones sindicales y de la socialdemocracia, es quizás el mejor ejemplo de la impagable labor ideológica que se realiza día tras día para convencernos de que realmente, no sólo no debemos cuestionarnos el desigual reparto de la riqueza en el mundo, sino de que debemos agradecerles el esfuerzo de proporcionarnos, a algunos de nosotros, un puesto de trabajo con el que ir tirando el tiempo que nos toque vivir en este valle de lágrimas. Y mientras se renuevan pactos sociales y acuerdos que fijan el incremento salarial en el 2%, el número de ricos en el Estado español (con un patrimonio superior al millón de dólares) aumentó en el 2.004 un 8,7% hasta llegar a un total de 141.000
Rafael del Pino, accionista principal de Ferrovial, consiguió pasar de 1.500 millones de dólares en 2002 a 6.500 en 2005. Otros que tampoco tienen que preocuparse por su jubilación serían Polanco (2.700 millones), el banquero Botín (1.700) o Alicia Koplowitz (1.500). Pero el más rico entre los ricos del país continúa siendo Amancio Ortega, dueño de Inditex. Su patrimonio alcanza los 14.800 millones de dólares y es el quinto hombre más rico de Europa. Ha conseguido incrementar su fortuna personal en dos años en más de 4.000 millones de dolares.
El número uno de los millonarios en Europa corresponde a Ingvar Kamprad, fundador de la ecológica y campechana cadena de muebles IKEA, con 23.500 millones de euros. Tras él, Bernard Arnault, del grupo de artículos de lujo Louis Vuitton, los Albrecht de supermercados ALDI o la accionista de L´Oreal, Liliana Bettencort.
Y entre esta marea de cifras inabarcables, el dato de que el número de niños pobres ha crecido en 17 de los 24 países de la Unión Europea, según un reciente informe de Unicef.
El mismo contraste entre ricos y pobres que podemos ver en Estados Unidos, el país que concentra el mayor número de multimillonarios, 371 (Bill Gates tiene ya más de 50.000 millones de dólares) y en donde se contabilizan 36 millones y medio de pobres. A muchos de los cuales pudimos ver chapotear tras el desastre del Katrina mientras el gobierno negociaba con empresas privadas el precio por cadáver retirado.
En el castigado continente latinoamericano, 25 personas figuran también en la lista de las 500 mayores fortunas. Uno de los más poderosos es el venezolano Gustavo Cisneros, dueño de la cadena Venevisión, que apoyó activamente el golpe de estado contra Chávez en el 2002. El mejicano Carlos Slim, dueño de Telmex y Telcel, los brasileños Joseph y Moisés Safra (dueños del banco Safra, y de la mayor productora de celulosa brasileña) o Andrónico Luksic, de Chile, que controla un grupo de 3.400 millones de dólares que incluye a la minera Antofagasta, la compañía de cobre más grande del mundo.
‘La moderación salarial es fundamental para la buena marcha de la economía’
Este es otro de los argumentos recurrentes en boca de la burguesía y sus representantes políticos, que no se aplican por supuesto, a ellos mismos. Lo bueno que tiene ser rico es que además de tener un saneado patrimonio personal, empresas, acciones y lo demás, cuando “trabajas”, te corresponde un sueldo también de rico. Por ejemplo el que le dan a Rodrigo Rato, en el Fondo Monetario Internacional, es de mil euros diarios. Un poquito por encima de la media en el Estado español, que está en 51 euros diarios brutos y que, además, ha ido descendiendo paulatinamente hasta encontrarse al nivel de 1997. Poca cosa si lo comparamos con los 5,5 millones de dólares que recibió en el año 2002, en concepto de salario y complementos el director ejecutivo de Coca Cola. Es decir, más de 15.000 dólares al día, frente a los 57 dólares diarios que ganaba cualquiera obrero empleado en sus plantas. Este mismo año, la corporación despidió a 3.700 trabajadores.
Lo cierto es que viendo estos datos, sí va a ser verdad lo de que algunos sueldos suponen un lastre para la sociedad en su conjunto. Por supuesto, a estas cifras hay que añadir el coche de empresa, ayudas a la vivienda y a la educación, seguros médicos y planes de pensiones privados, primas, etc., que es lo que ofrece el 99% de las grandes y medianas empresas a sus altos ejecutivos.
¡Ah! Y la Casa del Rey dispone de un presupuesto familiar que para sí lo quisieran barriadas enteras de trabajadores: 24.794 euros diarios. ¿Cuántas viviendas de treinta metros cuadrados se podrían hacer con el montante anual, que es de más de nueve millones de euros para el 2006? ¿Y si lo multiplicamos por más de tres décadas de existencia de monarquía parlamentaria?
¡Sí hay dinero,
lo tienen los banqueros!
Esta fue y continúa siendo una de las consignas más coreadas en las movilizaciones de los estudiantes que reclaman mejoras en la depauperada enseñanza pública. ¿Demagogia radical? ¿Extremismo malintencionado? No lo parece, a la vista de los datos. Lo que sí es cierto es que cada vez el dinero de la banca se concentra en menos manos. Mientras que en 1984 el gran capital financiero en el Estado español estaba distribuido entre siete grandes bancos, hoy se concentra fundamentalmente en dos: el BSCH y el BBVA.
Emilio Botín, presidente del BSCH, obtuvo 600 millones de euros de beneficios, procedentes de su participación en una Sociedad de Inversión de Capital Variable, algo reservado a la élite que puede permitirse invertir un mínimo de dos millones de euros, y que tan sólo tributa a hacienda el 1% de las plusvalías generadas.
Por su parte, el presidente del BBVA, Francisco González presentó recientemente, entre la indignación de los pequeños accionistas, su plan de entrega de acciones que beneficiará a 1.800 altos cargos de la entidad. Este plan sustituye al que concluyó en el 2005 y que le reportó un beneficio personal de 4,8 millones de euros, amén de los cerca de 19 millones que percibió en concepto de salario y “otros extras”. De este nuevo plan se beneficiarán tambien de forma sustanciosa el consejero delegado, J. Ignacio Goirrigolzarri y el secretario del Consejo, José Maldonado.
Y para terminar este apasionante recorrido por el mundillo de los muy muy poderosos, todo un clásico: los terratenientes andaluces en la persona de su máximo exponente, la duquesa de Alba, recientemente galardonada con el título de hija predilecta de Andalucía. Enumerar todo su patrimonio resulta tan trabajoso como aprenderse la lista de los reyes godos, pero ahí va un botón de muestra. La duquesa musa de las revistas del corazón, culta, llana y pelín bohemia en su juventud, posee 7 cortijos en Sevilla que suman, entre olivares, construcciones y terrenos 2.823 hectáreas, y en Córdoba más de 3.200 hectareas valoradas en 13,7 millones de euros. Utiliza como residencia habitual el Palacio de Liria, en Madrid, pero suyos son tambien los Palacios de Monterrey en Salamanca y de Coria, en Soria. Además tiene propiedades en Marbella e Ibiza. Posee tres empresas (Euroexplotaciones, Eurotécnica Agraria e Inversiones Princesa) que declararon unos beneficios de 1,2 millones de euros, y por las que recibió en 2002 otros 3,8 millones en concepto de subvenciones. ¡Ole, ole y ole! Para los indignados jornaleros del SOC, desposeidos de tierra que trabajar, y que protestaban indignados por el citado nombramiento de hija predilecta, solo tuvo unas palabras; “yo a unos locos no les hago caso”. Pero, como dice la canción, “no estamos locos, que sabemos lo que queremos”. Los jornaleros pedían la expropiación de las tierras de la duquesa, y la retirada de las subvenciones. Esta reivindicación de los jornaleros del SOC queremos hacerla extensiva a todos los magnates aquí citados y a todos aquellos que por falta de espacio, nos ha sido imposible señalar. ¿No sería este un buen comienzo para empezar a limar las desigualdades sociales? Quizas así no fuera necesario acabar con las pensiones, los servicios sociales, o la sanidad pública. Que cada cual eche sus cuentas.
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